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OPINIÓN: No vayan a Tamaulipas

Solicitantes de asilo reciben una comida el sábado 24 de agosto de 2019
Solicitantes de asilo reciben una comida el sábado 24 de agosto de 2019 en Matamoros, Tamaulipas. Ese estado se encuentra bajo el asedio violento del crimen organizado.
(Verónica G. Cárdenas/For The Times)
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En una de sus conferencias matutinas recientes, el presidente mexicano mencionó como mensaje a emigrantes que buscan llegar a Estados Unidos, que “las deportaciones siguen, no vayan a Tamaulipas, hay violencia”. Aunque técnicamente AMLO tiene razón, no se entiende como política migratoria de un país por el que transitan decenas de miles de personas buscando llegar a EE.UU.

Peor aún, el marco de esa declaración fue la afirmación de que el gobierno de Biden estaba deportando tantos migrantes como lo hacía el de Donald Trump.

Sigo sin entender la necedad del presidente mexicano de defender al gobierno de Donald Trump. Sobre todo, cuando éste se encontraba en medio de un juicio por haber instigado a sus seguidores a cometer actos violentos y al asalto de la sede del Congreso de Estados Unidos y sabiendo, como supongo que sabe o sus asesores le informan, que si hay un tema en el que Biden y Trump son diferentes es precisamente el migratorio. Compararlos solo generará molestia.

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Haber aceptado gustosamente el programa que la administración Trump llamó “Permanecer en México” y según el cual los solicitantes de asilo debían esperar el trámite de su solicitud en México, sin haber dotado a las localidades fronterizas de alguna infraestructura mínima y, peor aún, haber declarado que fue una idea mexicana (lo cual es falso), deja a México en muy mala posición para lo que sigue en un proceso que es continuo y que no se detendrá solo con los llamados de AMLO y con muy poca autoridad para jugar un papel relevante. De paso, su declaración hace evidente lo que muchos dijimos en su momento: las localidades fronterizas eran inseguras para los migrantes y el programa mencionado los pondría en peligro. Si eso ya se sabía, la perversidad es mayúscula.

A los pocos días, Roberta Jacobson, una de las funcionarias de alto nivel que mejor conoce a México, no solo por haber sido embajadora los últimos años de Obama, sino por haber desempeñado funciones relevantes y estratégicas en ese tema en el Departamento de Estado, hoy asistente especial del presidente Biden y coordinadora de la frontera con México, declaró que los migrantes que están en Matamoros por el programa de Trump y AMLO, calificado por Jacobson como “una vergüenza nacional”, serán prioritarios en el proceso de terminación de dicho programa que incluye su admisión en Estados Unidos.

Declaró además que en esta nueva etapa van a trabajar con organizaciones no gubernamentales de México y Estados Unidos, con el gobierno de México y con gobiernos locales y estatales.

El mensaje puede no importarle a nadie en el entorno de AMLO pero es claro y evidente. A diferencia de Trump, la administración Biden no centrará el diálogo ni reducirá la relación entre los dos países, a la comunicación y química entre los dos presidentes y lo diversificará con otros interlocutores. No hay confianza en el gobierno mexicano. Por supuesto habrá llamadas telefónicas amables para beneplácito de quienes creen que nada cambiará con Biden.

Si la estrategia se extiende a otros temas como comercio, inversiones extranjeras, gestión de recursos naturales, seguridad o administración de fronteras, AMLO estaría perdiendo desde afuera la mano que internamente le permite prácticamente hacer lo que se le da la gana en cualquier tema y mantendría solamente el poder político que él sabe necesario, pero no suficiente.

Esta situación no acomoda en nada a la forma de gobernar que tiene AMLO, pero no tiene como impedirlo, él mismo, con su sometimiento exagerado hacia Trump se “amarró las manos” y no me sorprendería que, con el avance de esta estrategia estadounidense y la extensión a otros temas que, a diferencia de los migrantes, si les importan, el presidente mexicano empiece a envolverse en la bandera nacional acusando de intervencionismo al gobierno estadounidense. ¡Que vivan los años 70!

Jorge Santibáñez es presidente de Mexa Institute

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