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Crónica: Cuauhtémoc Blanco, recibe la alcaldía como en una barrera ante un tiro libre

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Cuauhtémoc Blanco cruza las manos y agacha la cabeza como un bulto: uno de esos jugadores colocados en una barrera cuando va a ejecutarse un tiro libre y cuya función no es hacer nada, sino sólo estar ahí, evitar el gol y pidiéndole al divino no ser golpeado con el balón.

Son casi las doce del día, la temperatura es de 29 grados, pero el ex futbolista no está en un partido de futbol, sino en su toma de protesta como Alcalde de Cuernavaca.

De pie, se concentra en mirar las hojas de su discurso en el atril y levanta unas cuantas veces la vista para ver a los asistentes: la mayoría, simpatizantes del Partido Socialdemócrata (PSD). Cuando se queda sin decir nada, se frota las manos, nervioso, preocupado acaso por no salirse del libreto.

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El discurso del nuevo Alcalde dura cuatro minutos. Durante ese tiempo, el tepiteño machaca una idea: con su triunfo ganaron los ciudadanos. “Estoy orgulloso de representar a los ciudadanos que creyeron en mí. Yo no les voy a fallar”, insiste.

El inventor de la “cuauhteminha”, una jugada de futbol cercana a lo ilegal, había llegado antes de las 9:00 horas al Museo de la Ciudad de Cuernavaca con jeans, camisa azul a cuadros y tenis negros. Ya adentro, reaparece de frac y corbata negra. Lee un discurso que dura apenas lo que en la cancha repone un árbitro al final de un partido.

Los programas de espectáculos mandan a sus reporteros en busca de la celebridades que no llegan, como el boxeador Juan Manuel Márquez y el ex futbolista Isaac Terrazas. Tampoco aparece la diputada y actriz Carmen Salinas, madre adoptiva del tepiteño.

Los seguidores del PSD se conforman con Claudio Yarto, líder del extinto grupo de rap “Caló” que entra a empujones entre el tumulto que se forma afuera.

La regidora perredista Teresa Pardiña llega con unas 200 personas que avanzan al son de una tambora y se plantan frente al recinto. Arriba también la esposa del águila que renació en político, la modelo brasileña Natalia Rezende, quien no tiene más que decir ábrete sésamo para que entre al recinto sin contratiempos.

“Venimos a que dejen entrar a nuestra regidora, Teresa Pardiña”, grita una mujer gorda al micrófono mientras la turba de los 200 amaga con dar portazo para que ingrese su lideresa.

Tras una negociación, pasa la regidora y su familia. La despiden las trompetas, los clarinetes y las flautas como en un circo. Las puertas se cierran y el espectáculo inicia adentro.

Al terminar su discurso, con el gesto adusto, Blanco escucha las recriminaciones que le hacen los ediles del PRD, Rafael Domínguez, y de Movimiento Ciudadano, Miguel Dada, por haber presuntamente falseado su domicilio e intentar ser un Alcalde virtual, y evita hacer contacto con lo demás oradores.

El plan de trabajo que Blanco debería haber presentado en la ceremonia queda resumido en un párrafo en el que expresa su voluntad de cumplir con lo que los ciudadanos le demandaron en campaña. “Soy una persona que le gusta cumplir su palabra y para que todos sepan no ganó Cuauhtémoc Blanco, ganó el pueblo. Ganamos los ciudadanos”, insiste frente a unas 300 personas.

Afuera, en una puerta lateral del museo por donde habrá de salir, aguarda una veintena de personas que quieren hacerle demandas o conocer al ídolo del futbol.

El cantante Luis Barrera Urióstegui busca entregarle una solicitud para organizar un homenaje póstumo a Gerardo Reyes, autor de “El libro abierto”.

Blanco tarda más de 90 minutos en salir desde que se fue el anterior Alcalde. Aparece acompañado por su esposa y los dueños del Partido Socialdemócrata, a quienes se les acusa de haberle pagado 8 millones de pesos para que aceptara la candidatura.

No sería sorprendente, concede Barrera Urióstegui bajo el intenso sol sin nubes: en 2009, Julio Yáñez, uno de los dirigentes del PSD, entonces candidato a la Alcaldía de Cuernavaca, prometio construir la “Torre Chinelo”, al estilo de la Torre Eiffel, para promover el turismo y también trajo un elefante.

Si ganaba la Alcaldía, lo dejaba y hasta armaba un zoológico con más animales. Una vez que perdió, se llevó hasta al elefante. En 2015, Yáñez trajo a Cuauhtémoc Blanco, el futbolista acostumbrado a jugar encorvado.

El ex seleccionado nacional se asoma medio minuto antes de subirse a la camioneta con los Yáñez. “¿Cómo estás, Cuau?”, le gritan y él levanta el pulgar derecho al estilo de los futbolistas. Se sube a la camioneta y se pierde.

Más tarde, en Paseo de Tabachines, un fraccionamiento con club de golf donde el futbolista vive, informan que no había llegado y en la casa del regidor suplente Roberto Yáñez, dicen desconocer el paradero de Blanco.

El flamante Alcalde de Cuernavaca no dará declaraciones hasta el 1 de enero.

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