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Artistas del grafiti exhibirán su trabajo en galería de El Bronx

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Una exhibición de obras recientes y fotos de los coloridos murales del grupo Tats Cru, que pasaron de pintar los vagones del metro en el Nueva York de los ’80 a convertirse en leyendas del arte del grafiti, celebra sus 37 años de trabajo callejero.

“El arte de Tats Cru” en la galería BronxArtSpace desde el 3 de junio al 15 de julio, hará un recorrido a través de fotografías y vídeo por algunos de los trabajos de Sotero Ortiz “BG183”, Wilfredo Feliciano “Bio” y Héctor Nazario “Nicer”, todos de origen puertorriqueño, y mostrará nuevas obras en las que cambiaron las paredes por el lienzo.

Pero hace 37 años era inimaginable, incluso para ellos, que el grafiti fuera considerado arte -aunque para ellos estaba claro que lo era-, se mostrara en una galería o que fueran reconocidos a nivel internacional.

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Para entonces, eran sólo al menos una docena de adolescentes que crecían en el sur de El Bronx, un distrito en ruinas, con altas tasas de violencia, símbolo de decadencia urbana, olvidado por los políticos en una ciudad con alta incidencia de drogas y criminalidad, en particular en el subterráneo, que sólo querían mostrar su trabajo y ser reconocidos fuera de su barrio.

“Pintábamos los trenes porque dibujabas en El Bronx y entonces ese tren iba luego a Manhattan o Coney Island, lo veían otros artistas del grafiti y te hacías famoso. Era una competición entre artistas, de estilo, de cómo lo hacías, de personajes para decir ‘somos los mejores’”, recordó Ortiz en entrevista con Efe.

“No era fácil meterse en un túnel, donde pintábamos los trenes. Había ratones, la gente que vivía ahí no querían que estuvieras ahí dibujando o los otros grupos de grafiti a veces entraban con pistolas o cuchillas, y tratando que la policía no te descubriera. Todo eso era importante, así que planeábamos para hacerlo”, sin importar las temperaturas gélidas o el calor, recordó además “BG183”.

Sabían que lo que hacían era ilegal y que arriesgaban sus vidas pero no les importaba. “Poner tu nombre ahí era el objetivo principal. No mirabas si era peligroso. Pintábamos letras, escribías tu nombre rápido con colores, que la letra se pudiera leer. Cuando pintabas, era el único momento en que te sentías libre”, agregó.

Wilfredo “Bio” Feliciano señala que aprendieron el arte del grafiti de mirar a otros artistas que pintaban en los trenes.

“No había escuela para enseñarte este arte y todavía es igual”, afirma mientras se prepara junto a sus compañeros por 37 años para pintar una pared en el sur de El Bronx, donde se hallan al menos 40 de sus murales que son visitados por turistas.

A partir de 1987 cuando ya no pudieron pintar más los trenes comenzaron a hacer murales con permiso en paredes de su comunidad, que llenaron de color.

“Muchos artistas usan color pero a nosotros nos gusta que el trabajo resalte, que cuando lo mires, te traiga alegría”, destaca Feliciano y asegura que el reconocimiento que han logrado ha sido “como un viaje” para los tres amigos.

Nazario indicó por su parte que pintar en la comunidad donde nacieron y crecieron le dio un rostro a su trabajo. “La gente comenzó a pedirnos que pintáramos las paredes de sus negocios”, aseguró.

“Siempre fue una lucha abrir los ojos o cambiar la percepción a la gente de lo que estábamos haciendo. Pintamos en comunidades donde los padres trabajan hasta tarde en la noche en fábricas y no tienen la oportunidad de salir de sus trabajos y llevar a sus hijos a un museo. En esta área (sur de El Bronx) lo que pintamos es la introducción al arte para muchos de los chicos, les da color a sus vidas”, argumentó.

Explica que aunque pintan murales le siguen llamando grafiti porque aún siguen usando pintura en aerosol.

Antes nadie creía en ellos, aseguran, pero, su trabajo para la Coca Cola abrió las puertas para que fueran reclamados por otras multinacionales como Sony o Apple, ha llegado a películas de Hollywood, colaborado con artistas del hip-hop entre otras estrellas, y les ha llevado a Alemania, donde pintaron vagones del metro, a Inglaterra, Marruecos, Israel, España o China.

“Nos han cambiado el nombre muchas veces. Vándalos, artistas del grafiti, muralistas y ahora nos llaman ‘street art’. Nosotros siempre supimos que era arte”, afirmó Nazario.

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