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Por qué sin animales venenosos la humanidad tendría serios problemas

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¿Cuál es la criatura más aterradora que se esconde en el rincón más oscuro de tu imaginación?

Tiene que ser extremadamente horripilante como para ganarle a esta bestia.

Me refiero a un repugnante organismo con forma de gusano que puede atraparte con sus cuatro poderosas mandíbulas.

Una vez que te tiene agarrado te inyecta un veneno que te paraliza y licúa tu carne, que luego empieza a chupar.

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¿Agradable no?

Puede que esta criatura no sea más grande que tu dedo meñique, pero, si la observas de cerca es tan repulsiva que te revuelve las tripas.

Este gusano es una de las muchas “estrellas” que se presentan en una exhibición de animales venenosos que se inaugura la semana próxima en el Museo de Historia Natural de Londres (NHM, por sus siglas en inglés).

Es una muestra a la que es mejor no ir si sientes aversión a las arañas, las serpientes, las hormigas, las avispas, los escorpiones e incluso a los ornitorrincos (que también, por cierto, son venenosos).

Pero para quienes sienten fascinación por la evolución y por algunos de los notables trucos de bioquímica que elaboró en los últimos millones de años, la muestra no tiene desperdicio.

Hasta en el vino

La realidad es que estos animales están por todas partes. Dicen que uno nunca está a más de dos metros de una rata. Lo mismo vale para las criaturas venenosas o para los productos y servicios que nos brindan.

Así que es hora de enfrentarnos con ellas y empezar a quererlas.


“Si comes frutas, estas están polinizadas por abejas, que son venenosas”, dice Ronald Jenner, experto en evolución del veneno del NHM.

“Los higos están polinizados por avispas parasitoides. Si comes calamares o pulpos, son venenosos”.

“Los venenos se usan en cosméticos: las máscaras para la cara usan una versión sintética del péptido de víbora que relaja los músculos”, añade el científico.

“Y puede que no lo sepas, pero tu remedio para la diabetes es probablemente un versión sintética de una toxina”.

También el vino tiene veneno.

“El vino tinto que bebes fue aclarado con las vejigas natatorias de un bagre venenoso. No lo ponen en la etiqueta, pero los tentáculos del veneno están por todas partes en tu vida diaria”, dice Jenner.

“La ropa de algodón que usas... La única razón por la que podemos cultivar algodón en grandes monocultivos es porque las avispas parasitoides eliminan a los insectos que chupan la savia que, de otro modo, dañarían las cosechas. Sin veneno, estaríamos acabados”.

Encerrados tras de un vidrio

Es difícil no contagiarse del entusiasmo de Jenner cuando te muestra sus monstruos favoritos en el NHM.

Por suerte están todos muertos y detrás de un vidrio, sumergidos en un líquido conservante, lo que quiere decir que puedes echarles una mirada de cerca.

El veneno es una toxina -por lo general un tipo de péptido o una proteína grande- que se inyecta de forma deliberada a través de una herida mediante un mecanismo especializado.

Incluso hay una salamandra que lo hace con sus costillas.

Las rompe primero, luego estas pasan a través de las glándulas de su piel e inyectan el veneno en su enemigo.

Efecto reversible

Jenner trabaja mucho con el gusano feo —o el “gusano con la máscara de Halloween”, como le dice él— que mencioné al principio.

Este expulsa una neurotoxina que se usa en laboratorios de todo el mundo para estudiar la comunicación en células nerviosas.

“Cuando el gusano ataca a un crustáceo, le causa parálisis espástica. Pero lo que resulta increíble es que este efecto es reversible”, explica.

“Científicos fraccionaron el veneno para separar justo esa parte que activa los canales de comunicación entre las células. Lo añaden al cultivo de células para estudiar el proceso de comunicación y luego lo quitan”.

“Fue solo recién este año que pudimos ver la estructura molecular completa de esta proteína. Es enorme y no hay nada que se le parezca en la naturaleza”.

Del veneno a los medicamentos

Algunos venenos espesan la sangre para producir coágulos en la víctima, lo que a su vez provoca un derrame y una muerte rápida.

Algunos venenos actúan como agentes anticoagulantes. Los murciélagos vampiro usan esta estrategia para poder seguir chupando sangre de una herida.

Aunque suene terrible, es fácil ver su enorme potencial para la industria farmacéutica.

El ejemplo más famoso es probablemente el del Bothrops jararaca, una serpiente brasileña que puede rápidamente hacer que le baje la presión a su víctima para que se desmaye y caiga al suelo.

Este veneno les mostró a los científicos el camino para crear uno de las primeros tratamientos para la presión alta en seres humanos.

Después está también el “monstruo de Gila”. La picadura dolorosa de este lagarto incorpora un péptido que regula la glucosa.

AstraZeneca comercializa una droga basada en esta molécula llamada Exenatide que se utiliza para controlar la diabetes tipo 2. Su costo es de cientos de millones al año.

El peor de todos

Claro que todos quieren saber cuál es el miembro más letal de la colección de Jenner. “Siempre me preguntan cuál es el peor de todos”, dice.

Comparar venenos no es algo sencillo, porque cada forma de guerra química puede ser altamente especializada: lo que funciona para un tipo de presa puede ser mucho menos efectivo en otra.

Pero el monstruo preferido del experto es la serpiente conocida como taipán de la costa, que habita la costa norte de Australia y Nueva Guinea.

El método de inyectar veneno para acabar con una presa o para defenderse de un depredador evolucionó de forma independiente 90 veces en la naturaleza y hoy día hay 200.000 especies vivientes venenosas.

Esto demuestra lo útil que es el veneno.

Y casi todo los animales tienen las herramientas genéticas para evolucionar esta capacidad.

“Uno podría incluso hacer que los humanos sean venenosos”, se ríe Jenner. “Implicaría hacer una reproducción selectiva que podría tomar dos millones de años, pero definitivamente se podría hacer. Nuestra saliva es un buen lugar para empezar”.

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