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Columna: ‘The Batman representa un espejo poco favorecedor

A moviegoer walks by a poster for  'The Batman' at a  Beijing theater
(VCG via Getty Images)
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La última película basada en cómics, “The Batman”, superó el pasado fin de semana el umbral de los 300 millones de dólares en Norteamérica, convirtiéndose en la segunda película desde que comenzó la pandemia en hacerlo. La otra es “Spider-Man: No Way Home”, de diciembre, que pone de manifiesto nuestra eterna afinidad por los superhéroes en general y por estos dos queridos personajes en particular.

La nueva película, protagonizada por Robert Pattinson como el Batman más grunge hasta la fecha, ha generado muchas conversaciones en línea de fanáticos que intentan averiguar quién debería ser el próximo villano en la presunta secuela.

No sé quién será el próximo malo, pero basándome en la tendencia, sé lo que será: un espejo.

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El actual proyecto del cruzado con capa tomó al Acertijo, conocido por su presentación caricaturesca y cómica gracias a actores de acción en vivo como Jim Carrey, John Astin y Frank Gorshin, y se sumergió de lleno en el terrorismo doméstico radicalizado.

Es una reinvención que se hace eco de la evolución brillantemente ejecutada por el Joker de Heath Ledger en “The Dark Knight” y repetida por Joaquin Phoenix en “Joker”. Sus interpretaciones les valieron el Oscar a ambos actores, un reconocimiento de que había algo más en sus personajes que los adornos de la pantalla verde.

Veremos si Paul Dano, quien cambia el traje verde característico del Acertijo por uno más acorde con el de Jigsaw de la serie de terror “Saw”, recibe un homenaje similar. Desde luego, será recordado.

El Acertijo de Dano es brutal.

Es sádico.

También es aterradoramente realista, muy parecido a los Jokers presentados por Phoenix y Ledger. El Acertijo de Dano no es sólo un criminal. Es un ciudadano agraviado que recurre al terrorismo doméstico para sacudir lo que considera un sistema corrupto e injusto.

¿Le resulta familiar?

De hecho, hay momentos en “The Batman” que parecen más páginas de un manifiesto terrorista que un guión con hombres en mallas. Así es como las últimas películas de Batman, empezando por la icónica trilogía de Christopher Nolan, pasaron de ser simplemente una nueva visión de las capas y los ladrones.

A pesar del realismo del CGI y de la calidad de los actores, Batman me sigue pareciendo un personaje de ficción. ¿Pero el Acertijo de Dano? Me recordó algo que el director del FBI, Christopher Wray, dijo al Senado en 2021.

“Seguimos viendo individuos radicalizados aquí en casa por ideologías yihadistas propugnadas por organizaciones terroristas extranjeras como ISIS y Al Qaeda, lo que llamaríamos extremistas violentos locales”, dijo. “Pero también estamos combatiendo a los extremistas violentos domésticos solitarios radicalizados por agravios personalizados que van desde los prejuicios raciales y étnicos hasta el sentimiento antigubernamental y antiautoritario, pasando por las teorías conspirativas”.

El resentimiento por la riqueza amasada por la familia de Bruce Wayne forma parte del canon. El director Matt Reeves ha ido más allá, haciendo de la guerra de clases un elemento esencial de la motivación de Acertijo. Si lo unimos a su desconfianza en el gobierno, lo que tenemos es una versión ficticia de un manifestante de Occupy Wall Street muy perturbado. Esto es lo que hace que la narración de las últimas películas de Batman sea más identificable que la de sus entretenidas y extravagantes predecesoras: sostienen un espejo lo suficientemente cerca para que veamos nuestro reflejo, pero lo suficientemente lejos para que podamos fingir que es otra persona.

Cuando el Acertijo y sus imitadores se propusieron asesinar a la nueva alcalde de Gotham, me acordé de los seis hombres que fueron detenidos en octubre de 2020 por conspirar para secuestrar a la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer. Uno de los hombres, Ty Garbin, se declaró culpable el año pasado y fue condenado a seis años de prisión. Un segundo hombre, Kaleb Franks, se declaró culpable en febrero.

Franks dijo que se unió a un grupo de milicianos después de que comenzó la pandemia, descargó una aplicación de mensajería encriptada y quería tomar represalias contra un gobierno injusto. Formó parte del equipo de vigilancia en la casa de Whitmer. Dijo que construyeron una “casa de tiro” para que hiciera las veces de casa de Whitmer para el entrenamiento. Esta semana, durante el juicio de los otros cuatro hombres, nos enteramos de que otro de los acusados envió un mensaje de texto al grupo diciendo: “¿cuándo es el linchamiento?”

Las imágenes del atentado terrorista doméstico del 6 de enero recordaban a la escena de la pelea final en el Ayuntamiento entre Batman y el villano Bane, cuyo modus operandi era también decididamente antigubernamental. Hay policías corruptos que trabajan para organizaciones criminales. Hay una industria de la salud mental desbordada. Todo está ahí... independientemente de que el “ahí” sea nuestro mundo o el de Batman.

Curiosamente, con cada entrega, el héroe se vuelve menos interesante. Son los villanos los que acaparan nuestra atención, haciendo declaraciones políticamente cargadas sobre su mundo que nos desafían a pensar en cómo es diferente del nuestro.

Y tengo que decir que, después de este último “Batman”, ya no parece haber mucha diferencia.

@LZGranderson

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí

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