OPINIÓN: Atole con el dedo. AMLO a Estados Unidos
Cualquier mexicano sabe usar la expresión “atole con el dedo”. Sin que sea una definición formal, se usa para describir que se pretende engañar a alguien distrayéndolo, prometiéndole algo a sabiendas de que no se cumplirá, pero se gana tiempo, o dar “probaditas” de algo para mantener tranquila y entretenida a una persona. Dicen que, desde los Aztecas, cuando el pueblo estaba desesperado porque no llovía, sus gobernantes les daban atole y tamales. De ahí la expresión.
Cualquiera de las acepciones se podría aplicar a las estrategias de AMLO en el manejo de las relaciones con Estados Unidos y Canadá.
Llama la atención la división del mundo en la estrategia internacional del actual gobierno mexicano. Atole con el dedo para Estados Unidos y Canadá, fraternidad total, acrítica y ciega para los autodenominados gobiernos de izquierda en Latinoamérica, a pesar de las múltiples evidencias de violaciones a los derechos humanos y a las más elementales libertades individuales, y desprecio por los organismos internacionales. El resto del mundo simplemente no existe. Basta revisar la lista de embajadores mexicanos en Europa, Asia o África.
Contrastan las efusivas felicitaciones de AMLO a Lula antes de que concluyera el proceso electoral, reiteradas minutos después de los resultados preliminares de las votaciones, acompañadas de invitaciones a México y el eterno mes que tomó para reconocer a regañadientes el triunfo de Biden.
Mientras, se defiende a Cuba en la ONU exigiendo que termine el bloqueo, pero se regatea la condena a Rusia por haber invadido Ucrania, algo mucho más grave que un bloqueo.
Recientemente ha habido varias muestras de esta política de “atole con el dedo”.
Marcelo Ebrard fue a Washington a prometer lo que se ha convertido en su especialidad, recibir y controlar en México a los migrantes que Estados Unidos no quiere. Ahora son los venezolanos. Parece que a cambio puso en la mesa que Estados Unidos “le bajara” a la controversia sobre la política energética que llevó a Estados Unidos a usar mecanismos formales pactados en el T-MEC y AMLO, para ganar la nota, mencionó la aceptación estadounidense en una de sus conferencias matutinas, cuando ni siquiera había regresado su canciller. El gobierno de Estados Unidos inmediatamente desmintió que hubiera desistido del uso de esos mecanismos.
Después, una vez más, vino John Kerry a Sonora en donde le presentaron los planos de la planta de energía solar en Puerto Peñasco que aún no existe y “acordaron” compromisos específicos según los cuales México reduciría el 98% de las emisiones de PEMEX y hace apenas unos días el mismo Kerry declaró en Estados Unidos que AMLO hará un anuncio presentando el aumento de las metas mexicanas para combatir el calentamiento global.
Yo no quiero acabar con la inocencia de John Kerry pero nada de eso pasará. Si acaso el anuncio, que no tendrá ningún efecto. Total, como si un anuncio hubiera alguna vez comprometido a AMLO. Según la opinión de todos los especialistas que al respecto se han manifestado, ninguno de esos compromisos se cumplirá. Además, todos son de largo plazo y el presidente mexicano solo piensa en las elecciones de 2024. Ese es su corto, mediano y largo plazo.
Días después los representantes de los gobiernos de Estados Unidos y Canadá, de manera independiente, expresaron a México sus preocupaciones en la atención de los cuestionamientos sobre política energética que llevaron a las consultas previstas en el T-MEC que podrían llevar a un panel con consecuencias graves para México y sobre el clima y certeza que requieren los inversionistas de esos países en esos temas. El reporte de la flamante secretaria de economía mexicana y sus colaboradores orgullo del nepotismo, fue que ambas reuniones fueron de lo más cordiales y que no había nada que reclamar. Estados Unidos y Canadá, según lo reportado por esta funcionaria y por AMLO, están felices con México y su política energética. Atole con el dedo.
Esas estrategias tienen un límite. Mentir para salir del paso, para minimizar un cuestionamiento o para ganar tiempo, funciona en México, en el corto plazo y cada vez menos. Los resultados de las elecciones de medio término en Estados Unidos pueden cambiar el escenario, casi gane quien gane habrá más presión sobre México y el cumplimiento de sus compromisos. Si los republicanos se convierten en mayoría de alguna de las cámaras peor aún.
Los interlocutores no son tan ingenuos y en algún momento pueden morder el dedo que les da el atole.
* Jorge Santibáñez es presidente de Mexa Institute
TW: @mexainstitute
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