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Un siglo después del derecho al sufragio, ¿por qué las mujeres siguen subrepresentadas en el Congreso?

Las mujeres demócratas en el Congreso vistieron de blanco para reconocer el derecho al sufragio.
Las mujeres demócratas en el Congreso vistieron de blanco en el discurso sobre el Estado de la Unión que brindó el presidente Trump en 2019, para reconocer el derecho al sufragio.
(ASSOCIATED PRESS)

Cien años después de haber obtenido el derecho al voto, las mujeres sólo representan el 23.7% del Congreso, menos que en muchos otros países desarrollados.

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Aún cuando se cumplen 100 años en el país después de la ratificación de la 19º Enmienda, las mujeres representan solo el 23.7% del Congreso, el número más grande en la historia de Estados Unidos, pero una cifra menor que la registrada en casi todos los demás países desarrollados.

Las mujeres dirigen los comités de la Cámara y el Senado, presiden la Cámara y han sido nominadas para presidente y vicepresidente. Pero según el Centro Rutgers para Mujeres y Política Estadounidense, solo 359 de ellas han servido en el Congreso de Estados Unidos hasta la fecha, en comparación con casi 12.000 hombres.

Entre esas mujeres hay 243 demócratas y 116 republicanas. La mayoría han estado en la Cámara de Representantes. California envió a 43 mujeres al Congreso, más que cualquier otro estado.

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Los 431 miembros de la Cámara incluyen a 101 mujeres; 88 de ellas son demócratas y 13 republicanas. Las mujeres ocupan 26 de los 100 escaños del Senado, con 17 demócratas y nueve republicanas.

Solo cuatro de los 195 países del mundo tienen órganos legislativos en los que las mujeres ocupan al menos el 50% de los cargos: Ruanda, Cuba, Bolivia y los Emiratos Árabes Unidos, según el Banco Mundial, principalmente como resultado de cuotas. Pero decenas de países tienen un porcentaje mayor de legisladoras que Estados Unidos, entre ellos México, España, Etiopía, Vietnam e Irak.

Para conmemorar el centenario de la 19ª Enmienda, The Times habló con mujeres miembro de la Cámara y el Senado sobre el estado de su representación en el cuerpo legislativo más importante de la nación.

Presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi (D-San Francisco)

Mujeres en el cargo cuando ingresó al Congreso, en 1987: 23 Cámara, 2 Senado.

Cuando la mujer que se convertiría en la primera presidenta de la Cámara llegó a Washington, en 1987, ella y las otras 11 demócratas del recinto tomaron la decisión consciente de enfocarse en aumentar el número de congresistas femeninas en su partido. Así, reclutaron, recaudaron fondos y buscaron mujeres en todo el país.

Entonces, cuando las mujeres se sintieron estimuladas por el tratamiento dado a Anita Hill por un Comité Judicial del Senado compuesto exclusivamente por hombres, que consideraba la nominación de Clarence Thomas a la Corte Suprema, en 1992, el terreno estaba preparado. De manera similar, ese trabajo valió la pena después de la elección del presidente Trump, a pesar de las múltiples acusaciones de conducta sexual inapropiada y su propio reconocimiento de haber tocado y besado a mujeres sin el consentimiento de éstas.

“Tomamos la decisión de acercarnos, de tratar de llegar. Cuando hubo una chispa, como en 1992 y 2018, estábamos listas. Lo más importante es que ellos estaban listos”, remarcó Pelosi. “Es en verdad un placer contemplarlo, pero realmente fue una decisión de hace mucho tiempo”.

Pelosi suele contar una anécdota sobre su primera reunión en la Casa Blanca como presidenta de la Cámara. El primer mandatario por entonces, George W. Bush, se tomó un momento para marcar la ocasión histórica en que una mujer había sido elegida para ese cargo y, mientras hablaba, comentó Pelosi, sintió la presión de las sufragistas famosas junto a ella. “Pude escuchar que dijeron: ‘Por fin tenemos un asiento en la mesa’, y luego se fueron”, relató Pelosi. “Lo primero que me vino a la mente fue: queremos más. Queremos más”.

Rep. Barbara Lee (D-Oakland)
La representante Bárbara Lee (D-Oakland).
(Paul Morigi / Getty Images )

Representante Bárbara Lee (D-Oakland)

Mujeres en el cargo cuando fue electa al Congreso, en 1998: 56 Cámara, 9 Senado.

Otros países han priorizado la representación femenina, mientras que Estados Unidos no, reflexionó Lee. “Hicieron un esfuerzo consciente por incluirlo en sus constituciones. Las naciones que lograron la paridad tienen eso en su marco”, señaló Lee. “Nosotros, en Estados Unidos, no lo tenemos”.

Lee señala que no todas las mujeres pudieron votar repentinamente cuando se aprobó la 19ª Enmienda. Las mujeres de color debieron esperar años -o, en el caso de las mujeres negras, incluso décadas- antes de que se les permitiera votar en muchas partes del país, debido a la discriminación.

“En cada generación tenemos que decir que ya es suficiente”, remarcó Lee. “A las sufragistas no se les dio el derecho al voto. Tuvieron que pelear por ello… Así que, todavía estamos en la lucha”.

Pero cuando las mujeres llegan al Congreso, aportan diferentes experiencias a la conversación, que informan las políticas, destacó Lee, quien crió a dos hijos como madre soltera mientras estudiaba en la universidad, a veces confiando en los beneficios públicos. “Fue un desafío, por decir lo menos”, recordó. “Sé de la necesidad de contar con un puente sobre aguas turbulentas. Sé de la importancia de las estampillas para alimentos, que ayudan a las familias y evitan que los niños pasen hambre. Muchas mujeres en el Congreso han tenido esas experiencias. No soy la única”.

Representante Linda Sánchez (D-Whittier)

Mujeres en el cargo cuando fue electa al Congreso, en 2002: 59 Cámara, 13 Senado.

Sánchez pasó seis años como la única mujer en el poderoso Comité de Medios y Arbitrios de la Cámara, que tiene jurisdicción sobre la redacción de impuestos y varios programas de red de contención social, como el Seguro Social, el seguro de desempleo y Medicare.

El comité hablaba sobre el cuidado de niños y “me enfurecía cuando escuchaba a los miembros del otro lado del pasillo decir: ‘¿No pueden los abuelos cuidar a los pequeños?’”, dijo Sánchez.

A medida que el comité ganó más miembros femeninos, se centró en un código tributario más justo, la inversión gubernamental en el cuidado de niños y ancianos, y en soluciones para la tasa de mortalidad materna asombrosamente alta del país, destacó. “Debido a que [estos problemas] no afectan a los varones, ellos no son los primeros en ponerse de pie y decir que tenemos que hacer algo”, expuso Sánchez.

El Comité de Medios y Arbitrios estaba negociando los toques finales para la Ley de Cuidados de Salud Asequibles cuando nació su hijo, en 2009, y Sánchez acortó su licencia de maternidad para asistir a las largas reuniones -de las cuales salía periódicamente para amamantar a su bebé- para garantizar la inclusión de una disposición que prohibía a las compañías de seguros cobrar tarifas diferentes a hombres y mujeres por el mismo plan de seguro. “Pensemos si yo no hubiera estado allí… ¿Dónde estarían las mujeres con respecto a sus primas de atención médica?”, se preguntó Sánchez.

Los estadounidenses todavía tienen la expectativa de que las mujeres sean las principales cuidadoras, y eso ha impedido que muchas se postulen para cargos más altos, comentó. En otros países desarrollados “no existe el estigma o la creencia de que, de alguna manera, recae únicamente sobre los hombros de las mujeres”, destacó Sánchez.

Rep. Jackie Speier
La representante Jackie Speier (D-Hillsborough).
(Zach Gibson / Getty Images)

Representante Jackie Speier (D-Hillsborough)

Mujeres en el cargo cuando fue electa al Congreso, en 2008: Cámara 72, Senado 16.

Speier muestra a los escolares que visitan su oficina en el Capitolio copias enmarcadas de dos cartas de los Archivos Nacionales. La primera es una misiva de 1871, de Susan B. Anthony y Elizabeth Cady Stanton, pidiendo a la Cámara que asuma el derecho al voto, y la otra es una nota de 1917 de la Asociación Nacional, dirigida por mujeres, que se oponían al sufragio femenino.

Los documentos ilustran dos cosas: cuánto tiempo se tardó en obtener el derecho al voto, y qué tan difícil fue convencer incluso a otras mujeres de que era lo correcto. Ambas lecciones siguen siendo relevantes hoy. “Siempre hay una excusa de por qué no hay igualdad”, consideró Speier.

No es suficiente tener una mujer en la mesa, dijo. Es necesario que haya suficientes mujeres en el Congreso para que sus problemas no sean deliberadamente ignorados. “Una mujer sola no lo logra, a menos que sea Nancy Pelosi. Una mujer no es suficiente”, destacó.

Speier ha presionado para que el Congreso aborde la agresión sexual en el ejército, pero asegura que durante años sus colegas -mayormente varones- en el Comité de Servicios Armados no la apoyaron.

El tema se convirtió en una prioridad cuando más de una docena de mujeres se unieron a ella en el comité, y una mayor cantidad comenzaron a servir en el ejército. “De repente, el tema tenía más credibilidad”, dijo Speier.
Ahora, cree que el tema está a punto de eclosionar. “Todavía estamos atrapados en una construcción que crea enormes obstáculos para las mujeres en la fuerza laboral”, agregó Speier, y señaló que otros países tienen programas universales de cuidado infantil y jardín maternal, para ayudar a las mamás en la fuerza laboral. “Creo que más mujeres van a reconocer lo importante que es establecer las reglas”.

Senadora Tammy Baldwin (D-Wisconsin)

Mujeres en el cargo cuando fue electa al Congreso, en 2012: Cámara 80, Senado 20.

Estados Unidos también tiene una forma diferente de hablar con hombres y mujeres sobre la ambición, reflexionó Baldwin. Para los hombres, es vista como una fortaleza, para las mujeres, es un detrimento, señaló.

“No enviamos los mismos mensajes a nuestros hombres jóvenes y nuestras mujeres jóvenes en términos de aspirar al servicio público y postularse para un cargo”, comentó Baldwin. “Si enviamos mensajes diferentes... eso es problemático”.

Pero a medida que las mujeres ven a otras pares en cargos, se dan cuenta de que “no es irrumpir en el mundo de los hombres, sino aspirar a hacer algo que las mujeres hacen y en lo que les va bien”, destacó Baldwin.

De todas maneras, llegar a la paridad llevará tiempo, advirtió. “Durante más de dos siglos, los cuerpos predominantemente masculinos han gobernado sin nosotras”, dijo. “Es menos de la mitad del tiempo de nuestra democracia en Estados Unidos que las mujeres hemos tenido el derecho al voto, y no terminaremos hasta que seamos la mitad o más de la representación y las funcionarias de gobierno”.

Rep. Susan Brooks (R-Ind.)
Representante Susan Brooks (R-Indiana).
(Greg Nash / Pool Photo)

Representante Susan Brooks (R-Indiana)

Mujeres en el cargo cuando fue electa al Congreso, en 2012: Cámara 80, Senado 20.

Cuando Brooks se postuló por primera vez para el Congreso, en 2012, llevaba un póster de Cecil Harden, la primera mujer republicana elegida para representar a Indiana en ese cuerpo, en 1949. “Es muy aleccionador pensar que hace cien años mi bisabuela nació en un momento en que las mujeres no podían votar, y luego vio que tenían derecho a hacerlo”, dijo.

Brooks, presidenta de reclutamiento este año para el brazo de campaña de los republicanos de la Cámara, expuso que después de ver los avances históricos en el número de mujeres demócratas en la Cámara en 2018, reclutar a republicanas se volvió una prioridad. Hay 88 mujeres demócratas y solo 13 republicanas en la Cámara.

“Perdimos el ritmo en el último ciclo de 2018”, señaló.

Ochenta de las 228 mujeres que intentaron postularse por el partido republicano en 2020 lograron pasar sus primarias.

Las partes deben enfocarse en ayudar a las mujeres con programas de capacitación y recaudación de fondos dirigidos específicamente a ellas, consideró. “Hemos tratado de hacer más tutorías y de ser más útiles”, afirmó Brooks. “Muchos de nuestros colegas masculinos se concentraron muy bien en eso”.

Representante Katie Porter (D-Irvine).
(Genaro Molina / Los Angeles Times)

Representante Katie Porter (D-Irvine)

Mujeres en el cargo cuando fue electa al Congreso, en 2018: Cámara 101, Senado 26.

Porter, madre soltera de tres hijos, cree que la parte más emocionante del aumento de mujeres elegidas para la Cámara en 2018 fue la diversidad de experiencias económicas, religiosas y familiares que trajeron. Tradicionalmente, las mujeres tienen más probabilidades de postularse para cargos públicos si no tienen hijos o si estos ya son mayores, pero la clase de 2018 incluye a varias con niños pequeños. “Mientras esa sea nuestra definición de mujeres en el cargo, estamos limitando la cifra. Pero también nos estamos engañando como país”, señaló Porter.

La falta de licencias de maternidad remunerada o cuidado infantil asequible en el país sienta las bases para que las mujeres no puedan postularse para cargos públicos.

“Sí, se está eligiendo a más mujeres. También tenemos que elegir a hombres y a personas de diferentes identidades de género […] que estén atentas a los desafíos que enfrentan las mujeres”, consideró Porter. “Parte de la forma de salir de un ciclo es hacer que hombres y mujeres den un paso al frente y trabajen juntos en este problema”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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