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Dudas por las estadísticas oficiales: ¿Cuántas personas mueren por coronavirus en México? Es difícil saberlo

Los trabajadores de una funeraria transportan el cuerpo de una víctima de COVID-19 en Ciudad Juárez, México.
(Herika Martinez / AFP via Getty Images)

La creencia generalizada de que el número oficial de fallecidos en México es artificialmente bajo

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En ciudades de todo México, las morgues están llenas, las funerarias repletas y los hospitales, atestados, rechazan pacientes.

“Mi padre está en una bolsa negra, en la parte trasera de ese coche fúnebre color café”, afirmó Gabriela Jacomé, una empleada doméstica de 43 años, que esperaba en el exterior del cementerio de San Nicolás Tolentino, en Ciudad de México, una mañana reciente.

Los vehículos que transportaban víctimas de COVID-19 estaban paralizados en la entrada, sobre una calle principal marcada con letreros amarillos que advertían: “¡Alto riesgo de contagio!”. “Tenemos que esperar afuera durante horas para entrar a presentar nuestros últimos respetos”, comentó Jacomé.

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Esas escenas son difíciles de ajustar con el número oficial de fallecidos en el país: 4.767 hasta el viernes.

Las autoridades gubernamentales reconocieron durante un buen tiempo que muchas muertes no se cuentan porque no fueron confirmadas por las pruebas. Cuántas de ellas corresponden a ese grupo sigue siendo un misterio.

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No obstante, hay pistas. Los Angeles Times revisó 120 certificados de defunción proporcionados por un trabajador en un crematorio en la urbe fronteriza norteña de Ciudad Juárez.

Un total de 63 señalaba “probable COVID-19” como causa de deceso, y otros 30 mencionaban neumonía u otras enfermedades respiratorias, a menudo asociadas con pacientes con coronavirus. Sólo 12 exponían COVID-19 como la causa confirmada, lo cual significa que nada más esos casos serían parte del total oficial, y las 93 muertes restantes serían obviadas en esa tasa.

La creencia generalizada de que el número oficial de fallecidos en México es artificialmente bajo -y la incapacidad del gobierno para corregirlo- se han convertido en material para los críticos del presidente Andrés Manuel López Obrador a medida que el país, de más de 120 millones de habitantes, comienza a reabrir su economía.

El primer mandatario mexicano se quejó recientemente de ello: “Sugieren que estamos escondiendo a los muertos”.

El Dr. Alejandro Macías, un especialista en enfermedades infecciosas, que lideró la respuesta del país a la epidemia de gripe porcina, hace una década, no tiene dudas de que hay un conteo insuficiente. “No creo que sea una cuestión de mala fe”, consideró. “Pero las cifras oficiales no están completas”.

Brando González Ortiz llora después de recibir la noticia de la muerte de su madre, Carmen Ortiz, por COVID-19, frente al Hospital General Iztapalapa, en Ciudad de México, el 3 de mayo de 2020.
Brando González Ortiz llora después de recibir la noticia de la muerte de su madre, Carmen Ortiz, por COVID-19, frente al Hospital General Iztapalapa, en Ciudad de México, el 3 de mayo de 2020.
(Marco Ugarte / Associated Press)

Las autoridades de salud en tres estados fronterizos del norte, Baja California, Tamaulipas y Chihuahua, donde se encuentra Juárez, también cuestionaron el conteo del gobierno.

“Los números oficiales son muy bajos, de acuerdo con lo que estamos viendo y experimentando”, remarcó el Dr. Pablo Villaseñor, quien trata a pacientes con coronavirus en el Hospital General de Tijuana, al otro lado de la frontera desde San Diego, EE.UU.

Villaseñor remarcó que él y sus colegas han contado más de 200 muertes por coronavirus en ese centro médico, uno de los varios que atiende a pacientes con COVID-19 en la extensa urbe, de 1.8 millones. El número oficial de decesos en Tijuana hasta el viernes pasado era de 402.

Sin embargo, las cosas han empeorado tanto que la morgue de la ciudad se ha quedado sin espacio para los cuerpos. “Los dejan en el pasillo y los cubren con lonas”, comentó una trabajadora de un hospital cercano, que esperaba afuera de la morgue con un cuerpo.

La empleada, que habló bajo condición de anonimato porque no estaba autorizada para dirigirse a la prensa, llevaba horas esperando allí porque la instalación estaba llena.

En Ciudad de México, que tiene una población de 8.9 millones y concentra la mayoría de los casos, los funcionarios dijeron la semana pasada que estaban creando una comisión especial para determinar cuántas personas podrían haber perecido por COVID-19. Hasta el viernes, el recuento oficial en la capital mexicana era de 1,197.

“Siempre hemos dicho que hay más muertes que las reportadas diariamente por el gobierno de México”, afirmó a la prensa la alcaldesa, Claudia Sheinbaum, el jueves pasado. Sólo las personas que dieron positivo, mientras estaban vivas o después de haber fallecido, son incluidas en el recuento oficial en ese país.

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En comparación, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU (CDC) afirman que el COVID-19 puede incluirse en los certificados de defunción si es una causa de muerte “probable” o “presunta”, incluso sin un diagnóstico de laboratorio.

México sólo comenzó a contar los decesos “sospechosos” relacionados con el coronavirus a fines de abril, y hasta el viernes, el recuento era de 462.

La mayoría de los países, incluido Estados Unidos, han tenido problemas para contar a las víctimas del coronavirus, principalmente debido a la escasez de pruebas.

Los familiares esperan su turno para ingresar al cementerio de San Nicolás Tolentino, en el barrio de Ixtapalapa, de Ciudad de México, para el funeral de un familiar, el 30 de abril de 2020.
Los familiares esperan su turno para ingresar al cementerio de San Nicolás Tolentino, en el barrio de Ixtapalapa, de Ciudad de México, para el funeral de un familiar, el 30 de abril de 2020.
(Marco Ugarte / Associated Press)

La tasa de pruebas en México se encuentra entre las más bajas de América Latina, con alrededor de 1.200 examinados por cada millón de personas, según el sitio web de estadísticas globales worldometer.

La tasa de pruebas es más de 14 veces mayor en Perú y Chile, casi siete veces superior en El Salvador y casi tres veces más alta en Brasil.

La tasa de EE.UU es más de 27 veces mayor, con 33.000 pruebas por cada millón de personas.

El Dr. Hugo López-Gatell, subsecretario de salud de México y jefe de políticas ante el coronavirus, declaró a los periodistas el jueves pasado que el país generalmente reservaba las pruebas “para casos lo suficientemente graves como para ser hospitalizados”, porque eso era todo lo necesario para rastrear la propagación del virus.

El funcionario negó las acusaciones de que la administración de López Obrador -un escéptico del coronavirus al inicio del brote, que tardó relativamente en adoptar medidas de distanciamiento social y que se mantiene aferrado al presupuesto- estaba escatimando deliberadamente los exámenes.

“Tenemos dinero para las pruebas”, expresó López-Gatell. “Tenemos pruebas. Y hay más en camino”.

El recuento oficial de infecciones en todo el país llegó a 45,032 el viernes. Pero esos números excluyen 16,450 pruebas positivas realizadas por laboratorios privados y aún bajo revisión del gobierno.

López-Gatell precisó a los periodistas a principios de este mes que el número de infectados podría ser ocho veces mayor que el recuento oficial.

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En muchos países, los investigadores de salud intentan evaluar la cifra de muertes por COVID-19 mediante la revisión de las estadísticas de decesos totales -independientemente de la causa- y comparando los totales en los últimos meses con los registrados durante esos mismos meses de los últimos años. El enfoque no es infalible, pero puede proporcionar una estimación confiable de cuántas defunciones no se incluyen en los recuentos oficiales.

Sin embargo, en México, ni el gobierno federal ni los estados individuales han publicado estadísticas sobre las muertes totales este año, mientras el coronavirus se extiende por todo el país. Las cifras nacionales más recientes son de 2018.

En muchas partes de México, la devastación del COVID-19 es bastante evidente, sin necesidad siquiera de recuentos oficiales precisos.

Un trabajador del crematorio en Juárez aseguró que ahora normalmente recibe 80 cadáveres por semana de los hospitales del área, en comparación con los casi 25 de antes de la pandemia. “Recoges uno y, mientras estás allí, entregan tres más” a la morgue, precisó el trabajador, quien habló bajo condición de anonimato porque no tenía permiso para ser entrevistado.

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El crematorio donde está empleado es uno de los siete en la ciudad, de 1.4 millones de habitantes.

En el densamente poblado barrio de Ixtapalapa, en Ciudad de México, la fila en el exterior del cementerio de San Nicolás Tolentino parece no terminar nunca en estos días.

Nora Martínez, una ama de casa de 41 años, estaba entre la multitud de dolientes y trabajadores con trajes blancos aptos para materiales peligrosos y protectores faciales, que proporcionan desinfectante para manos. Ella había venido al funeral de su primo, quien a su vez una semana antes perdió a su padre. Los dos hombres, de 35 y 60 años, tenían una ferretería juntos. El COVID-19 fue la causa sospechada, aunque no confirmada, en ambos decesos.

“Conocemos muchos casos de personas que fallecieron”, comentó Martínez. “La verdad es que tengo mucho miedo”.

Los redactores de planta de The Times, McDonnell y Linthicum, informaron desde Ciudad de México. Fry, redactor de planta del San Diego Union Tribune, informó desde Tijuana. Las corresponsales especiales de The Times Gabriela Minjares, en Ciudad Juárez, y Cecilia Sánchez, en Ciudad de México, contribuyeron con este informe.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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