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Cinco incógnitas que podrían determinar quién será el ganador en las elecciones del 2016

Hillary Clinton habla en Portsmouth, N.H. A pesar de un año de campaña, 10 debates televisados y millones de dólares en publicidad, la mayoría de la gente e incluso los estados que primero votan, ahora están empezando a centrarse en sus opciones en la campaña de 2016.

Hillary Clinton habla en Portsmouth, N.H. A pesar de un año de campaña, 10 debates televisados y millones de dólares en publicidad, la mayoría de la gente e incluso los estados que primero votan, ahora están empezando a centrarse en sus opciones en la campaña de 2016.

(Steven Senne / Associated Press)
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Cualquiera que pueda con seguridad predecir el resultado de la contienda presidencial de este año está delirado.

Particularmente en el lado republicano, el número de posibles escenarios supera cualquier capacidad de predicción. Pero lo que si podemos hacer es destacar las cinco principales incógnitas.

Raramente sucede que un candidato arrase en las elecciones primarias. A excepción de los presidentes que van por un segundo período, casi todos los candidatos pierden en algún lugar.

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Para Trump, esa primera pérdida podría llegar más temprano que tarde. En Iowa, donde se llevará a cabo el primer concurso de la carrera de nominaciones el 1 de febrero, durante el último mes en la mayoría de las encuestas, Trump va a la saga del senador Ted Cruz de Texas.

Perder le duele a cualquier político, pero a Trump, que se jacta tanto de su posición en las encuestas y que ha construido su imagen en base a ser un “ganador”, el impacto podría ser particularmente áspero.

¿Se recuperará bien de una pérdida o perder podría ser la causa para que su campaña se mueva en una espiral descendente? ¿Comenzará a gastar grandes cantidades de su propio dinero, algo que hasta ahora ha evitado? ¿Si lo llegaran a ver derrotado sus seguidores, muchos de los cuales ya se han hecho a un lado de la política, se desanimarán aún más?

¿Aumentará la participación?

Incluso en los años de contiendas electorales acaloradas, realmente sólo una fracción de los votantes participan en las elecciones primarias.

Iowa, por ejemplo, tiene casi 2.1 millones de votantes registrados. En 2012, durante una contienda republicana ferozmente impugnada, sólo un poco más de 121.000 votantes participaron en las primarias del partido. Esta cifra representa un poco menos de una quinta parte de los votantes registrados del partido republicano.

Ese es el promedio para ambas partidos. En 2008, sin embargo, la campaña del entonces senador Barack Obama rompió el patrón, organizaron a decenas de miles de voluntarios que asistían al cónclave por primera vez, y lograron la participación a casi 4 de 10 Demócratas.

¿Puede lograr cualquiera de los candidatos de este año una hazaña similar, en Iowa o en otros estados de votaciones tempranas?

Las esperanzas del senador Bernie Sanders de lograr una victoria sobre Hillary Clinton dependen de esto. Las posibilidades de Trump también pueden elevarse si la participación aumenta – muchos de sus partidarios no son votantes primarios tradicionales.

Es difícil predecir la participación de antemano. Y a pesar de la cobertura y atención de los noticieros, la mayoría de los votantes apenas ahora están empezando a concentrase en sus decisiones.

Pero hasta el momento, los encuestadores que en el pasado han predicho con éxito la participación, como J. Ann Selzer, cuyos estudios han sido el estándar de oro para la votación en Iowa, dice que no ven signos de una ola de nuevos votantes.

¿Dónde puede adelantar Marco Rubio?

Su grupo de admiradores a menudo se refiere al senador junior de Florida como un candidato “transformacional” en potencia, que podría cambiar la imagen del partido republicano ante los votantes, como Bill Clinton lo hizo con los demócratas en 1992.

Sin embargo, Rubio tendría que realmente ganar la nominación, y a pesar de toda su habilidad como político, el camino hacia ese objetivo ha demostrado ser esquivo.

Trump ha cambiado la dinámica de la contienda de una manera que no ha ayudado a Rubio. Al mismo tiempo, el senador Ted Cruz de Texas ha consolidado apoyo entre los republicanos más conservadores, obligando a Rubio a competir en un grupo de candidatos que buscan votantes más moderados.

Los asistentes de Rubio insisten en que todo está bien. Cruz puede haber madurado demasiado pronto, sugieren ellos y es ahora el blanco de cualquier otro candidato. El apoyo para su candidato llegará en el momento justo, dicen.

Mientras que el candidato de alguno de ellos no barra en las primeras contiendas, Rubio todavía podría emerger como el ganador porque es el candidato más aceptable para la más amplia franja de votantes del partido así como para sus más grandes e influyentes donantes.

Pero es difícil ganar la nominación sin realmente haber triunfado primero en un estado de votación temprana.

Rubio casi con seguridad debe ganar el 15 de marzo las primarias en su estado natal, Florida. Pero para hacer eso, él probablemente primero tendrá que anotar algunas otras victorias.

Los estrategas de Rubio alguna vez hicieron predicciones muy positivas sobre Carolina del Sur como su estado parteaguas. Sus ayudantes ahora apuntan hacia Nevada. Si la ventaja de Cruz persiste en Iowa, él, y quien gane en New Hampshire, supondrá un obstáculo importante para Rubio en ambos estados.

¿Qué pasa con la investigación del FBI de los mensajes de correo electrónico de Clinton?

Hasta ahora, Sanders no ha mostrado la habilidad para derrotar a Clinton. Ha recaudado mucho dinero--$ 33 millones en los últimos tres meses del año, casi tanto como Clinton — y tiene más de 1 millón de dólares de pequeños donantes, pero Clinton sigue comandando el apoyo de una gran mayoría de demócratas y lidera en las encuestas de todos los estados primarios tempranos, excepto New Hampshire.

Pero el asunto del correo electrónico sigue haciendo sombra.

Las autoridades han dicho que Clinton no es el foco de su investigación. Dicen que están tratando de determinar si personas que trabajaban para ella en el Departamento de Estado manejaron indebidamente información clasificada en varios correos electrónicos que le enviaron.

Aun así, las investigaciones pueden tomar giros repentinos, y mientras ésta continúe, el resultado seguirá siendo un gran signo de interrogación en la contienda del 2016.

¿Podrá la demografía pesar más que el deseo de cambio?

No le preste ninguna atención a las encuestas sobre hipotéticos contrincantes en las elecciones generales – por ahora, en su mayoría, no tienen sentido. Casi independientemente de quién gane la nominación Republicana, las elecciones generales del 2016 parece que estará muy cerrada.

Después de ocho años de George W. Bush y ocho más de Obama, el país sigue estando casi uniformemente dividido entre demócratas y republicanos, y la brecha entre las dos partes se ha ensanchado.

Jóvenes contra viejos, minorías contra blancos, laicos contra religiosos, liberales versus conservadores, urbano versus rural – todas estas divisiones en la sociedad americana han llegado a coincidir con la división partidista.

El número de estadounidenses que se cambian de partido ha caído a un nivel muy bajo, y la polarización partidista no había sido tan fuerte en más de un siglo.

Tal vez si Trump se convirtiera en el candidato del partido republicano--o si corriera como candidato de un tercer partido – esa dinámica cambiaría. Pero aparte de eso, la probabilidad es fuerte de que las elecciones de 2016, como las contiendas en 2008 y 2012, se resumirá a un número relativo de electores en un pequeño número de estados, incluyendo a Florida, Carolina del norte, Virginia, Ohio, Colorado, Nevada y quizás algunos otros.

Ambas partes buscarán impulsar la participación de sus seguidores. Los republicanos albergarán la esperanza de que después de ocho años de tener un demócrata en la casa blanca, el deseo de cambio moverá suficientes votantes hacia ellos.

Los demócratas cifrarán sus esperanzas en la movilización y coalición de los liberales blancos, minorías, mujeres solteras y los electores urbanos que pusieron a Obama en la casa blanca.

¿Cuánta de la votación negra caerá sin tener al primer presidente negro del país en la boleta? ¿Los votantes latinos aparecerán en mayor número? ¿Clinton, si gana la nominación demócrata, ampliará el usual liderazgo demócrata entre las mujeres?

¿O quizá la fatiga con el partido en el poder enviará a algunos estados claves hacia la oposición, tal como ha sucedido anteriormente después de presidencias de doble períodos? Esas preguntas, al final, probablemente sean más importantes para el resultado que todos los titulares entre hoy y el día de las elecciones.

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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