Anuncio

Cómo otros maestros podrían haber manejado el ‘texting’ de la adolescente de Carolina del Sur

Estudiantes de la Jefferson High School durante el primer día de escuela de este año escolar, el pasado 18 de agosto.

Estudiantes de la Jefferson High School durante el primer día de escuela de este año escolar, el pasado 18 de agosto.

(Foto: Mark Boster / Los Angeles Times )
Share via

Antes de que los maestros siquiera abran un libro de texto, el tema de las reglas en el salón de clases es típicamente la primera lección del año escolar. Mantener el control en el salón de clases y una mínima disciplina es prioridad para una instrucción de calidad.

Pero la forma en que los instructores tratan a los estudiantes desafiantes puede tener grandes repercusiones. Si los maestros no pueden manejar a sus estudiantes, especialmente al inicio de clases, se arriesgan a crear un ambiente ingobernable que establece el tono para el resto del año. Si resulta difícil lidiar con un estudiante de conducta desafiante, entonces toda la clase lo resentirá.

Si se enfrentan a un estudiante y el encuentro se vuelve físico o violento, o si se les acusa de conducta inapropiada, pueden enfrentarse a largas investigaciones que potencialmente pueden poner fin a su carrera.

Anuncio

Después de que una estudiante en Spring Valley High School en Columbia, Carolina del Sur, se negó a salir de la clase después de haber utilizado su teléfono celular el lunes pasado, su profesor de matemáticas llamó al subdirector, quien también le pidió a la chica que saliera de la clase. Cuando ella se negó, el administrador llamó al oficial Ben Fields para sacar a la chica del salón de clases. Ella se negó de nuevo, dijeron las autoridades.

Fields la sacó de su asiento, derribando el escritorio, luego la tiró al suelo – estas acciones fueron grabadas en video con teléfono celular. El oficial fue despedido el martes por el uso inapropiado de la fuerza, un caso que ha provocado un debate nacional sobre la disciplina en los salones de clase.

El episodio de Carolina del Sur tiene a los maestros de Los Ángeles reflexionando sobre sus propios métodos de disciplina en el salón de clases. Aquí hay tres opiniones:

Peterson, un profesor de primaria que ha sido maestro durante ocho años, se hizo el propósito de no levantarles la voz a los estudiantes. Pero un alumno de quinto grado en Hancock Park Elementary puso a prueba la paciencia de Peterson poniéndose de pie sobre la silla y gritando porque se sentía frustrado y necesitaba atención. Después de tal episodio, “mi presión arterial comenzó a subir, y esto nunca es una buena situación para nadie”, dijo Peterson.

Peterson frustrado pensó en su formación en la comedia de improvisación, así que también se levantó de la silla y le preguntó a sus estudiantes si alguien más quería subirse a la silla. La clase comenzó a reír. El niño desafiante hizo un puchero, pero finalmente se sentó y comenzó a prestar atención.

“La escena no iba bien, y cuando eso ocurre hay que darle un giro a la situación”, dijo Peterson.

Peterson, quien dio clases en el Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles del 2002 al 2010, comenzó a dejar que en ocasiones sus alumnos se subieran a la silla y hablaran de sus sentimientos y problemas. Peterson ahora es miembro del personal de la USC Rossier School of Education, y dijo que sólo ha llamado a seguridad escolar a su salón de clases dos veces durante su carrera docente.

Cuando se enfrentan a interrupciones o con estudiantes que están abstraídos con sus teléfonos celulares, Peterson dijo que el trata de “mantener un nivel de profesionalismo, estar tranquilo y ser directo”, dijo Peterson, “yo en lugar de llamar a los oficiales, le diría a los estudiantes varias veces que esperaba que dejaran sus teléfonos”. Él entonces dejaría al estudiante y regresaría después de cinco minutos para verificar que lo haya hecho.

“Les preguntaría si están listos para tener una conversación conmigo”, dijo Peterson. “Sería rápida; yo no descuidaría a toda mi clase por una persona, sin embargo, trataría de demostrarles que me importan más ellos que la falta de respeto percibida”.

Al inicio del año escolar, la profesora de educación física en Dorsey High School, Sherlett Hendy Newbill, expone con cuidado a los estudiantes las normas sobre los celulares para que sepan las consecuencias. Los estudiantes pueden utilizar los teléfonos móviles sólo para las asignaciones, por lo general alrededor del 10 % del tiempo de clase.

A pesar de que ya les había advertido, Newbill recogía de 10 a 20 teléfonos celulares a la semana al principio del semestre.

“Por lo general, me acerco, les pongo la mano, y me lo dan”, dijo Newbill , que ha dado clases durante 19 años

Cuando los estudiantes se niegan, Newbill llama a seguridad. Si un estudiante se pone violento, ella espera la ayuda de un asesor del campus sin armas y reanuda la clase.

Newbill dijo que por lo general no interviene físicamente en las peleas estudiantiles. Ella prefiere esperar a otro adulto antes de intervenir en el pleito, así una persona puede centrarse en cada estudiante. Pero si la seguridad inmediata es un problema, dijo Newbill, actúa sola.

Una vez, uno de los padres la acusó de tratar a una chica con demasiada fuerza, dijo Newbill . “Dije que la había tratado como si fuera mi propia hija. Yo quería asegurarme de que estaba a salvo y de que la otra señorita también estuviera a salvo”, recordó.

“Yo estaba muy consternada por lo que vi”, dijo Newbill del video de la escuela de Carolina del Sur. “No podía creer lo que estaba sucediendo”.

El presidente de la Federación de Maestros de California dijo que cuando ensenaba en Manual Arts High School y que fue durante casi 20 años, siempre evito llamar a los miembros de seguridad a su salón de clases. A veces Pechthalt ponía de forma temporal a un estudiante problema en otra aula, donde podían sentarse en silencio en la parte de atrás. “Si los mantienes en la clase, tienes a otros 35 niños que te miran preguntándose qué está pasando”, dijo.

Pechthalt dijo que después de ver el video, se preguntó cómo se habría acercado él a la chica. “Había tanta rebeldía allí”, dijo. “Parecía que le pasaba algo serio”.

Al igual que otros entrevistados, Pechthalt dijo que el comportamiento negativo era a menudo un signo de problemas en casa. En lugar de enfrentarse a los estudiantes en el aula, Pechthalt dijo que trataría de hablar con ellos fuera de la clase o de dirigirlos a uno de los profesionales de salud mental de la escuela.

“Los niños son muy herméticos; no van a contarte que sus padres tuvieron una pelea o que su primo fue asesinado”, dijo. “Tuve la suerte de contar con una gran cantidad de recursos. No estoy seguro de que muchas escuelas los tengan”.

Debido a que ahora hay un menor número de psicólogos o asistentes en los campus, dijo Pechthalt, algunos maestros mantendrán al estudiante problemático en la clase si este no impide que los otros aprendan. Esta opción puede ser una mejor alternativa que perder un tiempo valioso de clase localizando a otros empleados de la escuela para poner disciplina, dijo.

“No creo que eso funcione bien”, dijo. Llamar a la policía o a seguridad fue un último recurso, dijo Pechthalt. “Lo que a largo plazo casi siempre empeora las cosas”.

jason.song@latimes.com

howard.blume@latimes.com

Traducción Diana Cervantes

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí

Anuncio