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“El rebaño desconcertado”, una teoría muy presente en las elecciones estadounidenses

(Screengrab / HANDOUT)
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Estas elecciones primarias estadounidenses, me han hecho tener muy presente aquella teoría sobre “el rebaño desconcertado” de Walter Lippmann, influyente periodista estadounidense convencido de que los intereses de la sociedad deben ser manejados por una “clase especializada” capaz de tomar las decisiones que la gente común, según Lippmann, no está capacitada para tomar.

Esa “clase especializada” la integra una minoría de gente “responsable” que ejerce la planeación y la función ejecutiva de la vida económica, social y política de una mayoría denominada por Lippmann como “el rebaño desconcertado”, irresponsable e ignorante que se limita a ser espectadora, en lugar de participar activamente en el diseño y el manejo cotidiano de los intereses comunes.

El afamado intelectual estadounidense Noam Chomsky explica que según la teoría de Lippmann, las élites dominantes (clases política y empresarial) no deben permitir a la gente encargarse de sus asuntos, porque son irresponsables e incapaces de hacerlo, y la información suministrada por los medios de comunicación debe estar rígidamente controlada con el propósito de manufacturar o de fabricar el consenso de la llamada “opinión pública”. Según Chomsky, la democracia hoy es un “ejercicio de poder desde la cúpula financiera y empresarial, con el trabajo conjunto de intelectuales y líderes políticos, formando una minoría ejecutiva que se contrapone a la enorme mayoría”, denominada por Walter Lippmann como “el rebaño desconcertado” del que usted y yo formamos parte, según la visión de Lippmann, pero que es utilizado a través de las elecciones para legitimar con sus votos en el poder a esa supuesta “clase especializada”.

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Hace unos días me saludó uno de mis vecinos: blanco, anglosajón y protestante. Buena persona, siempre amable, de unos 75 años de edad y simpatizante con los principios que identifican tradicionalmente al Partido Republicano.

“Me avergüenza lo que ha dicho Donald Trump sobre los mexicanos, mi esposa y yo lamentamos mucho esos calificativos y en general todo lo que hemos escuchado y visto durante estas elecciones primarias. Nunca había sido así, estamos desconcertados”, dijo con expresión franca en su rostro y agregó: “Ya ni ganas nos da de encender la televisión”.

Podría ser para mi vecino la primera vez en abstenerse de votar: “Si Donald Trump se confirma como el nominado, no voy a votar por nadie”.

Le pregunté sobre Hillary Clinton y me respondió que nunca votaría por ella y que le parecía aún “más peligrosa que Trump”.

Mi vecino tenía una cita con su doctor y ya no era oportuno preguntarle sobre Bernie Sanders, pero me quedó claro que se encontraba muy preocupado y totalmente desconcertado, como lo están muchos que a través de los medios dicen estar dispuestos a tratar de mudarse incluso a Canadá si Trump llegara a la presidencia.

El escándalo más reciente relacionado con Trump, es la publicación en su página de Facebook de quien fuera su mayordomo durante 17 años, Anthony Senecal, llena de sentimientos de odio contra el presidente Barack Obama, diciendo incluso que debiera ser asesinado, según publicó la revista Mother Jones.

Veo en lo personal como signo de esperanza que muchos en “el rebaño desconcertado”, no están tan inconscientes como les quisiera la “clases especializada”, y así lo demuestra el entusiasmo que el senador Sanders ha logrado aglutinar en torno a su campaña, a pesar de que los medios parecen hacer todo lo posible para que Sanders ya no sea tomado en cuenta, argumentando que a pesar de sus triunfos, incluidos los más recientes en Indiana y West Virginia, sería matemáticamente imposible que pudiera alcanzar a “la favorita” Hillary Clinton.

Da pena ajena leer a uno que otro pseudo analista en artículos propagandísticos más que periodísticos, calificando peyorativamente de “ruidosos” a los simpatizantes de Sanders, tratando de manufacturar o fabricar un consenso que haga sentir que es inútil presentarse a votar por él en las primarias restantes. La manipulación trabaja a marchas forzadas en muchos medios de información l grado de ignorar de manera descarada, eventos como la masiva concentración reciente de seguidores de Sanders en Sacramento, la capital de California.

En este contexto, alarmante resulta para la “democracia” estadounidense el hecho de que “más de la mitad de los votantes estadounidenses cree que el sistema de los partidos políticos para elegir a sus candidatos a la Casa Blanca, está amañado, mientras más de dos tercios quisiera ver cambios en el sistema de selección de candidatos”, según una encuesta conjunta de la agencia Reuters e Ipsos, y más alarmante aún el resultado de un estudio avalado por el Electoral Integrity Project (Proyecto para la Integridad Electoral), proyecto independiente de investigación financiado por el reconocido e internacionalmente premiado Australian Research Council (ARC) , integrado por un equipo de investigadores y académicos de las Universidades de Sydney en Australia y Harvard en Estados Unidos.

Dicho estudio expone una tabla comparativa de resultados en cuanto al índice de integridad electoral entre las principales democracias occidentales, incluyendo las votaciones presidenciales de 2012 y las intermedias legislativas de 2014 en Estados Unidos. Mientras los estadounidenses se muestran orgullosos de su democracia, el resultado de la investigación ubico a Estados Unidos en el último lugar, muy por debajo de Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia, ocupando los cuatro primeros lugares de la tabla.

Ciertamente hemos sido testigos de una de las peores narrativas proselitistas de elecciones primarias en Estados Unidos que podría extenderse hacia las elecciones generales de noviembre, pero al mismo tiempo, les guste o no a los de la supuesta “clase especializada”, hemos presenciado también en los contenidos de la campaña del senador Sanders una de las narrativas políticas más apegadas a la realidad de los problemas de fondo que aquejan, no sólo a Estados Unidos, sino a todo el mundo.

Entre los simpatizantes de Bernie Sanders, particularmente los jóvenes, para quienes es un insulto el calificativo de “ruidosos o escandalosos”, está la esperanza de que el “rebaño” pase del desconcierto a la participación y la movilidad consciente por la lucha de una verdadera democracia.

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