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El Coronavirus enfrenta a los líderes mundiales a una elección terrible: Dañar su economía o perder millones de vidas

El presidente Trump y el secretario del Tesoro Steven T. Mnuchin, durante una reunión informativa con el grupo de trabajo sobre el coronavirus en la Casa Blanca el martes.
El presidente Trump y el secretario del Tesoro Steven T. Mnuchin, durante una reunión informativa con el grupo de trabajo sobre el coronavirus en la Casa Blanca el martes.
(Evan Vucci / Associated Press )
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La pandemia de coronavirus ha enfrentado a los gobiernos de todo el mundo con una difícil elección: dañar su economía o perder millones de vidas.

Aunque algunos dudaron inicialmente, los líderes y legisladores de Estados Unidos y de todo el mundo han decidido cada vez más que tienen que aceptar el grave dolor económico.

“Todo lo demás volverá”, dijo el presidente Trump el martes, incluso cuando la recesión económica y la agitación mundial se han profundizado. “Las vidas no volverán”.

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Los costos en ambas direcciones son enormes.

Los funcionarios de EE.UU saben que los peores escenarios podrían ser extremadamente malos. La Casa Blanca ha basado algunos de sus nuevos planes en un modelo de investigación desarrollado por médicos y científicos del Imperial College de Londres que sugiere que la epidemia de coronavirus en Estados Unidos podría matar al menos a 2.2 millones de estadounidenses en los próximos meses si no se controla.

El estudio señala que las medidas drásticas para detener las interacciones sociales, como el cierre de teatros, casinos y restaurantes, la cancelación de eventos deportivos y otras grandes reuniones, y el cierre de escuelas y universidades, podrían reducir significativamente el número de muertes.

Pero esos esfuerzos para frenar la propagación del virus - mitigación, como lo llaman los funcionarios de salud pública - traen sus propios costos: dejar a millones de personas sin trabajo por un tiempo potencialmente muy largo.

La UCLA Anderson School of Business predijo el lunes que la recesión económica causada por el endurecimiento de las restricciones del gobierno costaría 2 millones de empleos y elevaría la tasa de desempleo nacional al 5% en los próximos meses, frente al 3.5% de febrero. Los funcionarios de la administración han advertido al Congreso que la tasa de desempleo podría elevarse rápidamente a dos dígitos.

El pronóstico proyectó que la economía estadounidense comenzaría a recuperarse a finales de este año - posiblemente antes de las elecciones de noviembre - si la interrupción causada por el virus termina a finales del verano.

Sin embargo, eso puede ser demasiado optimista. El estudio de Imperial College sugiere que podrían ser necesarias medidas extremas de distanciamiento social durante más de un año para evitar que la pandemia vuelva a surgir.

Para los responsables políticos, las decisiones pueden ser difíciles, pero “en última instancia, es una decisión fácil”, apuntó Jason Furman, quien dirigió el Consejo de Asesores Económicos en la administración Obama y actualmente enseña en la Escuela de Gobierno Kennedy de Harvard. “No hay tiempo para hacer un cuidadoso análisis de costo-beneficio” sobre si una restricción en particular puede causar más daño del que previene.

En cambio, los funcionarios del gobierno tienen que “seguir una simple regla”, indicó Furman: “Todo lo que los médicos y los científicos consideren que se debe hacer para salvar vidas, debe hacerse”.

Trump, quien el domingo dijo que su administración tenía un “tremendo control” sobre la pandemia e instó a los estadounidenses a “relajarse”, cambió bruscamente de rumbo el lunes. Aceptó las amplias recomendaciones de los funcionarios de salud, instando a la gente a evitar reuniones de más de 10 personas, comer en restaurantes o cualquier viaje no esencial durante al menos los próximos 15 días, y repitió la orientación el martes.

Aparte, la Casa Blanca está pidiendo un paquete de estímulo económico masivo para tratar de arreglar el daño económico resultante.

En contraste con 2009, cuando el presidente Obama impulsó un plan de estímulo económico durante la crisis financiera, la administración Trump ha encontrado poca resistencia de los republicanos en el Congreso para planes potenciales que podrían costar más de 1 billón de dólares.

“Este es un momento extraordinario que requiere respuestas extraordinarias”, dijo el senador Kevin Cramer (R-N.D.). En una crisis como esta, la preocupación por los déficits “tiende a pasar a un segundo plano”, declaró.

El secretario del Tesoro Steven T. Mnuchin enfatizó ese punto cuando se reunió el martes con los senadores republicanos en el Capitolio.

“En otro momento, arreglaremos el déficit”, señaló. “No es el momento de preocuparse por ello”.

Aunque las pruebas ya han comenzado, los expertos en salud pública dicen que tomará de 12 a 18 meses desarrollar una vacuna efectiva para el coronavirus. Hasta entonces, todo lo que pueden hacer es tratar de reducir la tasa de transmisión manteniendo a las personas separadas.

Los virus, por naturaleza, se propagan hasta que se agotan los huéspedes que no están infectados o que han desarrollado inmunidad. Como la actual cepa de coronavirus es nueva, los humanos no tienen inmunidad natural a ella - o a la enfermedad que causa, conocida como COVID-19.

Los funcionarios de salud pública esperan que el virus se extienda hasta que el 80% de todos los estadounidenses lo hayan contraído o hasta que una vacuna entre en vigor, lo que ocurra primero. En ese momento, suficientes personas serán inmunes, lo que los médicos llaman inmunidad de grupo, para que la propagación se detenga.

La gran mayoría de los que se contagien con el virus no sufrirán muchos síntomas; bastantes de ellos ni siquiera se darán cuenta de que están enfermos. Pero con una población de 327 millones de habitantes, la pequeña parte que se enferma gravemente - se estima que alrededor del 5% requiere hospitalización - suma millones de personas.

Si todos ellos requieren cuidados extremos en un corto período, lo que sucedería si no se aplicaran controles, los hospitales se verían rápidamente abrumados, como ha sucedido en algunas partes de Italia. Si eso ocurre aquí, además del número de muertos por el virus, muchos otros pacientes no podrían recibir la atención adecuada y podrían morir.

Evitar ese escenario disminuyendo la velocidad de propagación del virus es el objetivo de las políticas actuales, un objetivo que se ha popularizado con la frase de “aplanar la curva”.

Crucialmente, sin embargo, aplanar la curva no necesariamente reduce el número de personas que se enferman: El objetivo es propagar la enfermedad a lo largo del tiempo, reduciendo el impacto en el sistema de salud en cualquier semana o mes en particular, pero a costa de hacer que la epidemia dure más tiempo.

En lugar de llegar a su punto máximo a finales de la primavera o en pleno verano, las actuales políticas de distanciamiento social podrían dar lugar a un flujo menor, pero constante, de pacientes en los hospitales durante muchos más meses.

Incluso eso es probable que haga colapsar el sistema al menos en algunos lugares. Aún en el mejor de los casos, el escenario de mitigación “seguiría dando lugar a una demanda máxima ocho veces mayor en las camas de cuidados intensivos” más allá de lo que podrían manejar Estados Unidos o Gran Bretaña, según el estudio del Imperial College.

Ese escenario optimista depende de mantener las políticas de distanciamiento social - y el daño económico resultante - en su lugar durante muchos meses, tal vez hasta que una vacuna efectiva esté disponible, advirtió el estudio. De lo contrario, el virus comenzará una vez más una propagación incontrolada.

El reto al que se enfrentan ahora los funcionarios del gobierno es si pueden mantener las nuevas restricciones el tiempo necesario y proporcionar suficiente ayuda económica para amortiguar el golpe.

Hasta ahora, el público ha aceptado en general las restricciones a la interacción social y los cierres de instalaciones públicas y privadas que los gobernadores, alcaldes y juntas escolares y otras autoridades han comenzado a ordenar.

Algunos estudiantes universitarios se han opuesto al cierre abrupto de las residencias de alumnos y los comedores, una interrupción que ha afectado especialmente a los estudiantes de bajos ingresos, que tal vez no tengan fácilmente otros lugares a donde ir o un acceso fácil a los estudios en línea. Las nuevas restricciones en bares, restaurantes y otras formas de entretenimiento han generado algunas quejas en los medios sociales.

Sin embargo, en general, el deseo de protegerse a sí mismos y a sus seres queridos de los daños ha hecho que las personas acepten medidas que normalmente no tolerarían.

Pero los responsables políticos son muy conscientes de que la tolerancia pública no durará para siempre. China ha conseguido frenar la propagación del virus, al menos por ahora, imponiendo controles extraordinarios a su sociedad, medidas que una democracia probablemente no aceptaría.

No es “en absoluto seguro que la supresión tenga éxito a largo plazo”, escribieron los autores del estudio de Imperial College. “No se ha intentado previamente ninguna intervención de salud pública con efectos tan perturbadores en la sociedad durante un período tan largo. Sigue sin estar claro cómo responderán las poblaciones y las sociedades”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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