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El ataque en San Bernardino ha modificado el debate político y las elecciones de 2016

"La gente quiere fortaleza", dijo el sábado Donald Trump, el favorito republicano, durante un mitin en Davenport, Iowa.

“La gente quiere fortaleza”, dijo el sábado Donald Trump, el favorito republicano, durante un mitin en Davenport, Iowa.

(Scott Olson / Getty Images)
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La masacre en San Bernardino, que ahora está siendo investigada como un ataque terrorista, ha reformado el debate político en una elección que los estrategas de ambos partidos habían pensado debatía, principalmente, sobre política interna.

Pero mientras el domingo el presidente Obama hablaba desde la Oficina oval a la nación, y mientras los candidatos que quieren reemplazarlo buscaban recalibrar sus posiciones, todas las partes se enfrentaban a un problema central: la naturaleza del ataque desafía las soluciones que cualquiera de las partes ha estado ofreciendo.

Debido a que el tiroteo no parece haber sido dirigido centralmente o planificado, un ataque más intenso contra las posiciones de estado islámico en Irak y Siria, cosa que los republicanos han pedido en los últimos meses, podría tener poco impacto en la prevención de las recurrencias de ataques.

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Y debido a que los atacantes compraron sus armas legalmente, después de pasar por los controles de antecedentes requeridos, la respuesta preferida de los demócratas de expandir el sistema de verificación de antecedentes para cubrir las ventas adicionales, tiene poca importancia.

En las horas posteriores al discurso de Obama, los republicanos lo criticaban por carecer de cualquier tipo de innovación dramática.

“No hay un plan nuevo, solo un entusiasmo a medias en el intento por defender y distraer”, escribió en su cuenta de Tweeter Paul D. Ryan, presidente de la Cámara de Wisconsin.

“¿Eso es todo lo hay allí?” fue la respuesta de Donald Trump.

En realidad, esta crítica podría nivelarse en ambos partidos, tanto con respecto a derrotar el estado islámico en sus bases en Irak y Siria y, más aún, con tratar de prevenir los ataques inspirados por la propaganda del grupo. Si alguien tiene una gran idea para hacer más seguro el país, está aún por verse.

Ambos lados han ofrecido algunas propuestas más pequeñas, tales como ajustar el proceso para obtener una visa para ingresar a Estados Unidos, una idea que Obama apoyó en su discurso desde la Oficina ovalada.

Los demócratas han presionado para prohibir la compra de armas por la gente que se encuentra en las listas de observación por terrorismo. La negativa de los republicanos de votar por esa idea, a la que se opone la Asociación Nacional de Rifles, ha dado a los demócratas un nuevo punto de discusión y Obama hizo hincapié en ello una vez más.

Pero sobre todo, el objetivo de Obama era exponer lo que su administración ya está haciendo, lo que refleja la creencia en la Casa blanca de que muchos estadounidenses no están conscientes de cuál es su enfoque. Su lenguaje fue diseñado para calmar y tranquilizar.

Trató de convencer a los votantes de dos cosas: que tiene una estrategia eficaz, algo que la mayoría no cree en la actualidad — y que su enfoque hará que los Estados Unidos sea más seguro sin necesidad de que el país se “vea jalado, una vez más, en una larga y costosa guerra peleada en tierra”, que argumentó sería insostenible y probablemente contraproducente.

También subrayó la necesidad de la unidad nacional, dedicando gran parte de su discurso a la importancia de la cooperación entre el gobierno y las comunidades musulmanas, un reproche implícito a Trump, que desde los ataques a Paris el mes pasado, repetidamente ha hecho el llamado a darle “seguimiento” a los musulmanes.

Para los candidatos que buscan poner su pie dentro de la Oficina ovalada, el imperativo ha sido algo diferente: convencer a los votantes de que ellos están preparados para dirigir el país llegado un momento de peligro.

Hasta ahora, esa dinámica parece han reforzado, más que a nadie, a los favoritos de ambos partidos: Trump y Hillary Clinton.

El espectro del terrorismo vinculado a una inmigrante del Medio oriente y su marido nacido en Estados Unidos, toca directamente los temas que Trump ha destacado en los últimos cinco meses: sus inquietudes sobre la inmigración y el desprecio por lo que él llama “la cortesía política” que él arguye ha dañado la capacidad del gobierno para mantener la seguridad del país.

El domingo, Trump dijo que consideraría la idea de rastrear a los musulmanes estadounidenses para encontrar a aquellos que pudieran haberse radicalizado.

“Hay personas que deben de ser rastreadas. Si son musulmanes, son musulmanes. Pero tienes personas que deben de ser rastreadas”, dijo a CBS “Face the Nation”.

“No me estoy aprovechando de los temores. Me estoy aprovechando del sentido común”, dijo. “Yo rastrearía a un montón de gente”.

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