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No hay un único ‘gen gay’ que determine el comportamiento homosexual, descubrió un estudio del ADN

Two men embracing
No hay un sólo “gen gay”, concluye una nueva investigación. En lugar de ello, la orientación sexual es como la mayoría de los otros rasgos humanos, está determinada por una compleja mezcla de influencias genéticas y ambientales.
(Kent Nishimura / Los Angeles Times)

Un estudio realizado por los CDC entre adultos encontró que el 6.2% de los hombres y el 17.4% de las mujeres de edades entre 18 y 44 informaron al menos haber tenido una experiencia homosexual en sus vidas

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Un nuevo estudio que analizó el ADN de casi medio millón de personas descubrió que, si bien las diferencias genéticas juegan un papel importante en el comportamiento sexual, no hay un sólo gen responsable por ello.

Los hallazgos, que analizaron el comportamiento y no la identidad sexual, desacreditan la noción de un “gen gay” singular. Incluso cuando se tuvieron en cuenta todas las variantes genéticas probadas, colectivamente representaron no más de una cuarta parte del comportamiento homosexual reportado por los participantes del estudio.

En cambio, los resultados publicados el jueves en la revista Science insinúan la compleja combinación de factores que influyen en la sexualidad humana, incluida la sociedad y el medio ambiente. “Los hallazgos en sí mismos refuerzan esta idea de que la diversidad del comportamiento sexual en toda la humanidad es realmente una parte natural de la diversidad general como especie”, afirmó Benjamin Neale, genetista del Broad Institute of MIT y Harvard y uno de los autores principales del estudio. “Ese es un resultado realmente significativo e importante”.

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Aunque las estimaciones de las experiencias entre personas del mismo sexo varían, un estudio realizado por los CDC en 2016 entre adultos de EE.UU encontró que el 6.2% de los hombres y el 17.4% de las mujeres de edades entre 18 y 44 informaron al menos haber tenido una experiencia homosexual en sus vidas. Una porción más pequeña, el 1.3% de las mujeres y el 1.9% de los varones, se describieron a sí mismos como lesbianas u homosexuales, y el 5.5% de las mujeres y el 2.0% de los hombres se reconocieron como bisexuales, lo cual subraya la diferencia entre el comportamiento y la identidad sexual.

Los científicos han investigado durante mucho tiempo la naturaleza del comportamiento homosexual, y hallaron evidencia en estudios gemelos de que la genética juega un papel importante. Pero dicha investigación generalmente involucró a un reducido número de personas y no empleó métodos modernos de análisis genómico, afirmaron los científicos. “Había visto algunos estudios bastante pobres, con muestras pequeñas y afirmaciones falsas, así que me alegré de que finalmente este tema fuera examinado de una manera muy científica, con una muestra grande”, consideró Melinda Mills, genetista social y molecular de la Universidad de Oxford, que no estuvo involucrada en el trabajo.

How genes and the environment influence a person’s sexual orientation.

Neale y un equipo internacional de investigadores realizaron lo que se conoce como un estudio de asociación de todo el genoma. Eso implica el uso de métodos estadísticos para buscar conexiones entre SNP (polimorfismos de un sólo nucleótido o diferencias individuales en un único bloque de construcción en el código genético) y un rasgo particular.

Encontrar patrones claros y verificables en los datos genéticos requiere de una gran muestra, y los científicos sabían dónde hallarlos. Extrajeron 408.995 registros individuales del Biobanco del Reino Unido, así como 68.527 registros de la compañía genética personal 23andMe, con sede en EE.UU. Esto les dio un tamaño de muestra general de 477.522 personas, 26.827 de las cuales informaron haber tenido comportamiento sexual con personas del mismo sexo.

Los investigadores hallaron dos puntos importantes en el genoma relacionado con el comportamiento homosexual en personas de ambos sexos. Y cuando analizaron los genomas masculinos y femeninos por separado, encontraron tres más, dos específicamente para los varones, y uno para las mujeres, elevando así el número total de marcadores genéticos significativos hasta cinco.

Sin embargo, cuando se toman en conjunto, estas cinco ubicaciones en el genoma podrían representar mucho menos del 1% del comportamiento sexual entre personas del mismo sexo a nivel de población, afirmaron los investigadores.

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Utilizando una técnica analítica diferente, los científicos descubrieron que, al tener en cuenta todas las influencias sutiles de muchos marcadores en el genoma que no identificaron específicamente, la genética podría representar del 8% al 25% del comportamiento homosexual de la población. Esto se debe a que, con toda probabilidad, una cantidad enorme y actualmente desconocida de marcadores genéticos posiblemente desempeña un papel infinitamente pequeño en la configuración del comportamiento, explicó Neale.

Otro análisis en el documento, que no se enfocó en el ADN sino en las relaciones familiares entre 106.979 pares de individuos, sugirió que una porción ligeramente mayor de la variación en el comportamiento homosexual, un 32.4%, podría atribuirse a la genética. Ese número puede tener en cuenta otros efectos genéticos complejos más allá de los SNP, aunque también podría estar influenciado por algunas suposiciones incluidas en el marco, dijeron los científicos.

Entre los cinco SNP significativos que encontraron, los específicos para los hombres estaban relacionados con los genes receptores de olfato, la sensibilidad a ciertos olores y la regulación de las hormonas sexuales como la testosterona. Ese hallazgo “tiene cierto sentido”, consideró Neale, “pero nuevamente, no tenemos mucho más que decir más allá de ese tipo de descripción de alto nivel”.

La superposición incompleta entre los marcadores genéticos vinculados a los comportamientos homosexuales masculinos y femeninos es una señal de que pueden haber procesos ligeramente diferentes en varones y mujeres en lo que respecta al comportamiento sexual. También puede hablar de diferentes influencias de las normas sociales de género, indicó Mills, quien escribió un comentario sobre los resultados. Ciertamente significa que la sexualidad humana no es tan simplista como a algunos les gustaría creer, agregó.

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“Existe una inclinación a reducir la sexualidad al determinismo genético”, escribió. En algunos casos, esta visión tiene la intención de reducir el estigma asociado con el comportamiento homosexual; en otros, de clasificarlo como patológico. Pero los resultados muestran que, si bien una gran cantidad de marcadores genéticos pueden ayudar a explicar la diversidad subyacente del comportamiento sexual humano, son demasiado complejos para predecirlos o prevenirlos.

Si menos de un tercio del comportamiento sexual de una población está relacionado con la genética, ¿de dónde proviene el resto? El medio ambiente, la cultura y otros factores pueden jugar un papel importante, remarcó Neale.

Es algo parecido a rasgos como la altura, que tienen un cierto componente genético pero que también pueden verse influenciados por una variedad compleja de otros factores, como la nutrición y el medio ambiente.

No están claros exactamente qué factores ambientales y culturales juegan un papel, porque son variados y complejos, y mucho más difíciles de precisar y estudiar que los marcadores genéticos específicos, detallaron los autores del estudio.

“El genoma es algo importante”, explicó Neale. Aun así, agregó, “podemos evaluarlo sistemáticamente como lo hacemos aquí. No tenemos una herramienta comparable para pensar sobre el medio ambiente”.

Los científicos también observaron específicamente a los sujetos “no heterosexuales” en el estudio -aquellos que habían tenido al menos una experiencia homosexual-, y les preguntaron qué proporción de sus parejas sexuales habían sido del mismo sexo. Las respuestas variaron en una escala de seis puntos, desde “otro sexo en su mayoría” hasta “sólo del mismo sexo”.

A este respecto, los investigadores encontraron que la genética tenía una influencia más fuerte en el comportamiento homosexual en hombres que en mujeres.

También vieron que los factores genéticos que influyen en la proporción de parejas homosexuales y heterosexuales que una persona tenía eran diferentes de los que separaban a quienes tenían experiencias homosexuales de aquellos que sólo tenían experiencias heterosexuales.

Esto significa que la escala de Kinsey y otros marcos para el comportamiento sexual -que suponen que más atracción hacia el mismo sexo significa menos atracción hacia el sexo opuesto- no son precisos. Estarán basadas en un malentendido o una simplificación excesiva de los procesos en el trabajo, señalaron los científicos.

“Desde un punto de vista genético, no hay un sólo [continuo] de comportamientos sexuales del sexo opuesto al mismo”, destacó la autora principal, Andrea Ganna, genetista humana del Instituto de Medicina Molecular en Finlandia.

Esta confirmación de la gran diversidad de comportamiento sexual se hace eco de lo que los investigadores escucharon al discutir los resultados con representantes de la comunidad LGBTQ. “La comunidad LGBTQ-plus ha argumentado durante mucho tiempo que existe esta gama de sexualidades; no es algo binario: cero y uno”, dijo Mills. “Creo que eso es lo que muestran estos análisis adicionales”.

Los científicos se apresuraron a señalar que los hallazgos están basados en la población y no pueden aplicarse a nivel individual. También advirtieron que el trabajo no debería en ningún caso usarse para tratar de “convertir” a las personas que tienen comportamientos homosexuales, y que considerarlo sería una tergiversación del estudio.

“En pocas palabras, esa no es una reflexión o representación apropiada del trabajo que hemos realizado”, remarcó Neale.

Los funcionarios de GLAAD, una organización de defensa LGBTQ, elogiaron la investigación. “Este nuevo estudio proporciona aún más evidencia de que ser gay o lesbiana es una parte natural de la vida humana, una conclusión que los investigadores y científicos han sacado una y otra vez”, remarcó el jefe de programas de GLAAD, Zeke Stokes, en un comunicado. “También confirma la comprensión establecida desde hace mucho tiempo de que no existe un grado concluyente sobre que la naturaleza o la crianza influyan en el comportamiento de una persona gay o lesbiana”.

Nancy Cox, una genetista humana de la Universidad de Vanderbilt que no participó en el estudio, elogió a los científicos por considerar tantas de las complejidades inherentes al tema del comportamiento sexual. “Espero que sigamos pensando en esto más como ocurre con muchos otros comportamientos, que no tienen el drama y la carga que estos a menudo han tenido”, agregó Cox.

Los investigadores reconocieron algunas limitaciones del estudio. Por ejemplo, la investigación se centró principalmente en individuos de ascendencia europea. Tampoco incluyó personas cuyo sexo biológico y género autoidentificado no coincidían.

“Los análisis no incluyeron a personas transgénero, intersexuales y otros individuos y grupos importantes dentro de la comunidad queer”, escribieron los autores. “Esperamos que esta limitación sea abordada en el futuro”.

Sus hallazgos están lejos de ser la última palabra sobre las desconocidas complejidades de la sexualidad humana, agregaron los investigadores. “En muchos sentidos, este trabajo plantea más preguntas que respuestas”, reconoció Neale.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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