México pasa por encima de su epitafio y vive su novela de realismo mágico
México — Para los hinchas de la selección mexicana de fútbol la clasificación a los octavos de final del Mundial marcó este miércoles un antes y un después en la historia del Tri porque por primera vez no llorarán ante su epitafio maldito: “México jugó como nunca y perdió como siempre”.
En uno de sus peores partidos en la historia de los Mundiales, los mexicanos se desinflaron y fueron goleados 3-0 por una Suecia que les pasó por encima, pero accedieron a la fase de los 16 mejores gracias a un milagro que pareció sacado de una novela de realismo mágico: Alemania perdió 2-0 ante Corea del Sur.
Supersticiosos como son, esta mañana los aficionados mexicanos oraron por once guerreros vestidos de verde y blanco, como se empeñan en llamar a sus futbolistas. El rezo tuvo respuesta pero de forma extraña: La selección obtuvo el pase gracias a la actuación de unos alemanes que se vistieron con el verde y el blanco del Tri y al caer vencidos le dejaron su lugar en octavos.
México empezó a perder ante Suecia a los 14 segundos cuando Jesús Gallardo recibió una tarjeta amarilla consecuencia del nerviosismo y luego hubo una falta en el área en favor de los europeos que el VAR no aprobó como penalti pero empezó a dejar claro quién dominaba.
A las nueve de la mañana el país se detuvo y poco después de las 10 llegó el primer golpe con el gol de Augustinsson (m.50), al que siguieron una puñalada en forma de penalti de Granqvist, en el minuto 62, y un autogol de Édson Álvarez, en el 74.
El colombiano Juan Carlos Osorio, criticado porque en ninguno de sus partidos con la selección repitió alineación, este miércoles salió a la cancha con el mismo cuadro con el que venció a Corea, pero sus centrocampistas estuvieron despistados, su defensa nerviosa y los delanteros fuera de tino.
México, primer equipo eliminado en la historia de los Mundiales con seis puntos, México otra vez perdió el bueno, México jugó como siempre y perdió como nunca, repitieron los hinchas llorosos, pero el campeón Alemania dejó de serlo de la peor manera, superado por los humildes coreanos y eso cambió la historia de México.
Fue un desenlace que acabó con dos mitos. México no repetirá más su epitafio y por una vez fue incierta la frase casi profética del goleador inglés Gary Lineker: “El fútbol es un deporte en el que juegan once contra once y siempre gana Alemania”.
El escritor mexicano Benito Taibo suele repetir que el realismo mágico está presente en el México de todos los días. Hoy el fútbol del país ha sabido de qué se trata y a su buen desempeño en los dos primeros partidos ha sumado un favor de la diosa Fortuna, tras ser humillados en el tercero.
Los hinchas no se reponen del golpe emotivo por estar en la segunda ronda por séptimo mundial seguido y supersticiosos como son, después de pasar por encima del epitafio maldito, tienen luz verde para ser protagonistas de su propia novela en colores.
Pueden imaginar al goleador Lozano rodeado de flores amarillas, al entrenador Osorio volando al cielo envuelto en una sábana y al equipo completo obsesionado, no con pescaditos de oro como el personaje de la mejor novela de realismo mágico, sino con la Copa Mundial, tan imposible de conquistar como que Corea le gane a Alemania.