TLCAN 2.0 frena lucha contra cambio climático en Norteamérica, dicen expertos
México — La negociación del capítulo de energía dentro del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) obstaculiza la lucha contra el cambio climático y pone en riesgo el medioambiente de la región y el clima del planeta, advirtieron hoy economistas de México, Canadá y Estados Unidos.
“Las comunidades en toda América del Norte soportan la caída de los salarios y el aumento de las amenazas climáticas. En lugar de reducir estos problemas, el TLCAN los está exacerbando”, señala el reporte “TLCAN 2.0 ¿Para la gente o para los que contaminan?”, divulgado hoy.
Destaca que el TLCAN, vigente desde 1994 y actualmente en renegociación, “fue escrito antes de que existiera una amplia conciencia sobre el cambio climático y se negoció con aportes de ejecutivos de los combustibles fósiles (carbón, gas, petróleo), sin aportaciones de trabajadores, científicos o comunidades afectadas por el cambio climático”.
El documento, publicado por el Sierra Club de Estados Unidos, el Consejo de Canadienses y Greenpeace México, fue escrito por Frank Ackerman, Ben Beachy (EE.UU.), Alejandro Álvarez Béjar (México) y Gordon Laxer (Canadá).
Los especialistas señalan que en el TLCAN “se incluyen una serie de reglas poco conocidas que vinculan a América del Norte con la dependencia de combustibles fósiles en lugar de respaldar una transición justa hacia una economía de energía limpia”.
Agregan que es necesario que en las negociaciones se considere el Acuerdo de París (2015), que estableció un plan de acción mundial que pone el límite del calentamiento global por debajo de dos grados centígrados. Pero para que esto sea posible es necesario que se elimine la llamada “regla de proporcionalidad” para la importación y exportación de combustibles, señalan.
“La regla de proporcionalidad está escrita en lenguaje genérico como si se aplicara a los tres países del TLCAN, pero se aplica de manera efectiva solo a Canadá. México está exento de los requisitos de exportación de energía”, explica el reporte.
A efectos prácticos, agrega, la proporcionalidad tampoco se ha aplicado en Estados Unidos, “porque este país históricamente ha importado gran cantidad de petróleo y gas natural y ha exportado poco de ambos”.
“La poco conocida ‘regla de proporcionalidad’ amarra a Canadá a una producción perpetua de petróleo extraído de arenas bituminosas y gas obtenido por fracking (fractura hidráulica), y da a las corporaciones contaminantes luz verde para construir oleoductos a Estados Unidos”, dice Laxer, economista político y director fundador del Instituto Parkland en la Universidad de Alberta, Canadá.
Para que la transición de Canadá a una economía de energías limpia pueda comenzar, “esta regla que fomenta la contaminación debe terminar”, añade.
De acuerdo con el documento, el TLCAN 2.0 incluye reglas expansivas sobre “cooperación regulatoria” que podrían ser usadas para presionar a Canadá y México a adoptar estándares climáticos y ambientales más débiles, lo cual impulsa la administración del presidente estadounidense, Donald Trump.
Ackerman, principal economista en Synapse Energy Economics en Estados Unidos, advierte: “El TLCAN 2.0 puede extender el daño ya provocado por los ataques de Trump a las políticas medioambientales, dando mayor influencia a las corporaciones de combustibles fósiles para presionar a México y Canadá a replicar estos retrocesos regulatorios”.
Incluso sin Trump en el gobierno, “la inclusión de estas propuestas en el TLCAN 2.0 pueden prolongar su legado por décadas”, agrega.
“Los negociadores del TLCAN 2.0 para México han manifestado que quieren que la nueva versión integre plenamente las disposiciones de la reforma energética de 2013, que ha estimulado la perforación en aguas profundas y el fracking”, señaló Gustavo Ampugnani, director de Greenpeace México, en un boletín.
La reforma energética en México abrió la puerta al capital privado para la explotación de hidrocarburos, incluido el fracking, así como a la participación de particulares en la generación de electricidad.
Actualmente, solo 1 % de la electricidad en México proviene de fuentes renovables, como la solar o eólica, mientras la mitad proviene del gas, que es responsable de 45 % del aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero mexicanas entre 1990 y 2012.
“Los estímulos que el TLCAN otorga actualmente a las compañías petroleras y gaseras exacerban la dependencia de México a los combustibles fósiles, frenan el desarrollo de la energía eólica y solar, y promueven el fracking”, explica Álvarez, profesor de Economía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Pero las propuestas en el TLCAN 2.0 “pueden empeorar las cosas al ponerle un candado a la desregulación del petróleo y gas en México, creando barreras a largo plazo para el avance en la lucha contra el cambio climático”, advierte.
Por último, para Beachy, director del programa A Living Economy del Sierra Club, “el TLCAN “debe ser reescrito fundamentalmente para beneficio de las familias trabajadoras, que han sido las más golpeadas por la economía de los combustibles fósiles”.