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OPINIÓN: ¿Por qué negociaron con tanto miedo?

¿cuánto tiempo resistirá eso?
Contener a los migrantes centroamericanos en México requirió de 21 mil agentes de la Guardia Nacional, la tercera parte de su capacidad actual. Esos oficiales fueron distraídos de su labor fundamental que es la seguridad pública, ¿cuánto tiempo resistirá eso?.
(Los Angeles Times)
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Con esa pregunta me recibió un amigo que fue alto funcionario migratorio en Estados Unidos, refiriéndose al acuerdo entre los gobiernos de México y nuestro vecino del norte en el tema del control de la migración centroamericana. A su pregunta siguió, sin dejarme responder, el comentario de que México tenía muchos más argumentos y elementos para negociar mejor y no entregar todo a cambio de nada y que lo ofrecido no era sostenible.

Me di cuenta entonces de que en México existe un sector, en el que me incluyo, que está convencido de que la negociación con Estados Unidos fue mala y sí, con miedo, y otro, esencialmente concentrado en el gobierno, que sostiene que el acuerdo fue bueno. Pero en ambos casos no hemos reflexionado suficientemente sobre las razones que nos llevaron a eso y, sobre todo, las posibilidades reales que tiene lo acordado de convertirse en una política migratoria estable.

Creo que se negoció con miedo esencialmente por tres razones. La primera es la enorme ignorancia que tiene el Presidente mexicano del contexto internacional. Nadie tiene por qué ofenderse ni sorprenderse. Durante su campaña fue un tema que apenas tocó y nunca hubo un plan internacional como sí lo tiene en otros temas como la corrupción, el aeropuerto de la Ciudad de México o lo que habría que hacer con las frivolidades asociadas al cargo y al de los funcionarios públicos de alto nivel. Siendo presidente sólo ha confirmado esa ignorancia y no ha asistido a ninguna reunión internacional. Puede no gustarnos, pero ese es el presidente que los mexicanos eligieron. Nunca dijo que tuviera claro lo que hay que hacer con Estados Unidos o cómo negociar con ellos.

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La segunda y la tercera, tienen que ver con presiones internas. AMLO tiene una relación frágil con los empresarios. Sus propuestas económicas son aceptadas por ellos a regañadientes y bajo el supuesto de que no los perjudicará en sus negocios o no mucho. En este escenario un arancel, como el que anunció Trump en contra de las exportaciones mexicanas a Estados Unidos, podría convertirse en el primer gran pleito con la clase empresarial y había que evitarlo a toda costa o por lo menos eso creyó AMLO y eso está también detrás de su inexplicable silencio ante cualquier cosa que diga Trump de México o los mexicanos.

El tercer componente tiene que ver con el manejo que inicialmente se dio al tema y cómo por eso, se gestó un reacomodo en el equipo de AMLO. El discurso inicial fue el de dar la bienvenida a los centroamericanos que quisieran venir y prometerles una visa humanitaria que les permitiría permanecer y transitar por México. Tendrían además empleo. Al mismo tiempo, el equipo que sostenía ese discurso, alrededor de la Secretaria de Gobernación, sostuvo reuniones discretas con sus contrapartes en Estados Unidos y bajo la mesa fue permitiendo que los solicitantes de asilo en ese país fueran transferidos a México a esperar la resolución de su caso, algo que Trump estaba casi exigiendo y publicitando.

Ese acuerdo discreto, casi clandestino, no reconocido explícitamente, no servía a los propósitos de campaña de Trump, él tenía que mostrar a sus bases que actuaba de manera dura sobre los migrantes y con México. Despidió entonces a su Secretaria de Seguridad interna y vino el anuncio de que si México no hacía más se impondrían los aranceles a sus importaciones. Hubo una cena de AMLO con Jared Kushner en México que es un claro indicador de que la exigencia era o hacen más y de manera más obvia o llegan sanciones. Y bueno, se sacó a Gobernación de la ecuación y todo se pasó a la agenda de Relaciones Exteriores que presentó el problema casi como una declaración de guerra, una invasión inminente que había que evitar rápidamente y el secretario sería el héroe de esa negociación. Y al menos en el corto plazo y frente a su jefe -solo frente a su jefe-, la jugada resultó perfecta.

El problema es que lo que se otorgó no es sostenible en absoluto, para México ni la región. El compromiso de que México reciba y mantenga en su territorio a los solicitantes de asilo solo servirá para que después de unos días viviendo en albergues imposibles, los solicitantes quieran regresar a Estados Unidos o por lo menos abandonen los albergues con todo lo malo que ello implica. Contener a los migrantes centroamericanos en México requirió de 21 mil agentes de la Guardia Nacional, la tercera parte de su capacidad actual. Esos agentes fueron distraídos de su labor fundamental que es la seguridad pública, ¿cuánto tiempo resistirá eso? Además a los migrantes -lo sabemos muy bien en México, eso no los contiene solo los desvía y los lleva a usar rutas más peligrosas y a entregarse al crimen organizado.

El miedo fue el resultado de una mala mezcla y lo que viene será mucho peor para los migrantes centroamericanos y para la relación con Estados Unidos.

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