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El Congreso, reflejo de un país dividido en medio de la crisis del coronavirus

La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi (demócrata de San Francisco), realiza una conferencia de prensa en el Capitolio, el pasado jueves.
(Manuel Balce Ceneta / Associated Press )
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Por un momento esta primavera, el Congreso se levantó para enfrentar el desafío de una emergencia nacional y aprobó cuatro proyectos de ley de rescate económico en menos de dos meses. De alguna manera, al parecer, el coronavirus había revivido el arte de los tratos bipartidistas.

Esos días felices han terminado. Luego de un receso prolongado, el Senado liderado por los republicanos volverá a sesionar el lunes, pero la Cámara demócrata no se reunirá por otra semana. En este punto, ambas cámaras ni siquiera pueden ponerse de acuerdo cuando es seguro volver a trabajar.

El líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell (R-Kentucky), convocó a los senadores al Capitolio debido a las fuertes protestas de los demócratas, que se quejan de que está violando las pautas de salud de la administración Trump.

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Tienen razón. Washington y sus suburbios permanecen en cuarentena. Las infecciones y muertes confirmadas por COVID-19 siguen en aumento, lo cual significa que aún no es prudente convocar a muchos de los casi 20.000 empleados del Congreso -por no hablar de sus miembros- de regreso al Capitolio.

McConnell afirma que el Senado debería reunirse porque los trabajadores de salud están arriesgando sus vidas. Pero su agenda de esta semana no se centrará en la pandemia, sino en confirmar a los jueces federales, una prioridad del partido republicano desde hace mucho tiempo.

“Mi lema para el año es: ‘No dejen nada vacante’”, se jactó en una entrevista de radio la semana pasada.

Los demócratas se pusieron furiosos, empezando por la senadora Dianne Feinstein, de California, la miembro más antigua del Senado, a sus 86 años de edad. “Traer de vuelta al Capitolio a 100 senadores de todo el país, incluidos muchos que provienen de puntos candentes de coronavirus, nos arriesga a todos”, escribió en una carta a McConnell. “También envía un mensaje equivocado al pueblo estadounidense”.

Los casos de coronavirus en California superaron los 30.000, con casi 1.150 muertes. Los funcionarios dijeron que la ciencia determinaría cuando se levantarán las restricciones.

Abr. 20, 2020

Pero McConnell, que tiene 78 años, no se conmovió, por lo cual Feinstein volará de regreso a Washington desde San Francisco en un avión privado.

No está claro qué precauciones se tomarán cuando se reúna el Senado.

El médico del Capitolio, el Dr. Brian P. Monahan, un oncólogo de la Marina, alentó a los miembros a usar máscaras, pero no puede ordenar que lo hagan. Casi dos meses después de que el presidente Trump afirmara que “cualquiera que desee hacerse una prueba puede hacerlo”, Monahan expuso que no tiene equipo para evaluar a los 100 senadores en menos de dos días.

A diferencia de los guardias de la Casa Blanca, la Policía del Capitolio no somete a los visitantes a controles de temperatura corporal.

El mismo médico del Capitolio informó a la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi (demócrata de San Francisco), que sería una mala idea reunir a los 430 miembros y al personal de estos, y la legisladora extendió el receso hasta el 11 de mayo.

Trump rápidamente politizó la decisión de Pelosi: “Creo que deberían estar de regreso aquí”, aseveró sobre los demócratas. “Pero están disfrutando de sus vacaciones”.

La batalla no fue sólo por el calendario; se trata del mensaje que cada parte quiere enviar durante esta crisis a nivel nacional.

Para Trump y el partido republicano, el mensaje es: es hora de reabrir la economía, y los senadores pueden probarlo yendo a trabajar, a pesar de que dos tercios de ellos son mayores de 60 años, la edad que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) consideran como el grupo de mayor riesgo.

Para Pelosi y los demócratas, el mensaje es: todavía no lo hemos revertido. A pesar de lo que dice el presidente, no se puede salir de una pandemia con palabras.

El resultado es un Congreso dividido; de un lado con máscaras faciales y el otro a menudo sin ellas. Y esto sólo va a empeorar a partir de ahora.

Aunque el Congreso aprobó $2.8 billones en gastos de emergencia desde mediados de marzo, ambas partes coinciden en que se necesita más. Sin embargo, no están de acuerdo en qué se debería incluir.

Al igual que con la búsqueda de ventiladores y equipos de protección, los estados compiten por las pruebas de serología en la carrera por reabrir la economía de forma segura, con poca ayuda federal.

Abr. 21, 2020

“El próximo paquete será más desafiante”, afirmó el representante Jim McGovern (D-Mass.), presidente del Comité de Normas de la Cámara. “No habrá tantos momentos de cercanía y coincidencia”.

Los demócratas quieren ir a lo grande -con $1 billón más-, incluida la ayuda para los gobiernos estatales y locales más afectados. También desean un seguro de desempleo ampliado, porque esperan que la recesión económica se prolongue, así como un programa más extenso de cupones de alimentos para familias a quienes les cuesta poner comida en la mesa. Y quieren ayudar a los estados a llevar a cabo las elecciones de noviembre por correo, en caso de que el COVID-19 imposibilite la seguridad en los lugares de votación.

McConnell inicialmente se opuso a la ayuda a los gobiernos estatales y la consideró como “rescates estatales azules”, pero cedió después de que los gobernadores republicanos advirtieron que pronto también necesitarán asistencia.

El líder del Senado está totalmente en contra de gastar dinero federal para que sea más fácil votar por correo; Pelosi asegura que es una de sus máximas prioridades. Sin ello sería una receta para el estancamiento.

Incluso hay una división partidista sobre un tema que debería ser sencillo: permitir que los miembros del Congreso trabajen desde casa.

McGovern propuso varias innovaciones tecnológicas, pero se encontró con reparos de parte de tradicionalistas y tecnófobos en ambos lados (“Tenemos miembros que todavía usan teléfonos con tapa”, advirtió).

Pero la resistencia ha sido especialmente rígida por parte de los líderes republicanos. “Estarían bastante contentos si la Cámara no pudiera aprobar una legislación o supervisar”, remarcó Norman Ornstein, un académico del American Enterprise Institute, un grupo de expertos de Washington.

En todo el país, algunos gobernadores se están moviendo velozmente para reabrir playas y negocios, mientras que otros prolongan las órdenes de cierre. Las encuestas muestran una división partidaria en la opinión pública; la mayoría de los demócratas están preocupados de que la administración Trump libere las medidas demasiado rápido, y aproximadamente la mitad de los republicanos, incluidos muchos de los partidarios más entusiastas de Trump, exigen el fin temprano de las restricciones.

Somos una nación que debería estar unida, pero no puede resistir la tentación de dividirse. Nos guste o no, el Congreso -mitad abierto, mitad cerrado; algunos con máscaras, otros no- es un espejo de nuestra nación insubordinada.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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