Diccionario imprescindible para conocer el carnaval de Brasil

Escuelas, blocos, abrealas, baterias, passistas y puxadores, son apenas unos cuantos términos del complejo lenguaje propio del carnaval de Río de Janeiro, que este año comenzará el próximo viernes y se extenderá hasta el miércoles 1 de marzo.

Para no perderse en el laberinto carnavalesco, hay que dominar las palabras claves. A continuación, algunas pistas:

El carnaval comienza formalmente con la entrega de las llaves de la ciudad al Rei Momo, el “dueño” de la fiesta. Un personaje de la mitología griega alegre, afable, de buena conversación y gordo, tanto que, antiguamente, una de las exigencias del personaje era pesar al menos 120 kilos. Tiene una corte formada por la Rainha do carnaval y varias princesas.

El gran espectáculo se desarrolla en Marqués de Sapucaí, avenida que rinde homenaje al exministro Cándido José de Araújo (1793-1875) y donde en 1984 se inauguró el Sambódromo, compuesto por una recta de 700 metros rodeada de gradas para el público.

Diseñado por Oscar Niemeyer, este tiene capacidad para 75.000 espectadores y está coronado, en uno de sus extremos, por una gigantesca escultura en forma de M que, según la tradición, representa a una mulata en tanga.

Consta de “camarotes” (palcos privados) gradas y frisas, como se denomina la fila de sillas de primera línea.

El desfile corre a cargo de las escolas de samba, asociaciones populares enfocadas en la música y la samba. Hay decenas en Río de Janeiro, pero apenas un puñado puede desfilar en el Sambódromo, donde se dividen en dos categorías:

Grupo Especial: Es la máxima categoría de las escuelas de samba. Formado por 12 agrupaciones que desfilarán las noches del domingo y el lunes compitiendo por el triunfo.

Grupo de Acesso: La segunda división del carnaval carioca, formada por 14 escuelas que desfilan entre el viernes y el sábado de carnaval. La ganadora asciende al Grupo Especial.

Cada escola tiene un carnavalesco, que es el ideólogo de todo el desfile, desde el enredo (tema), hasta las fantasías (disfraces) y los carros alegóricos (carrozas), para crear el ambiente de folia (fiesta).

Los desfiles se dividen en varias secciones (alas). Entre las más importantes, la baiana, compuesta por mujeres vestidas con las tradicionales ropas del estado de Bahía, o la mirim, integrada por niños.

Fundamental es la bateria, la orquesta de la escola, que cuenta con entre 250 y 300 músicos. El sector más importante suele ser la percusión, que se vale de instrumentos como la “cuica” -un tambor de metal introducido en Brasil por los esclavos que se toca tirando de un palillo de bambú-; el tamborim, que marca el ritmo de la samba, la batucada o el cucumbi, y el reco-reco, similar a un raspador y también conocido como caracaxá o querequexé.

El desfile se abre con la porta-bandeira acompañada del mestre sala de la escola y da paso a la comissão de frente, compuesta por entre 10 y 15 personas que realizan una coreografía que introduce el enredo.

A continuación, avanzan los passistas, que se encargan de conquistar al público y suelen ser mujeres con fantasías minúsculas, seguidas del puxador, el líder de ala de músicos, y de la rainha da bateria, la musa de la escuela de samba, que suele ser una artista o una actriz famosa.

La escola tiene también sus destaques, bailarinas con espectaculares fantasías que llaman la atención sobre el resto, y su velha guarda (vieja guardia), formada por viejos sambistas que suelen desfilar con ropas de gala y sombreros panameños.

El objetivo es ganar el carnaval y convencer a los 40 jueces quienes, divididos en diez grupos, puntúan la actuación de las escuelas. Las notas, del 1 al 10, suelen ser muy polémicas, porque oscilan por apenas décimas, generalmente a partir del 9.5.

El jurado se reúne el miércoles de ceniza (1 de marzo) y anuncia los resultados.

Pero el carnaval de Río no se limita al Sambódromo. Los blocos (comparsas) se encargan de animar la celebración en las calles y arrastran a miles de personas al ritmo de las marchinhas, un ritmo popular que predominó en el carnaval en la primer mitad del siglo XX.