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Seis conclusiones del discurso del presidente Biden ante el Congreso

President Biden, in his address to Congress, frames a vast expansion of government as crucial to democracy’s survival.

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El presidente Biden cerró sus primeros 100 días en el cargo instando a una nación amenazada por la pandemia a permanecer vigilante, pero también subrayando lo lejos que se ha llegado desde que asumió el cargo en la Casa Blanca: los cierres se están levantando, las perspectivas económicas están mejorando, un gran paquete de estímulo puso dinero en los bolsillos de la gente y creó mejoras históricas en la red de seguridad social.

Ahora viene la parte más difícil: utilizar ese período de luna de miel como trampolín para el resto de una agenda costosa y polémica que Biden promete que sanará la nación y restaurará el lugar de Estados Unidos como líder mundial. Muchos críticos tienen profundas reservas sobre esos planes.

En su primer discurso ante una sesión conjunta de un Congreso con cubrebocas y socialmente distante el miércoles, Biden expuso el curso que trazará para superar las dificultades.

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Algunas conclusiones del discurso de Biden, de 65 minutos de duración:

Ir a lo grande o irse a casa

Biden fue deliberado en su formulación de una agenda históricamente ambiciosa que ampliaría enormemente el papel del gobierno y reequilibraría quién paga los costos. Sus planes incluyen la gratuidad de los colegios comunitarios para todos, la educación preescolar universal, la ampliación de la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible y 12 semanas de licencia familiar remunerada garantizada para todos los estadounidenses. Prometió que su proyecto de infraestructuras generaría millones de puestos de trabajo para mejorar las redes de transporte y los sistemas de abastecimiento de agua, así como la transición de la nación a la energía verde.

El argumento del presidente para todo este gasto -y las alzas de impuestos a los ricos para cubrir la cuenta- era sencillo. La nación, dijo, está en una encrucijada, con la democracia bajo una presión sin precedentes y su futuro incierto. Agregó que la receta para solucionarlo es un cambio transformador que saque a millones de estadounidenses de las montañas de deudas, la incertidumbre económica y las tensiones familiares. Este enfoque al estilo del New Deal ha demostrado ser difícil de vender en la política estadounidense moderna, pero Biden invocó cómo Franklin D. Roosevelt guió a la nación en una época de profunda ansiedad.

“En otra época en la que nuestra democracia fue puesta a prueba, Franklin Roosevelt nos recordó: En Estados Unidos hacemos nuestra parte”, dijo Biden. “Si lo hacemos, entonces afrontaremos el reto central de la época demostrando que la democracia es duradera y fuerte. Los autócratas no ganarán el futuro”.

Un nuevo escenario, un nuevo tono

Vice President Kamala Harris, left, elbow bumps House Speaker Nancy Pelosi on the House dais.
La vicepresidenta Kamala Harris, a la izquierda, saluda a la presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, antes de que el presidente Biden se dirija al Congreso.
(POOL/AFP via Getty Images)

La óptica de la noche reflejó el cambio radical que se ha producido en Washington. Por primera vez en la historia, detrás del presidente en el estrado había dos mujeres: La vicepresidenta Kamala Harris y la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. Su presencia amplificó la dirección de la diversidad y la inclusión hacia la que los demócratas pretenden dirigir la nación.

El uso de mascarillas y el distanciamiento social en la Cámara, silenciaron los habituales aplausos y gritos del público que han marcado los anteriores discursos presidenciales ante el Congreso. En su lugar, el escenario reflejó el tono sombrío del momento, la resistencia de una pandemia que la nación aún lucha por superar y un presidente cuyo enfoque para afrontar el reto es más tecnocrático que teatral.

“Hace cien días, la casa de Estados Unidos estaba en llamas”, dijo Biden mientras empezaba a enumerar las medidas que su administración y el Congreso han tomado desde entonces. “Teníamos que actuar”.

Redefinir el “medio” político

Biden subió al escenario bajo el fuego de los republicanos, que lo tachan de todo menos del moderado que dice ser. La mayoría de las iniciativas que Biden ha impulsado no cuentan con el apoyo del GOP, y los demócratas del Congreso se están moviendo con urgencia en su agenda ante la perspectiva de perder el control del Congreso en las elecciones de mitad de período. A los republicanos no les impresionaron algunas de las medidas que tomó Biden y que molestaron a la izquierda, como retrasar los planes para reducir la edad de acceso a Medicare.

Pero las medidas que defiende Biden tienen algo en común: son ampliamente populares, y no solo entre los demócratas. Su administración está adoptando el enfoque de que las opiniones de los votantes importan más que las opiniones de los legisladores, y que la agenda de Biden no es radical siempre que impresione a los votantes a través de las líneas partidistas. Queda por ver si el atractivo bipartidista puede resistir un ataque sostenido a la agenda por parte de los republicanos del Congreso.

Biden invocó la insurrección del 6 de enero para instar a los republicanos a trabajar con él en sus planes.

“¿Puede nuestra democracia satisfacer las necesidades más acuciantes de nuestro pueblo?”, dijo. “Los adversarios de Estados Unidos -los autócratas del mundo- apuestan a que no puede. Creen que estamos demasiado llenos de ira, división y rabia. Miran las imágenes de la turba que asaltó este Capitolio como prueba de que el sol se está poniendo en la democracia estadounidense”.

“Se equivocan”, manifestó Biden. “Tenemos que demostrar que la democracia todavía funciona. Que nuestro gobierno aún funciona - y puede cumplir con el pueblo”.

Black Lives Matter

Uno de los momentos más conmovedores de los primeros días de Biden en la Casa Blanca, fue su discurso con Harris la noche en que un jurado de Minneapolis declaró a un expolicía culpable del asesinato de George Floyd. Biden canalizó eficazmente la indignación de millones de estadounidenses ante la falta de progreso del país en la lucha contra la injusticia racial, y forjó un vínculo con la familia Floyd.

El miércoles, el presidente dejó claro que ese momento no fue algo aislado, y que le parece inconcebible que haya pasado un año desde la muerte de Floyd y todavía no se haya aprobado ningún paquete importante de reforma de la justicia penal. Biden marcó un hito cuando su discurso se centró en la justicia racial: Un cambio significativo en el sistema de justicia penal será un tema central de su mandato.

“Todos hemos visto la rodilla de la injusticia en el cuello de los estadounidenses negros”, dijo Biden. “Ahora es nuestra oportunidad de hacer un progreso real... El país apoya esta reforma y el Congreso debe actuar. Tenemos una gigantesca oportunidad de doblar el arco del universo moral hacia la justicia. La verdadera justicia”.

Apuntando a los ricos

Los grandes planes de Biden no son baratos. Y después de que el presidente firmara en marzo un paquete de estímulo de 1.9 billones de dólares y de alivio del COVID-19, los críticos dicen que la nación no puede permitirse otra ronda de gasto tan grande. La respuesta de Biden es clara: atacar a los ricos que evaden impuestos. Ha argumentado que hay suficiente dinero en impuestos no pagados si el IRS estuviera facultado para perseguirlos. Pero su plan de gastar decenas de miles de millones de dólares para reforzar la aplicación de la ley del IRS se convertirá sin duda en un objetivo para el GOP, que buscará aprovechar la antipatía de los contribuyentes hacia la agencia.

Biden apuesta por que los demócratas puedan argumentar que no se trata del contribuyente medio, sino de los millonarios y multimillonarios que no pagan lo que les corresponde. También se comprometió a elevar los tipos impositivos de los estadounidenses más ricos, lo que supone un cambio radical con respecto al enfoque adoptado por su predecesor, cuyos recortes fiscales beneficiaron sobre todo a los ricos y a las empresas. Si se suma todo esto, el dinero generado serviría para pagar programas -como el preescolar universal y la licencia familiar remunerada- que son populares entre una gran parte de los estadounidenses.

Biden señaló que 20 millones de estadounidenses perdieron sus empleos durante la pandemia mientras 650 multimillonarios aumentaban su riqueza en 1 billón de dólares.

“La economía del goteo nunca ha funcionado”, dijo. “Es hora de hacer crecer la economía desde abajo hacia arriba y desde el centro hacia afuera”.

La inmigración sigue siendo el centro de atención

Aunque Biden se esfuerza por cumplir sus promesas de campaña de tratar a los inmigrantes indocumentados de forma más humana, se mostró resuelto en cuanto a la reforma migratoria, pidiendo el fin de “nuestra agotadora guerra sobre la inmigración”.

“Durante más de 30 años, los políticos han hablado de la reforma de la inmigración y no han hecho nada al respecto”, dijo Biden. “Es hora de arreglarlo”.

Exigió al Congreso que apruebe un proyecto de ley que asegure la frontera y cree una vía para la ciudadanía. Biden destacó el papel que desempeñará Harris en el esfuerzo, centrado en abordar la corrupción, la violencia y el hambre en Centroamérica lo cual empuja a los residentes a marcharse. Biden dijo que hizo un trabajo similar en la era de Obama.

“Nuestro plan funcionó”, afirmó Biden. “Pero la última administración lo cerró”.

Biden pidió que el Congreso apruebe una protección para los “Dreamers”, así como para los inmigrantes que buscan temporalmente refugio de los desastres naturales y la violencia en su país. Exigió una “vía a la ciudadanía para los trabajadores agrícolas que ponen comida en nuestras mesas”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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