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LAPD cree que el ‘Grim Sleeper’ cometió, al menos, 25 asesinatos

Tina Saunders, hermana de Sharon Dismuke, una de las cinco posibles víctimas adicionales del asesino serial Lonnie Franklin Jr., más conocido como ‘Grim Sleeper’.

Tina Saunders, hermana de Sharon Dismuke, una de las cinco posibles víctimas adicionales del asesino serial Lonnie Franklin Jr., más conocido como ‘Grim Sleeper’.

(Bethany Mollenkof/Los Angeles Times)
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Vivian Williams había perdido hace tiempo la esperanza de que el asesinato de su hermana se resolviera, cuando encendió su televisor y se encontró con las noticias acerca de un asesino en serie llamado ‘Grim Sleeper’.

Mientras veía a los detectives de la policía de Los Ángeles requisar una casa verde en 81st Street, una horrible sensación se apoderó de ella. Williams comprendió que había estado en esa casa muchas veces, para dejar allí a su hermana, Georgia Mae Thomas, quien por entonces visitaba a su novio Lonnie. “¡Él lo hizo! ¡Él lo hizo!”, gritó a su marido. “Yo sé que él ha sido”.

Ese hombre, Lonnie David Franklin Jr., fue condenado el jueves pasado por los asesinatos de nueve mujeres y una niña de 15 años de edad.

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Aunque Thomas no fue incluida en ese grupo de víctimas, los fiscales están preparando su caso y el de otras cuatro mujeres que, se sospecha, fueron asesinadas por Franklin, en la fase de sentencia del juicio, que comenzará este jueves.

Al hacerlo, las autoridades desafían la narrativa clave de uno de los más notorios criminales seriales de L.A., cuyo primer asesinato tuvo lugar en 1985 y el último caso conocido ocurrió en 2007. Franklin fue apodado ‘Grim Sleeper’ (algo así como ‘el cruel durmiente’) por una aparente diferencia de más de 14 años entre los homicidios, desde 1988 hasta 2002.

Pero las autoridades creen que el ‘Grim Sleeper’ en realidad no descansó jamás, y que el asesinato de Thomas, en 2002, ayuda a comprobarlo. “No creo que haya dejado de matar”, señaló el detective Daryn Dupree, de LAPD, el último detective restante que trabajó en el equipo que detuvo a Franklin.

En total, los investigadores creen que Franklin es responsable de, al menos, 25 asesinatos, entre ellos 11 que tuvieron lugar durante el período de reposo que le dio origen a su apodo. Las cinco víctimas que los fiscales presentaron en la fase condenatoria del juicio ponen de manifiesto los fuertes casos por los que Franklin no fue acusado.

Estos casos fueron conectados con Franklin cuando él ya había sido acusado de los otros asesinatos. Los fiscales señalaron entonces que iniciar cargos adicionales hubiera generado más retrasos en su juicio y no habría aumentado su condena, puesto que ya entonces enfrentaba una posible pena de muerte. Las familias de las víctimas apoyaron la decisión de no presentar los casos.

Estas cinco mujeres tenían mucho en común con el resto de las víctimas, tanto en vida como en referencia a sus muertes. Todas ellas eran jóvenes, negras y llevaban una existencia difícil en el sur de Los Ángeles. Todas luchaban contra la adicción y algunas recurrían a la prostitución para solventar su hábito.

Sus ejecuciones se llevaron a cabo con el modus operandi distintivo de Franklin, precisaron los fiscales. Todas ellas recibieron disparos en el pecho y fueron desechadas entre la basura, en callejones y contenedores.

Thomas, de 43 años, recibió dos disparos en el pecho y fue arrojada a un depósito industrial rodeado de basura, cerca del sitio donde otras víctimas habían sido halladas. Según afirmó Dupree, en su cuerpo había rastros de ADN de Franklin. Las pruebas de balística, informó el detective, mostraron que había sido asesinada con un arma de fuego calibre .25, que la policía secuestró en la casa de Franklin.

Inez Warren, de 28 años, fue encontrada en un callejón de Gramercy Park, con una herida de bala en su pecho. Sharon Dismuke, de 21 años, tenía dos disparos en el pecho y fue abandonada en una gasolinera, con un trapo dentro de su boca.

Ayellah Marshall, de 18 años, desapareció en 2006. Rolenia Morris, de 31 años y madre de dos niños, desapareció en 2005. Sus cuerpos jamás fueron encontrados.

Los investigadores hallaron más de 1,000 fotos y cientos de horas de video en la casa de Franklin, con mujeres, muchas de ellas desnudas y en poses sexualmente gráficas, algunas aparentemente inconscientes.

La tarjeta de identificación de la preparatoria Hawthorne High School de Marshall, y una fotografía de Morris, además de su licencia de conducir, también fueron halladas en un garaje, dentro de un refrigerador lleno con mórbidos objetos de las víctimas. Para los fiscales, se trataba de ’la vitrina de trofeos’ de Franklin.

En la fase condenatoria que comienza esta semana, el jurado deberá considerar si condena a Franklin a muerte o a prisión perpetua sin posibilidad de libertad condicional.

Esta semana, las familias de las víctimas se dirigirán al jurado acerca de la pérdida de sus madres, hijas y hermanas.

Williams afirmó que aún se siente enfadada y que ha esperado años para hacerle frente a Franklin, y comentó que durante el juicio tuvieron contacto visual mientras él se dirigía al estrado de la defensa. “Sí. Me acuerdo de ti y sé que tú recuerdas a Georgia”, pensó en ese momento. “Tú sabes que lo hiciste, y yo sé que lo hiciste”. Esta semana, ella espera enfrentarse de nuevo al hombre que le sonreía y la saludaba cada vez que dejaba a su hermana con él. “Me gustaría recordarle que todas esas veces que yo la llevaba a su casa”, dijo, “él me saludaba; y luego la mató”.

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La oportunidad de enfrentarse a Franklin, señalaron otros familiares, les permitirá defender a estas mujeres que merecían un destino mejor.

Tina Saunders y su hermana mayor, Sharon Dismuke, pelearon sólo como las hermanas saben hacerlo. Dismuke era de carácter fuerte pero sensible; una mujer poco femenina a quien jamás se la veía luciendo un vestido; sólo sus pantalones vaqueros, una camiseta y sus tenis blancas Chuck Taylor All-Star.

Su dura apariencia escondía sus problemas, pero a pesar de sus debilidades, Dismuke era una feroz guardiana de su hermana menor. Cuando ella tenía 15 años, el novio de Tina le dejó una marca en su pierna después de un juego brusco. Dismuke se sintió molesta, recuerda Saunders, y se dirigió a la casa del muchacho. “Ella fue hasta allí y le hablo de frente”, recuerda Saunders, riendo. “Él volvió y se disculpó”.

Las adicciones consumían a Dismuke, pero en su mayoría permanecían ocultas. Saunders recuerda que su hermana la tomó de su camisa una noche, y le imploró que jamás consumiera drogas. “Yo era ingenua, pero ahora puedo ver cuánto ella luchó”, manifestó Saunders. “Siempre trataba de protegerme”.

Su última conversación se trató acerca de lo emocionadas que estaban porque pronto serían tías. Pero Dismuke no vivió lo suficiente para conocer a sus sobrinos. “Yo sólo pensaba que cualquier día ella aparecería nuevamente por ese porche”, recordó.

En 2010, Saunders se preguntó si el caso del ‘Grim Sleeper’ tendría algo que ver con su hermana. Pero, después de casi 30 años, había renunciado a toda esperanza.

Unos pocos meses después, un detective de LAPD llamó para decir que un arma hallada durante un registro de la casa de Franklin -empleada para matar a Janecia Peters, otra víctima- también había aniquilado a Dismuke.

Para Saunders, las décadas de indiferencia por parte de las autoridades le permitieron a Franklin seguir matando libremente. Ahora, ella se niega a permitir que se olvide el caso de su hermana, y hablará acerca de esa prometedora existencia que quedó trunca. “No sabemos cómo habría sido su vida; ella no tuvo una segunda oportunidad”, afirmó.

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