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Una clínica de baloncesto en silla de ruedas para superarse

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EFE

Una bala que ingresó por las costillas derechas de José Andrés fracturó su columna vertebral cuando apenas tenía 13 años. Estaba en la calle después de haber jugado fútbol frente a la puerta de su casa cuando unos pandilleros confundieron al grupo de amigos con sus rivales y dispararon a mansalva.

De los siete que estaban reunidos ese día el único que recibió una herida de gravedad fue José Andrés. Casi dos años en cama, los estudios truncados, el encierro, la esperanza rota. Solo sanó con el baloncesto en silla de ruedas.

Este joven guatemalteco de 23 años de edad logró salir de un abismo gracias a los balones y las canastas. Ahora es el poste (centro) y aprovecha la fuerza que obtuvo haciendo pesas -su primer deporte tras el ataque- para jugar y demostrar su nivel en una clínica de baloncesto en silla de ruedas que realiza el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Guatemala del 2 al 9 de julio.

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El campamento brindado por el CICR, que tiene a José Andrés motivado y a casi una veintena más de jugadores en silla de ruedas entusiasmados por sacar lo mejor de sí y aprender todo lo posible, está encabezado por el asesor de deportes e inclusión de la CICR y estrella de baloncesto estadounidense, Jess Markt.

“Espero poder sobresalir con mi equipo y aunque tal vez no importa ser los mejores, pero lo fundamental es hacer cosas que antes no podíamos o imaginábamos para poder crecer con mis compañeros”, describe a la Agencia Efe un iluminado José Andrés.

Próximo a concluir su bachillerato en 2020, que cursa en una radio comunitaria que enseña a través de un programa llamado “El maestro en casa”, José Andrés aún practica con otro de los invitados por la CICR al campamento.

Una finta, una vuelta, empuje, choque de llantas. Los atletas en la silla practican sin escatimar ni fuerza ni velocidad para mejorar la defensa uno a uno antes de continuar con otros ejercicios y llevar al siguiente nivel su técnica de tiro, pase y juego en conjunto.

Enfocada en modificar su lanzamiento bajo la instrucción de Jess, una de las cinco mujeres que hacen parte de la clínica de baloncesto en silla de ruedas repite una y otra vez lo dicho: rebotar el balón, impulsar la silla hacia la canasta, colocar el codo a 45 grados y dirigir el lanzamiento de frente al aro.

Es Ángela Domínguez, estudiante de veterinaria de 26 años, una de las seleccionadas guatemaltecas que fue llamada por el CICR para participar en este campamento que al finalizar el próximo martes desarrollará un torneo entre la veintena de participantes para demostrar los alcances obtenidos con la teoría y práctica impartida por Jess y otros especialistas.

Con una prótesis desde que aprendió a caminar a los 2 años debido a una agenesia de fémur, Ángela comenzó apenas hace cinco años a practicar el baloncesto en silla de ruedas. Nunca antes lo había practicado sentada en movimiento, pero cuando finalmente lo hizo se sintió “libre” y, después de toda su vida sintiéndose en desventaja, consiguió asumir una igualdad que le da esperanza.

“Antes no tenía idea que existía el deporte adaptado. Éramos solo yo y mi discapacidad”, narra a Efe una sonriente Ángela que procurará absorber lo más posible para emplearlo cuando la próxima semana viaje con su equipo a El Salvador. Pule la técnica, los pases cortos y los rápidos. Los mismos con los que se ha enfrentado a unas “enormes” estadounidenses y canadienses en estos cuatro años de experiencia.

Baloncestistas del departamento norteño de Petén o de la colonial Antigua, pero principalmente de la capital guatemalteca, avanzan en la práctica de uno de sus principales motores: el deporte, el sudor, el esfuerzo y la disciplina que conlleva sacrificio y felicidad.

La consigna del CICR es llevar el conocimiento y la práctica para que los jugadores la repliquen en sus escuadras y se fortalezca el deporte guatemalteco e incluso asesorar y crear las condiciones para hacer una liga y una federación del deporte que aman los invitados a este programa y el estelar Jess Markt, quien a sus 19 años en 1996 sufrió una grave lesión en la médula espinal.

Ese progreso, siempre basado en el disfrute y la diversión, es el que espera ver Markt al final del campamento -que contó con el apoyo del Ministerio de Cultura y Deportes-, tras el cual “habrá más oportunidades para las personas con discapacidades en Guatemala para jugar baloncesto en silla de ruedas”, enfatizó a Efe.

La actividad, dedicada a la memoria de la fisioterapista española Lorena Enerbal Pérez, también contó con el apoyo del Consejo Nacional de Deporte, Educación Física y Recreación, la Confederación Deportiva Autónoma, el Comité Olímpico Guatemalteco, la Dirección General de Educación Física y el Ministerio de Educación.

Emiliano Castro Sáenz

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