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Con ambos candidatos encerrados en un enfrentamiento, los próximos debates presidenciales quedan en el limbo

President Trump rejects a virtual debate with former Vice President Joe Biden. His campaign says he’ll hold a rally instead.

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Después de alterar el calendario del debate al rechazar el cambio a un formato remoto, el presidente Trump acordó este jueves aceptar la oferta del ex vicepresidente Joe Biden de posponer su segundo encuentro, pero un tercer debate es incierto y el plan aún podría cancelarse.

Podría suponerse que Trump tiene más que perder en el encuentro. Su primer y combativo debate con Biden, el 29 de septiembre pasado, fue un desastre para su campaña de reelección, y el mandatario está desesperado por dar vuelta a las encuestas, que lo muestran detrás de Biden en estados clave y en el país, menos de un mes antes de la jornada electoral.

Trump aseveró inicialmente el jueves que se negaría a participar después de que la Comisión de Debates Presidenciales anunció que los dos candidatos debatirían desde lugares separados en la próxima fecha -programada para el 15 de octubre- debido a la pandemia. El mandatario fue hospitalizado el pasado fin de semana por COVID-19, y su caso sigue siendo contagioso.

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El presidente estuvo de acuerdo, pero insistió en que el tercer y último debate también se retrasará una semana, justo antes de las elecciones del 3 de noviembre, y que los dos eventos se llevarán a cabo en persona. La campaña de Biden rechazó esa propuesta, por lo cual el calendario sigue en el limbo.

“El comportamiento errático de Trump no lo habilita para reformular el calendario y elegir nuevas fechas de su preferencia”, afirmó Kate Bedingfield, subdirectora de campaña de Biden.

“Esperamos participar en el debate final, programado para el 22 de octubre, que ya está considerado como la fecha más tardía de debate en 40 años. Donald Trump puede sumarse, o declinar nuevamente. Esa es su decisión”, agregó.

El último capítulo turbulento en la carrera presidencial comenzó el jueves temprano, cuando la comisión independiente que conduce los debates anunció que el encuentro del 15 de octubre se realizaría de forma virtual “para proteger la salud y la seguridad de todos los involucrados”.

El moderador, Steve Scully de C-SPAN, estaría en Miami con votantes que plantearían preguntas a los candidatos en un formato de estilo ayuntamiento, aunque ambos políticos estarían conectados por vía remota, desde distintos sitios.

Trump rechazó rápidamente la idea. “No voy a perder el tiempo en un debate virtual. Debatir no se trata de eso”, le dijo a María Bartiromo en Fox Business. “Te sientas detrás de una computadora y haces un debate. Es ridículo”.

Los aliados del presidente revivieron sugerencias infundadas de que Biden quería usar un teleprompter u obtener ayuda de asesores, y los asistentes informaron que el presidente organizará un mitin esa noche. “Pasaremos de esta triste excusa para rescatar a Joe Biden y haremos un mitin en su lugar”, comentó Bill Stepien, gerente de campaña de Trump, quien dio positivo por coronavirus y está trabajando de forma remota.

Al menos por ahora, realizar un acto de campaña podría ser peligroso. El mandatario sigue siendo contagioso y muchos de sus partidarios se niegan a usar mascarillas faciales o a distanciarse socialmente.

Para Stepien, no hay razón para debatir virtualmente la próxima semana porque el presidente “habrá dado a conocer múltiples pruebas negativas antes del debate”.

La Casa Blanca se negó a decir cuándo Trump dio negativo por última vez al coronavirus. El mandatario anunció en la madrugada del viernes pasado que había dado positivo y fue trasladado de urgencia al Centro Médico Militar Nacional Walter Reed, esa noche.

Biden pareció aceptar el formato remoto, pero una vez que Trump dio marcha atrás, su campaña remarcó que realizaría su propio evento en el ayuntamiento esa noche y respondería las preguntas de los votantes.

Bedington luego se ofreció a posponer el debate -con modalidad de ayuntamiento- con Trump hasta el 22 de octubre, “para que el presidente no pueda eludir la rendición de cuentas”.

La campaña de Trump está ansiosa de que el mandatario compense su ruinosa actuación en el primer encuentro. Las encuestas de opinión pública mostraron que los votantes se sintieron repelidos por su comportamiento intimidatorio cuando, repetidamente, se burló e interrumpió a Biden.

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La ventaja ya significativa del exvicepresidente en los sondeos ha aumentado varios puntos porcentuales desde el encuentro de Cleveland.

Es inusual que el candidato que va a la zaga rechace un debate televisado a nivel nacional; por lo general, el favorito es quien intenta evitar eventos impredecibles, como encuentros en vivo.

Pero la toma de decisiones de Trump ha sido errática en este tramo final de la campaña, incluso para sus estándares.

Desde que regresó del hospital, el lunes, canceló abruptamente las conversaciones por el estímulo económico con los demócratas de la Cámara, descartando así la posibilidad de brindar más alivio financiero a los estadounidenses afectados por las consecuencias de la pandemia.

Luego, con la misma rapidez, buscó reiniciar las negociaciones después de una fuerte caída en el mercado de valores. Las conversaciones no se han reanudado y la probabilidad de llegar a un acuerdo antes de las elecciones es sumamente escasa.

La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi (demócrata de San Francisco), cuestionó públicamente si los medicamentos que está tomando Trump, especialmente la Dexametasona -un esteroide que puede causar irritabilidad, cambios de humor y dar una falsa sensación de energía adicional- han afectado el juicio del mandatario. “El presidente está, digamos, en un estado alterado en este momento”, declaró a Bloomberg este jueves.

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Trump aseguró en Fox Business que se siente mucho mejor después de su hospitalización, pero que sigue tomando el esteroide, que se prescribe a aquellos pacientes de COVID-19 que enfrentan problemas pulmonares.

Aunque los debates presidenciales se han celebrado principalmente en persona, no es inédito que los candidatos estén en lugares separados. Richard Nixon estuvo en Los Ángeles y John F. Kennedy en Nueva York para el tercer debate de ambos, en 1960; el moderador estaba en Chicago.

Después de que Trump anunció su diagnóstico positivo, el viernes pasado por la mañana, Biden fue examinado varias veces durante los siguientes días para asegurarse de que no hubiera contraído coronavirus mientras estaba en el escenario con el primer mandatario; dio negativo en cada prueba.

El vicepresidente Mike Pence y la senadora Kamala Harris, compañeros de fórmula de Trump y Biden, respectivamente, también dieron negativo. Pero la comisión colocó barreras de plexiglás en el escenario entre ellos para el debate vicepresidencial del miércoles por la noche, y se ubicaron a 12 pies de distancia.

Los reporteros de planta de The Times Melanie Mason, en Wilmington, Delaware, y Eli Stokols, en Washington, contribuyeron con este artículo.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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