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Reabren 191 tiendas de conveniencia de ciudad del norte de México tras acoso de los cárteles

Soldados mexicanos montan guardia frente a una tienda de abarrotes Oxxo,
Soldados mexicanos montan guardia frente a una tienda de abarrotes Oxxo, cerca de la Cámara de Comercio de Tamaulipas, donde fue asesinado su presidente Julio César Almanza, en Matamoros, México, martes 30 de julio de 2024.
(Veronica Cisneros / Associated Press)
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La mayor cadena de tiendas de conveniencia de México indicó el viernes que reabrirá 191 tiendas en la ciudad de Nuevo Laredo, fronteriza con Laredo, Texas, que había cerrado la semana pasada por amenazas de cárteles de la droga.

El corporativo Femsa señaló en un comunicado que a partir del viernes reabrirán de forma escalonada todas las tiendas de la cadena Oxxo y siete gasolineras de esa localidad tras acordar con las autoridades el reforzamiento de la presencia policial con patrullas “constantes” alrededor de los establecimientos y la instalación de botones de pánico en los mismos para que, si se presionan, envíen una señal de emergencia inmediata a la policía.

Los cierres de los Oxxo ilustran cómo incluso las mayores empresas de México están siendo víctimas de extorsiones por parte de las bandas del crimen organizado que les exigen pagos a cambio de protección o información.

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Femsa declaró a principios de esta semana que hacía tiempo que tenía que hacer frente a las exigencias de los cárteles para que sus gasolineras compraran el combustible a determinados distribuidores.

Sin embargo, la gota que colmó el vaso se produjo cuando miembros de un cártel secuestraron a dos empleados de las tiendas, exigiéndoles que actuaran como vigías o proporcionaran información a la banda.

“Tuvimos incidentes en las tiendas, que consistieron en exigencias para hacerles llegar información para distintos fines, incluso mantuvieron retenidos a dos colaboradores con esa demanda”, había denunciado Roberto Campa, director de asuntos corporativos de Femsa, a la prensa local.

Este tipo de establecimientos son muy populares y utilizadas por todo tipo de personas en todo el territorio mexicano, por lo que los grupos criminales los consideran puntos de gran interés para vigilar los movimientos de policías, militares o de cualquier persona que pueda ser su enemigo o potencial víctima.

La violencia de los cárteles en México se ha enfocado durante mucho tiempo en los negocios más pequeños cuyos propietarios son fácilmente secuestrados o abordados por los criminales para extorsionarles. Pero Femsa es la mayor embotelladora de refrescos de América Latina y cotiza en la bolsa mexicana.

Nuevo Laredo está dominado desde hace mucho tiempo por el Cártel del Noreste, una escisión del antiguo cártel de Los Zetas. Pero el problema está empezando a afectar a empresas grandes de todo el país; sectores que van desde la agricultura, la pesca y la minería hasta los bienes de consumo se han visto acosados por miembros del crimen organizado que intentan apoderarse esencialmente de sus industrias.

El lunes, Julio Almanza, presidente de la federación de cámaras de comercio del estado de Tamaulipas —donde se encuentra Nuevo Laredo— se quejó en una entrevista televisiva del nivel de extorsiones que hay en esa región del noreste mexicano. Al día siguiente, fue asesinado a balazos fuera de sus oficinas en la ciudad fronteriza de Matamoros.

“Somos rehenes de extorsiones, somos rehenes de bandas delincuenciales”, dijo Almanza en una de sus últimas entrevistas. Señaló que el cobro de piso “prácticamente se ha convertido en deporte nacional en Tamaulipas”.

Esta semana, la Cámara de Comercio de Estados Unidos, cuyos miembros suelen ser grandes empresas mexicanas, estadounidenses o multinacionales, publicó una encuesta realizada entre sus afiliados en la que el 12% de los encuestados afirmaba que “el crimen organizado ha tomado el control parcial de la venta, distribución y/o precios de sus productos”.

Esto significa que los cárteles de la droga están distorsionando parte de la economía mexicana, decidiendo quién puede vender un producto y a qué precio, y a cambio exigen aparentemente a los vendedores que transfieran un porcentaje de los ingresos de las ventas al cártel.

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