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México le da la espalda a Centroamérica en inmigración

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LOS ÁNGELES.- Cerca de la medianoche, agentes de inmigración mexicana, armados con linternas, detuvieron el tren de carga conocido como ‘la Bestia’.

“¡Bájense de ahí!” “¡Vengan para acá!” les gritaron a los migrantes que se aferraban del techo y de los lados de los vagones.

Algunos corrieron tratando de escapar. La mayoría sólo levantaron sus brazos y se rindieron en la oscuridad. Los agentes pusieron sus brazos alrededor del cuello de aquellos migrantes y los dirigieron a un carro patrulla. Aproximadamente unos 20 personas fueron detenidas.

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Ya no es raro ver este tipo de redadas en México. Durante toda una generación, las autoridades tomaron una política de no intervención o por lo menos bastante flexible hacia los miles de centroamericanos que trataban de llegar a los Estados Unidos.

Bajo la presión estadounidense, por primera vez en varios años México ha lanzado amplias medidas en contra de los migrantes. Más de 60 mil han sido deportados este año, quizá la mitad de ellos en los últimos meses, dice el gobierno.

Los agentes de inmigración apoyados por la policía federal y los militares, están capturando a los migrantes que viajan en el tren y en los autobuses que circulan por todo el sur y sureste de México, haciendo redadas en hoteles baratos y en albergues.

El resultado es que a diferencia de antes, el número de migrantes dirigiéndose al norte ha disminuido significantemente y aquellos que si logran realizar la peligrosa travesía lo hacen clandestinamente. Muchos de ellos caminan miles de millas, se esconden en el bosque y en los pocos refugios que les dan protección. Ahora el tren que hace unos meses viajaba cubierto con migrantes, ahora a menudo viaja prácticamente vacío.

“Estamos siendo cazados”, dijo Yovan Estrada, de 41 años de edad, un taxista de Puerto Barrios, Guatemala, que intentaba saltar sobre un tren en Arriaga, México, pero tenía miedo de hacerlo. El y su esposa, Mercy Maya, de 23 años, habían estado durmiendo en el bosque, mojados por las frecuentes lluvias.

“Si tienes el sueño de tratar de llegar a los Estados Unidos”, dijo Estrada junto a las vías del tren. “Entonces, tienes que intentarlo. En Guatemala puedes comer y vivir, pero si quieres tener un techo sobre tu cabeza, una forma de vida digna, no puedes”.

Ellos dejaron atrás a su hijo pequeño con su abuela; el día que ellos llegaron a las afueras de Arriaga, él estaba cumpliendo su tercer cumpleaños.

Jairo Alí Vega fue uno de los últimos inmigrantes que alcanzó a utilizar el tren para llegar a Estados Unidos, el joven de 20 años, indicó que en su natal Honduras, ya no se podía vivir y venía huyendo del crimen organizado.

“Con tanta delincuencia y pobreza en nuestro país, uno piensa que aquí hay riqueza”, valora el joven de 20 años, quien todavía lleva un moretón en la frente como evidencia de su travesía, causada por una rama que por poco lo tira del tren. “La necesidad me hizo venirme”, enfatiza.

Gobierno prepotente

En la región, operan tres centros de derechos humanos, encargados de verificar lo que pasa en las 621 millas de frontera con Belice y Guatemala. En el centro Fray Matías de Córdova, por su parte, señalan que ahora enfrentan dificultades para realizar su labor.

“Nosotros [desde] hace dos meses y medio que no podemos entrar al centro de detención en Tapachula”, denuncia Diego Lorente, director de la entidad. “Estamos ante un gobierno prepotente”, añade.

Según organismos defensores de los migrantes, en esta ruta cada año utilizaban el tren ‘La Bestia’ unos 400 mil inmigrantes. En el 2013, desde México fueron deportadas 77,527 personas de Guatemala, El Salvador y Honduras.

“Este programa para nada resuelve el problema de violaciones a los derechos humanos de los centroamericanos, lo empeora”, asevera Jorge Bustamente, experto en migración internacional y profesor de la Universidad de Notre Dame.

De acuerdo al experto, los operativos en los hoteles y trenes lo que está provocando es que los migrantes utilicen caminos clandestinos, alejándose de las rutas tradicionales para evitar los controles, algo que los expone todavía más al crimen organizado.

“Ahora lamentablemente tenemos las vías del tren vacías”, manifiesta Carlos Bartolo Solís, director de la Casa del Migrante Hogar de Misericordia, entidad ubicada en la ciudad de Arriaga, detallando que la presencia de centroamericanos se ha reducido en un 40%.

Según el activista, a nivel local la migración se ha vuelto invisible y lo que ha trascendido es que la gente está emprendiendo la travesía a pie en dirección a Ixtepec, Oaxaca, localidad que se ubica a 101 millas de Chiapas.

“No es más que un sistema policíaco para contener a los centroamericanos”, dijo Alejandro Solalinde, fundador del albergue Hermanos en el Camino, destacando que junto a otros líderes se desplazarán a diversos puntos para evitar que los migrantes sigan siendo víctimas.

En Nuevo Laredo, Tamaulipas la situación es similar, así lo asegura Luis Kendzierski, director de la Casa del Migrante Nazareth. Por lo general, en esta época hay una reducción de migrantes, pero ahora muy pocos llegan.

“Es una situación contradictoria”, indica el religioso, explicando que el tren era controlado por bandas criminales que extorsionaban a los migrantes. “Ahorita [los centroamericanos] van a tener que buscar otras formas de llegar hacia el norte”, manifiesta.

Hace un mes, las autoridades consulares de El Salvador en Tapachula, Chiapas, denunciaron actos arbitrarios en la redada que se realizó en la zona, caso que fue presentado ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México.

De acuerdo al reporte, manifestó el cónsul Herbert Guzmán vía telefónica a HOY, cinco niñas, 16 mujeres y ocho hombres relataron que fueron tratados como delincuentes y no les explicaron el motivo de su detención.

“Son los hechos que pedimos que se investiguen”, manifiesta el funcionario sobre lo ocurrido el 6 de agosto en el municipio de Arriaga, en el cual no se les permitió a los migrantes que recibieran asistencia consular.

En el pasado

La primera concesión para la construcción de las vías del tren, desde Veracruz hasta la Ciudad de México, se remonta a 1,837. Con el tiempo, conectaron a los centros industriales con los puertos, zonas fronterizas y la red ferroviaria estadounidense. Por lo general, fue utilizado para trasladar maíz, trigo, azúcar, cemento, fierro, arena, carbón, madera, combustible, gas y amoníaco, entre otros productos.

En los ’80, con la ola de refugiados centroamericanos, fenómeno provocado por los conflictos civiles en esa región, comenzaron a utilizar el tren que salía de Tapachula, Chiapas para llegar hasta los puntos fronterizos de California y Texas. En los ’90, se incrementó la demanda, así como las víctimas que dejaba a su paso, por lo que se le llamó ‘La Bestia’ y ‘El Tren de la Muerte’.

En octubre de 2005, a causa del huracán Stan las vías férreas resultaron destruidas desde Tapachula hasta Tonalá. Es por esa razón que la ciudad de Arriaga, a 231 millas de la frontera con Guatemala, se convirtió en el nuevo punto de partida. Después de 9 años de inactividad, dicha conexión se reabrió en mayo pasado.

La llegada de más de 50 mil menores no acompañados procedentes de Guatemala, El Salvador y Honduras, generó que Estados Unidos declarara crisis humanitaria a mediados de 2014. Al mismo tiempo, México anunció que prohibiría el uso del tren ‘La Bestia’, bajo la iniciativa que se denominó Programa Integral de la Frontera Sur.

A finales de agosto, las autoridades mexicanas indicaron, al presentar oficialmente el programa, que lo que se busca es evitar el tráfico y la trata de personas, así como combatir el crimen organizado, para lo cual detallaron que se utilizarían más patrullajes en los 23 municipios fronterizos con Guatemala y Belice.

“Un aspecto fundamental es que junto con las entidades federativas, se programarán y fortalecerán las fiscalías de atención a delitos en contra de migrantes para contar con ministerios públicos especializados en la materia”, indicó Humberto Mayans, coordinador de las políticas públicas en la frontera sur, al dirigirse a la prensa.

Asimismo, se estipuló el aumento de la velocidad del tren, el uso de nuevas tecnologías y el incremento de presencia militar en la zona. A la fecha, también se han hecho más visibles retenes y redadas, creando un cerco en contra de los migrantes que intentan cruzar de forma irregular el territorio mexicano.

De política de puertas abiertas con abusos en México, a medidas radicales

Hablar de política migratoria en México era hablar de puertas abiertas, de apoyo no sólo a Centro América sino hasta a países antiestadounidenses como Cuba, pero esa situación ha ido cambiado, al menos con el área centroamericana, al grado que en estos momentos no sólo extorsiona y abusa a los inmigrantes que pasan por el país sin la intención de quedarse, sino que ahora les impide buscar una vida mejor.

En el cruce fronterizo, entre México y Guatemala, hay ocho puntos de acceso autorizados, pero hay más de 30 pasos ciegos. Con la ola migratoria centroamericana desatada en los ’80, las autoridades mexicanas nunca cerraron las puertas.

Jorge Bustamente, profesor de la Universidad de Notre Dame y experto en migración internacional, sostiene que a pesar de dicha facilidad, al ingresar los centroamericanos “casi siempre han sido tratados con discriminación y abuso de sus derechos humanos”.

A criterio del académico, las reformas en legislación migratoria en pro de los derechos humanos de los inmigrantes, realizadas en el 2011, buscaban revertir ese trato, pero solo quedó plasmado en un documento. Al contrario, en el 2014, se registró el mayor giro en una política que ataca a los centroamericanos.

“Lo que ha hecho el gobierno es localizar los puntos donde había mayor número de inmigrantes y los ha reprimido, lo que ha dado lugar a abusos y extorsiones por parte de las fuerzas policiales. Se podría decir que es la posición más dura”, indicó a HOY el fundador del Colegio de la Frontera Norte.

Esta es la primera parte de una serie de tres historias donde estamos analizando, desde Estados Unidos, México y Centroamérica, algunas de las causas, medidas y consecuencias de la política migratoria entre Estados Unidos y sus vecinos del sur.

En la historia contribuyó información de Tracy Wilkinson, reportera de LA Times.

Migrantes centroamericanos con sueños mutiladossegunda parte

Impacto transfronterizotercera parte

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