La Ciudad de México entra en la espiral de violencia que azota al país
México — Con episodios delictivos que hace algunos meses parecían esporádicos pero que se han vuelto recurrentes en las últimas semanas, la Ciudad de México ha entrado en la espiral de violencia que ha dejado 8.900 asesinatos en los primeros cuatro meses de 2018 en el país.
Negar que grupos de la delincuencia organizada que operan en el país tuvieran actividad en Ciudad de México fue la estrategia que el Gobierno capitalino decidió implementar y aunque quizás no fue la mejor la metrópoli parecía blindada.
Pero los hechos de los últimos días dieron cuenta de que no es así como lo muestran los seis muertos, un herido y una veintena de detenidos registrados durante las últimas 72 horas en la capital mexicana.
La madrugada del domingo, se hallaron los cuerpos desmembrados de dos hombres y una manta con un mensaje en Tlatelolco, norte de la ciudad, y este martes una disputa de vendedores de droga al menudeo derivó en un enfrentamiento armado con policías que dejó cuatro muertos, un herido y 25 detenidos en Iztapalapa, oriente.
“Es muy claro que hace mucho tiempo la Ciudad de México está en niveles de violencia similares a los de algunos estados de México, pero esa violencia es menos notoria porque la ciudad tiene una fuerza policial unificada”, explicó a Efe Pablo Girault, asesor de la organización civil México Unido Contra la Delincuencia.
Hasta el momento de dejar su cargo en febrero para contender por un puesto como senador, el Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, negó varias veces que en la ciudad operaran cárteles del narcotráfico y siempre culpó de la violencia a vendedores de baja escala.
Cuando hace un año murió Felipe de Jesús Pérez, alías “el Ojos”, señalado como líder del cártel de Tláhuac, oriente de la Ciudad de México, Mancera calificó a la organización como “un grupo grande de narcomenudeo, (pero) no del tamaño de un cártel”.
Desde entonces, una serie de asesinatos atribuidos principalmente a ajustes de cuentas, cuerpos desmembrados, encobijados o metidos en toneles, confirmaron que estas organizaciones delictivas locales pueden tener nexos con los cárteles del narcotráfico.
Según las autoridades, en la capital mexicana, con 9 millones de habitantes y 21 millones si se suma la Zona Metropolitana, operan por lo menos dos organizaciones criminales, el cártel del Tláhuac en el sur y el oriente; y la Unión Tepito, en la zona centro de la ciudad.
El actual Jefe de Gobierno, José Ramón Amieva, reconoció este martes que estos grupos de narcomenudistas tienen potenciales alianzas con cárteles de la droga que están asentados en los estados de Jalisco (oeste), Morelos y Guerrero (sur).
El Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y los cárteles de Guerreros Unidos y los Rojos, son los grupos criminales con más actividad tanto en la zona oeste como en el sur del país.
“Tenía conocimiento hace dos meses de que existían estos grupos delincuenciales que se dedican al narcomenudeo y sabemos que se han vinculado o relacionado con otros grupos que ejercen el narcotráfico a nivel nacional”, apuntó Amieva.
El titular de la Secretaría de Gobernación, Alfonso Navarrete, aseguró este día que en la capital mexicana “hay mucho narcomenudeo pero no tiene pruebas de la presencia de las organizaciones más grande del crimen organizado”.
Para Girault era cuestión de tiempo que la violencia que azota al país, llegara a la capital mexicana.
“Las autoridades lo negaron hacia afuera, pero no pienso que lo hicieran hacia adentro, a pesar de ello no han tomado las acciones necesarias para marcarle los límites a la delincuencia”, apuntó.
El asesor acusó la limitada actuación de las autoridades, quienes se deslindan de sus responsabilidades y sólo atinan a decir que los enfrentamientos se dan entre grupos delictivos, en una repetición de la estrategia del Gobierno Federal en distintos estados.
Según el periódico Reforma, en una publicación del pasado lunes, la DEA reportó desde 2015 la operación en la Ciudad de México de cuatro cárteles con presencia a nivel nacional.
México registró en 2017 un total de 25.339 homicidios dolosos en lo que ha sido el año más violento en las últimas dos década, con un impacto económico a nivel nacional equivalente al 21 % de su PIB, unos 249.900 millones de dólares de acuerdo con el Índice de Paz 2018.