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Nuestra primera cita pasó de ser perfecta a un frenesí de mensajes de texto psicópatas

A pesar de ser una milenaria de veintitantos años, nunca he utilizado una plataforma de citas como Tinder o Bumble para conocer a un candidato amoroso. Pero a través de Instagram entre en contacto con un tipo aparentemente interesante.
A pesar de ser una milenaria de veintitantos años, nunca he utilizado una plataforma de citas como Tinder o Bumble para conocer a un candidato amoroso. Pero a través de Instagram entre en contacto con un tipo aparentemente interesante.

(Loris Lora / For The Times)
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Cuando rompí con mi novio de casi cinco años, mi relación más larga hasta la fecha, me sentí perdida.

No ayudó que todavía estuviera en una banda con él y que me lo enfrentaba semanalmente en los ensayos y en los conciertos. Me tragué mi orgullo y reprimí mi angustia cada vez que lo veía coquetear con mujeres después de nuestros sets.

Fue entonces cuando decidí que necesitaba volver a la escena de las citas y encontrar una manera de superarlo rápidamente.

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En ese momento, estaba organizando shows locales y constantemente en busca de nuevos músicos para establecer contactos en línea. Un amigo publicó un video de una banda en Instagram que me llamó la atención y me introdujo al guitarrista del grupo. Nos conectamos en los medios sociales, y él comentó en uno de mis posts sobre una de mis bandas favoritas.

The piano man se dirigió a los medios sociales el lunes para agradecer a quienes le ayudaron a superar la adicción, la cual, según él, lo había convertido en “un hombre quebrantado”.

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“Estoy OBSESIONADO con ellos”, escribió. También me preguntó si quería salir esa noche y continuar con nuestro fanatismo en persona: “Ahora debo conocerte”, dijo.

Normalmente, habría ignorado o rechazado tal invitación, porque soy estricta sobre no salir con nadie que no conociera en la vida real.

A pesar de ser una milenaria de veintitantos años, nunca he utilizado una plataforma de citas como Tinder o Bumble para conocer a un interés amoroso.

La idea de ponerte a ti mismo ahí fuera para que otros decidan tu valor con un desliz del dedo sobre la pantalla no me atrae. Incluso conocer a alguien a través de las redes sociales parece una experiencia artificial, el mundo de las citas se ha convertido en algo extraño y artificioso.

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Mientras que el “peligro del extraño” era una gran parte de ello, también creo en la belleza de establecer conexiones auténticas. Pero yo me estaba recuperando y me acababa de cancelar otra cita, así que tal vez estaba tratando de compensar mi ego herido cuando dije “sí” y le di mi número de teléfono celular.

Acordamos reunirnos afuera de su casa en el este de Los Ángeles (como ya lo había “conocido” en los medios sociales y teníamos muchos amigos en común, me pareció bien reunirme con él allí). Cuando llegué, inmediatamente salió y me saludó con una gran sonrisa: “Eres igual de linda en persona”, dijo. Mi primera impresión fue que se veía mejor en la vida real que en los medios sociales. Hasta ahora, todo bien.

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Me acompañó hasta el lado del pasajero de su coche y me abrió la puerta, impresionándome instantáneamente con su caballerosidad. Disfrutamos de una cena con temática de rock’n’ roll en Grill ‘Em All, y luego me llevó a pasear por Boyle Heights mientras hablaba de su juventud allí. Era encantador, divertido, dulce y lleno de entusiasmo.

Terminamos la noche jugando videojuegos en su casa hasta las 3 a.m. Nunca intentó acercarse a mí o me hizo sentir incómoda, respetó mi espacio. Me acompañó hasta mi carro. “Envíame un mensaje de texto cuando llegues a casa para que sepa que volviste a salvo. Me quedaré despierto”, dijo. Me estaba desfalleciendo.

Fue la primera cita perfecta en la que he estado.

A la mañana siguiente, recibí más de 20 avisos nuevos de él. Mensajes de texto diciéndome lo bien que se la había pasado. Lo mucho que le gustaba. Múltiples notas pidiéndome que lo viera actuar esa noche.

¿Era la misma persona con la que había salido la noche anterior?

En Instagram, me etiquetó en una foto: Era la imagen de una pareja de ancianos en un concierto punk con la letra de la canción, “Envejeceremos juntos”.

Estaba sorprendida.

Entonces una amiga me envió un mensaje para preguntarme si el guitarrista y yo estábamos saliendo. ¿Cómo se había corrido la voz tan rápido? Mi amiga conocía a alguien que había salido con él y tuvo una mala experiencia. “Era realmente obsesivo. Hizo estallar su teléfono con casi 50 mensajes de texto al día”, dijo mi amiga.

Me sentía asustada. En realidad, decir que me sentía asustada era quedarse corto. Sobre todo, estaba preocupada. Todo se sintió mal tan pronto como me desperté con sus mensajes, pero cuando mi amiga me dio la primicia, validó el sentimiento en mis tripas que me había estado diciendo: “Esto no está bien, no se supone que sea así”.

Intenté averiguar cómo hacer algo para el control de daños. Quería evitar cualquier comportamiento agresivo e indeseado de su parte, ya que podíamos encontrarnos en los shows. (Mirando atrás, simplemente debería haberle bloqueado).

Así que rechacé su invitación a pasar el rato esa noche, pero por lo demás ignoré sus otros textos y mensajes y traté de mantener las cosas en paz. Eso no funcionó. Entonces decidí que sería mejor simplemente ignorarlo: Dejé de responder.

Pero siguió intentando contactarme. Esa noche, me llamó varias veces y siguió cada llamada con más mensajes de texto. Después del show, dejó un mensaje de voz: “Tuvimos un gran set, desearía que estuvieras aquí”.

Esto continuó hasta la siguiente semana. Respondí brevemente una vez para decir que estaba muy ocupada con el trabajo. Pensé que era la mejor estrategia: lo decepcionaría fácilmente, me olvidaría y todo volvería a la normalidad.

Después de una semana y media de esto, finalmente entendió el mensaje.

Trató de arreglar las cosas con un mensaje directo (DM).

“Me disculpo por mis acciones, me doy cuenta de que pueden haberte alejado”, escribió. “No te preocupes”, dije, y aludí a mi situación laboral para neutralizar la incómoda conversación. Lo dejó así.

Seguimos siendo amigos en las redes sociales, y no volvió a molestarme (aunque desde entonces lo he bloqueado en mi teléfono y en los medios sociales).

También tomé el enfoque saludable con mi ex y dejé la banda en la que estábamos juntos.

Mis opciones de citas no mejoraron mucho después, pero aprendí una lección: Bloquear a hombres como este lo antes posible en el futuro.

Y a partir de ahora, seguiré con mi regla original de las citas: Conoceré a mis prospectos en la vida real en lugar de en línea.

La autora es periodista y productora, y está en Twitter @ stephwritestuff

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí

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