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¿Por qué nos odian tanto?

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Después de los ataques terroristas del 9/11, muchos estadounidenses se preguntaron: ¿por qué nos odian tanto?, en referencia a los extremistas que cometieron estos crímenes. Cuando respondimos a la barbarie, lo hicimos erráticamente en un país que nada tuvo que ver con los ataques suicidas; entonces, fuimos a Irak.

Si la imagen de Estados Unidos se ha deteriorado bien podría ser por cosas como esta: Diversas fuentes de información calculan que ha habido entre 400 mil y un millón de muertes relacionadas con la guerra en Irak desde 2003. La contabilidad más conservadora es del Ministerio de Salud de Irak, la más alta de estudios independientes.

¿Por qué nos odian tanto? El pasado domingo, el presidente George W. Bush viajó a Irak para presenciar la firma de los acuerdos que dan el banderazo al fin de la ocupación estadounidense. En una conferencia de prensa un periodista lanzó sus zapatos contra Bush (un gran insulto para la cultura local).

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¿Es hoy Irak un mejor lugar para vivir? Ciertamente que sí lo es para quienes continúan con vida. Su joven democracia, el fin de un gobierno tirano, y la salida pactada de los estadounidenses dan esperanza a los iraquíes para trabajar en sanar las heridas de la guerra y reconstruir su patria. No obstante, las lesiones quedan, el recuerdo de los seres amados muertos no desvanecen; Irak tiene y tendrá memoria.

Para darle la vuelta a la página de la historia; el Presidente electo, Barack Obama, dijo recientemente al Chicago Tribune que juramentará como mandatario usando su nombre completo, es decir, sin ocultar su segundo nombre: Hussein. Según él, será un primer paso para cambiar la imagen del país ante el mundo musulmán.

Obama también prometió dar un discurso en una nación musulmana para mostrar “nuestro deseo de crear una relación mutua de respeto y cooperación con esos países”, afirmó.

Los planes de Obama son buenos pero necesitará más para sanar las cicatrices que dejó la política exterior unilateral de Bush. El mundo musulmán es diverso, complejo y conflictivo. Por ello, Obama tendrá que confiar en su Vicepresidente, que es experto en relaciones exteriores, y en su secretaria de Estado para convertir ese odio en esperanza, amistad y colaboración.•

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