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Para aprender sin tarea

Una niña hace su tarea en la escuela.

Una niña hace su tarea en la escuela.

(Ariana Cubillos / AP)
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Agencia Reforma

Para que los niños tengan tiempo para jugar y con el objeto de evitar altas dosis de estrés y favorecer la convivencia familiar, distintos colegios emprendieron un cambio radical en sus sistemas de enseñanza relativo a darle la vuelta al concepto tradicional de tarea.

En algunas escuelas no dejan ningún tipo de trabajo para realizar en casa con la finalidad de generar cambios en el estado de ánimo de niños, padres y maestros; ello, sin afectar el desempeño escolar.

Para poder lograr este objetivo, Angélica Malpica, directora corporativa académica de Talemted, detalla que en su escuela, ha sido necesario eficientar las lecciones y hacerlas dinámicas.

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“Al no tener tareas, cada maestra sabe que tiene 50 minutos para que (los niños) aprendan el contenido, no se pueden confiar en decirle a los padres de familia que le ayuden a explicar las materias. Sí implica una exigencia mayor sobre los maestros. Se vuelven muy creativos y las clases son diferentes.

“…Dejar las cosas para después y de procrastinar se enseña en las escuelas. Si tienes una o dos horas diarias de matemáticas claro que aprendes, no es necesario dejarlo para la tarde”, dice.

Así, Malpica y Fernando Cañizales, desarrollador de proyectos en el colegio, aseguran que han notado en los niños una mayor disposición de aprender, mientras los padres han descubierto una nueva dinámica familiar.

“Los papás se pueden relajar y ser responsables de lo que les toca. Ese es el otro impacto inmediato que tiene que ver con la parte anímica de la gente, los niños no regresan cansados al otro día por todo el estrés que se produce con el asunto de las tareas y las expectativas que a veces tenemos como papás.

“Aquí salen y ya tienen el resto de la tarde para hacer lo que quieran, automáticamente mejora la calidad de vida del niño y también de sus padres al vincularse con sus hijos. Esta oportunidad representa horas diarias de convivencia de alta calidad”, detalla Cañizales.

Deberes con otro aire

En la escuela Ashmont School siguen un modelo de neuropsicología aplicada, que trabaja simultáneamente con los dos hemisferios cerebrales, así que algunos de los trabajos que se dejan para la casa son prácticos, como jugar Turista mundial o hacer un memorama, cuenta Orlando Gutiérrez, director administrativo.

“Con un simple juego de mesa estás generando integración familiar, trabajo matemático y negociación. Ese aprendizaje lo hace de forma inconsciente y queda de manera permanente, porque la mejor manera de que el niño aprenda es jugando”, cuenta Gutiérrez.

El pedagogo explica que ellos evitan dejar tareas relativas a llenar planas.

“Si yo te dejo repetir 20 veces una palabra o buscar 50 definiciones en un diccionario, te estoy haciendo aprender de manera repetitiva, no estás desarrollando ninguna habilidad.

“En estudios que han hecho los países escandinavos, pioneros en esto, se ha visto que ese tipo de tarea repetitiva puede llegar a ser contraproducente porque genera un efecto de estrés en la vida del niño. Un adulto tiene una jornada laboral de ocho horas; si un adulto no trabaja por las tardes, ¿por qué un niño si?”, subraya.

Por otra parte, en el Instituto Ellen Key solo dejan lecturas para la tarde, ya sean de los textos que los niños eligen o los que nutren una investigación particular, cuenta Fernanda Oropeza, subdirectora de Primaria.

“Erróneamente hemos relacionado la tarea con el castigo, y en muchas escuelas sucede que lo que no alcanzaste a ver aquí te lo llevas de tarea, cuando en realidad debe ser para reforzar lo que ya viste en clase y cerciorarse que ya se tiene el aprendizaje”, dice.

“Se van a su casa tranquilos y relajados, saben que pueden ir a sus clases de ballet o de natación porque aquí aprovecharon el tiempo, resolvieron sus dudas y cuando se les dejan estos trabajos de investigación vienen muy entusiasmados, con mayor disposición de aprender y con trabajos de mucha calidad”.

Ponen su granito

Para promover que los niños tengan tiempo de esparcimiento, estos colegios tienen entre su oferta de después de la escuela clubes de tarea.

Algunas escuelas, como el instituto Simón Bolívar, ofrecen un horario extendido por las tardes en donde se da apoyo con profesores que están con los alumnos para resolver dudas; y también hay manualidades y actividades deportivas.

Otros centros ofrecen servicio de comedor, diferentes talleres como futbol, capoeira, cocina, circo o creación de videojuegos, entre otros, y apoyo en tareas (dirigidas o acompañadas). También hay escuelas en donde se pueden tomar clases como ballet, futbol y magia y otras actividades donde se integra el apoyo a tareas dirigidas.

La visión internacional

Finlandia ha sido reconocida por especialistas en docencia como un país modelo en materia de educación y, entre las múltiples reglas que ha roto este país está la relativa a la cantidad de tarea, la cual han reducido al mínimo.

Y es que, después de un siglo de investigación, no hay evidencia de que enviar a los niños a un “segundo turno académico” después del colegio sea necesario o siquiera benéfico, declara en entrevista Alfie Kohn, autor del libro The Homework Myth.

“A veces se defiende (a la tarea) con los supuestos beneficios no académicos como desarrollar autodisciplina, responsabilidad, independencia o buenas habilidades de estudio. He estudiado este tema por años y no he encontrado ningún estudio científico que respalde esta teoría”, asegura el estadounidense.

Asimismo, enfatiza en la sensación negativa que la tarea deja en los niños.

“Es probable que la tarea sea el mayor extinguidor de curiosidad jamás inventado. Lleva a la frustración, al cansancio y al conflicto familiar. En el proceso hace que los niños vean el aprendizaje como algo no placentero, subraya.

Al respecto, Etta Kralovec, profesora en la Universidad de Arizona, agrega la inequidad económica y social como parte de los factores que interfieren.

“La tarea se va a ambientes en casa muy diferentes. Algunos niños tienen padres educados, acceso a internet, tutores pagados y lugares de estudio muy bien iluminados. Otros van a casas en donde son responsables de sus hermanos, en donde no tienen internet o libros”, dice la autora de The End of Homework.

“Cuando los maestros asignan tareas deberían saber a qué clase de ambiente la están enviando y si es posible si quiera para ellos hacerla”, puntualiza.

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