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México inicia una nueva etapa de la mano de una mujer presidenta que apuesta por la continuidad

La presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum
La presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum, está flanqueada por el secretario de Defensa, Luis Cresencio Sandoval, izquierda, y el presidente Andrés Manuel López Obrador durante un desfile militar del Día de la Independencia en el Zócalo, la plaza principal de la Ciudad de México, el 16 de septiembre de 2024.
(Félix Márquez / Associated Press)

El traspaso de poder emulará el que tuvo lugar hace seis años, pero las expectativas ante el nuevo gobierno son muy distintas.

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Bajo la atenta mirada de su predecesor y en medio de un país marcado por la violencia y los importantes cambios constitucionales diseñados por su mentor, Claudia Sheinbaum se convertirá hoy martes en la primera mujer en presidir México en sus dos siglos de independencia.

La científica y exalcaldesa capitalina de 62 años, que arrasó en la elecciones de junio con casi el 60% de los votos, ha prometido consolidar el legado de Andrés Manuel López Obrador, un mandatario que deja el poder con unos niveles de popularidad sin precedentes.

El traspaso de poder emulará el que tuvo lugar hace seis años, pero las expectativas ante el nuevo gobierno son muy distintas.

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La gente se reúne para escuchar
La gente se reúne para escuchar al presidente saliente de México, Andrés Manuel López Obrador, pronunciar su último Informe del Estado de la Unión en el Zócalo, la plaza principal de la Ciudad de México, el domingo 1 de septiembre de 2024.
(Eduardo Verdugo/AP)

Si López Obrador simbolizaba el cambio y la puesta por dejar atrás un país marcado por la corrupción y l a violencia poniendo siempre por delante a los más desfavorecidos, su sucesora propone la continuidad absoluta tanto en los exitosos programas sociales como en los controvertidos cambios constitucionales que profundizarán la militarización del país o harán que los jueces sean elegidos por voto popular.

Sheinbaum recibirá la banda presidencial y dará su primer mensaje a la nación en la Cámara de Diputados para posteriormente darse un baño de multitudes en el Zócalo, la principal plaza capitalina, donde dará a conocer sus 100 compromisos de gobierno.

Una docena de presidentes y jefes de gobierno estarán presentes entre las distintas delegaciones internacionales, entre ellos, los mandatarios de Brasil, Chile o Cuba.

Hubo lágrimas de algunos, como las de la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, y no faltaron a la cita las titulares de Seguridad y Exteriores y los mandos del Ejército y la Marina.

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Pero el que Estados Unidos decidiera enviar una delegación encabezada por la primera dama, Jill Biden —cuando en 2018 quien llegó a la toma de López Obrador fue el vicepresidente Mike Pence— o la ausencia total del gobierno de España —indignado porque Sheinbaum no invitara al rey a la ceremonia con el argumento de que no quiso pedir perdón por la conquista— son una muestra de las incertidumbres ante el nuevo gobierno y de la tensión entre México y algunos de sus principales socios.

Estados Unidos ha hecho públicas sus preocupaciones ante reformas constitucionales que, a su juicio, van a politizar la justicia y pondrán en riesgo principios básicos del Estado de derecho a la vez que han aumentado las tensiones en temas de seguridad y lucha contra los cárteles.

Es probablemente el político más hábil que jamás haya gobernado México y parece disfrutar de una fuerza motivadora imparable: en sus miles de horas de conversación, ni una sola vez se ha sentado, tomado un sorbo de agua o ido al baño.

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Uno de los puntos más delicados en este aspecto se sitúa en Sinaloa, un estado donde dos facciones del cártel del mismo nombre iniciaron una lucha sin cuartel después de que dos de sus líderes fueran detenidos en Estados Unidos. Tanto las autoridades locales como el ejército -en el que López Obrador ha confiado para todo- han admitido que los enfrentamientos sólo terminarán cuando los jefes de los cárteles decidan ponerles fin.

Otra de las grandes incertidumbres tendrá que ver con el resultado de las elecciones estadounidenses de noviembre porque, de ganar Donald Trump, se abriría un escenario en el que el republicano podría tomar acciones radicales en la frontera o imponer aranceles que complicarían notablemente el gobierno de Sheinbaum.

Lo que sí genera expectativas en ciertos sectores es el hecho de que una mujer llegue a la Presidencia, más de 70 años después de que pudieran votar por primera vez.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en su penúltima conferencia de prensa matutina diaria en el Palacio Nacional en la Ciudad de México, el viernes 27 de septiembre de 2024.
(Jon Orbach/AP)

“Las mujeres que llegan primero a algo son símbolos poderosos pero no tienen poderes mágicos especialmente cuando los retos de gobierno son tan grandes”, dijo Jennifer Piscopo, especialista de América Latina y temas de género en la Royal Holloway University de Londres.

Sheinbaum, una mujer de personalidad muy distinta a la de su carismático mentor, ya ha adelantado que quiere gobernar para todos aunque no está claro cómo de abierta al diálogo estará en los temas más delicados.

Sus retos son muchos.

A los temas de seguridad y las críticas internas a los cambios constitucionales que continuarán en los próximos meses —y que previsiblemente se dejarán oír este martes en distintas protestas— se une la incertidumbre sobre cómo se mantendrá la financiación de todos los programas sociales y de los proyectos de infraestructura inacabados y nuevos.

Su primer viaje como presidenta será a Acapulco, un puerto del Pacífico sur mexicano que solo un año después de ser devastado por el huracán Otis, quedó inundado por la torrencial lluvia de John, una tormenta muy errática que tocó tierra dos veces y ha dejado, al menos, 15 muertos en los estados de la costa del Pacífico.

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