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Tesla la llamó ‘criminal’; su lucha podría ser un hito para los derechos laborales

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La mujer de recursos humanos abrió las puertas, esas grandes y pesadas puertas cortafuegos, que tienen barras para empujar. Ella avanzó a través de una habitación sin luces y sin ventanas que estaba cubierta con plástico y que olía a pintura. Cristina Balan se puso nerviosa. “Este no parece el camino hacia la oficina de Elon”, pensó para sí misma.

Después la llevaron, relató, a través de otra puerta hacia una habitación donde vio a dos hombres de complexión grande, con uniformes de seguridad, detrás de los escritorios, a quienes se les ordenó esperar afuera. El jefe de Balan entró. Le pidieron que se sentara en una silla de escritorio con ruedas. Al grupo se le sumó un abogado de la empresa. El día no avanzaba según lo previsto.

Semanas antes, en un correo electrónico dirigido a toda la empresa, el presidente ejecutivo de Tesla, Elon Musk, había desestimado el concepto de jerarquía corporativa. Encuentren “la forma más rápida de resolver un problema en beneficio de toda la compañía” y no se preocupen por su jefe, les dijo. Vayan directamente a la cima, si es necesario.

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Balan le creyó. Esta ingeniera automotriz en la planta de ensamblaje del fabricante de automóviles eléctricos en Fremont, California, estaba motivada por la misión de Tesla de salvar el planeta y quería que tuviera éxito, afirmó.

Así que le molestaba ver contratos que, según ella, eran concedidos con base a las amistades más que a la calidad y el precio. También había expresado su preocupación por las alfombrillas instaladas en el entonces nuevo Modelo S, que tendían a doblarse debajo de los pedales y representaban un peligro potencial para la seguridad (alfombrillas defectuosas han provocado accidentes en los vehículos de otros fabricantes de automóviles).

Entonces, le envió un correo electrónico a Musk y le pidió una reunión. Unos días después, el gerente de recursos humanos apareció en su escritorio y le dijo: “Bien, ¿quieres hablar con Elon, verdad? Bueno, vamos”. Pero tan pronto como Balan vio la habitación oscura con las cortinas de plástico, “supe que debería haber vuelto a mi escritorio”, narró. “Esto es extraño, pensé. Esta no será una reunión con Elon”.

En cambio, expuso Balan, se vio obligada a renunciar, un evento que inició un periplo legal de seis años que la llevó a donde se encuentra hoy: a punto de enfrentarse a Tesla por su cuenta, sin abogado, en el Tribunal del Noveno Circuito de Apelaciones de EE.UU.

La difamación es el reclamo principal en la demanda de Balan contra Tesla: la compañía la acusó de comportamiento criminal en un popular sitio de noticias en línea, pero no proporcionó evidencia para respaldar el cargo. Según Balan, su reputación profesional sufrió un daño tan severo que ahora no puede encontrar una empresa dispuesta a contratarla. “Me dicen: ‘Nos gustaría contratarte, pero no podemos permitirnos el lujo de estar en la lista negra de Musk’”, relató.

Se han presentado más de 1.000 demandas contra Tesla y Musk, algunas de ellas alegando difamación, incluido el caso en el que Musk llamó “pedófilo” vía Twitter a un buzo de rescate que lo criticó, y “violador de niños” en un correo electrónico dirigido a un periodista, sin ofrecer pruebas (un jurado de Los Ángeles determinó que el buzo no fue difamado).

Pero el caso de apelaciones de Balan va más allá de la difamación. Plantea preguntas sobre los límites de la práctica legal conocida como arbitraje obligatorio, y sobre si un acuerdo de arbitraje puede seguir a un empleado durante años o incluso décadas después de que haya dejado una empresa, que es lo que argumentan los abogados de Tesla mientras intentan mantener el caso fuera de la corte.

A millones de empleados de compañías estadounidenses se les pide que firmen contratos de arbitraje, y estos lo hacen a menudo con poco conocimiento de lo que están rubricando. Dado el alto perfil de Tesla, destacó Imre Szalai, un experto en arbitraje de la Facultad de Derecho de la Universidad Loyola de Nueva Orleans, “este será un caso destacado sobre los tópicos de arbitraje y difamación”.

Pinzas sí, muñecas no

Cristina Balan creció con grasa debajo de las uñas, en la región de Transilvania en Rumania. Otras niñas jugaban con muñecas; ella desmontaba motores y los volvía a ensamblar. “Estaba fascinada con todo lo mecánico”, recordó. “Mis juguetes eran pinzas y desarmadores”.

Eso provocó algunas murmuraciones entre los vecinos. “Me hablaban mucho”, recordó su padre, Ion Carstoc, entonces mecánico en el centro nacional de investigación automotriz de Rumania y ahora jubilado. “Nunca lo olvidaré. Una [vecina] me insultó, diciéndome que fuera un padre responsable. Me dijo: ‘Cristina tiene aceite en la ropa, tiene aceite en el cabello. ¡Tienes que enseñarle a ser mujer!’”.

Balan se encogía de hombros ante los vecinos. Después de obtener un título en ingeniería en la Universidad de Transilvania de Braşov, fue contratada por Boeing y viajó por el mundo para trabajar con proveedores para el avión 787. En 2010, Tesla la contrató para ayudar a diseñar el paquete de baterías para el ahora icónico sedán de lujo totalmente eléctrico Modelo S.

Según la evidencia revisada por The Times, Balan era bien considerada por sus compañeros de trabajo y los gerentes. Sus reseñas de desempeño eran brillantes. Era reconocida como alguien que trabajaba muchas horas y se dedicaba a crear productos de alta calidad.

Sus iniciales están grabadas en los estuches de la batería que diseñó, que todavía se encuentran en versiones anteriores del Modelo S. Una revisión de desempeño, presentada en la corte, la elogia diciendo: “A menudo es consultada por ingenieros de varios departamentos cuando se encuentran con desafíos desconcertantes de diseño y CAD” (CAD es la sigla en inglés de ‘diseño asistido por computadora’).

Un correo electrónico de 2014, enviado por Daniel Ho, un alto ejecutivo de Tesla que ahora dirige el programa Model 3, destacó a Balan con elogios. “Sin ingenieros creativos como usted, este lugar sería simplemente otra empresa de automóviles”, afirmó. “¡NO DEJE QUE ESO SUCEDA!”. Ho no respondió a las solicitudes de comentarios para este artículo.

Preocupaciones de seguridad

Los problemas de Balan comenzaron después de que se unió al equipo de acondicionamiento interior. Ella desarrolló una forma de reemplazar los parasoles abatibles con tecnología táctil de atenuación del parabrisas. Tesla nunca la adoptó, pero los correos electrónicos muestran que la idea fue revisada por Musk, quien instó a continuar con el desarrollo.

Todo parecía ir bien hasta que Balan se encontró con lo que ella consideró tratos sospechosos sobre los contratos con proveedores y las alfombrillas onduladas. Los supervisores de ingeniería de interiores en ese momento reconocieron los problemas de seguridad, pero señalaron que un retiro del mercado de las alfombrillas habría sido costoso.

Después de enviarle por correo electrónico sus preocupaciones a Musk, un abogado de Tesla la llevó a un lado, relató, y le dijo que si seguía presionando, debería recordar que algunos de sus amigos en Tesla tenían solicitudes de residencia pendientes (contactado por The Times, el abogado negó haber dicho esto).

A Tesla le costaba sostener la solvencia en ese momento. Todavía no se había convertido en un favorito del mercado de valores. El flujo de caja era bajo; el futuro dependía del éxito del Modelo S.

El dinero no era el único problema. Musk estaba lidiando con problemas de control de calidad, algunos potencialmente peligrosos. La compañía estaba instalando sistemas de enfriamiento en versiones anteriores del Modelo S que sabía que eran propensos a presentar fugas.

Después de noticias recientes sobre el asunto, la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras reconoció que está realizando una investigación. Tras informes de pérdidas de ruedas debido a la avería de las rótulas y los brazos de control, el gobierno chino ordenó recientemente un retiro importante de los modelos S más antiguos. Tesla dice que obedecerá, pero la empresa culpó a los conductores de China por el problema, no a sus propios productos.

El éxito del proyecto del Modelo S era la máxima prioridad en Tesla en abril de 2014, cuando Balan entró en esa oficina de seguridad.

De acuerdo con lo que recuerda, el gerente de recursos humanos sugirió encarecidamente que abandonara sus quejas sobre los contratos con los proveedores. Balan se negó. “Está bien, esta es su entrevista de salida”, recuerda Balan que le dijeron. Le entregaron los papeles para la renuncia y le pidieron que los firmara. Cuando ella protestó, narró, un funcionario de Tesla amenazó con llevarla afuera esposada y le dijo: “Esto es lo que sucede si no sabes cómo mantener la boca cerrada”.

Balan se sintió intimidada y quiso salir de allí, dijo. Aún así, insistió en agregar una línea a los documentos: “Renuncio al cargo en el cual me pusieron hace un mes porque me atrevo a hablar con la gerencia superior; también porque las personas que tuvieron la oportunidad de hablar fueron amenazadas... ”, escribió. Los guardias de seguridad la escoltaron desde el edificio hasta el estacionamiento.

Pero Tesla aún no había terminado con ella. Después de que presentó una demanda de arbitraje contra la empresa, el Huffington Post publicó un artículo de 2017 sobre su caso. Después de su publicación, el ejecutivo de comunicaciones de Tesla, Dave Arnold, exigió que el sitio publicara una respuesta completa de la compañía, de 600 palabras.

En parte, ésta decía: “La Sra. Balan pasó tiempo en la empresa trabajando en un ‘proyecto secreto’ sin la aprobación de su gerente y reservó un viaje no aprobado a Nueva York a cargo de Tesla para visitar a un proveedor potencial para su propio proyecto, creado a nivel personal. También grabó ilegalmente conversaciones internas dentro de Tesla sin el permiso de nadie, lo cual es claramente una conducta criminal”.

El artículo de Arnold no ofreció evidencia para sustentar sus afirmaciones, y el Huffington Post luego eliminó la noticia, aunque una versión archivada permanece en línea.

El “proyecto secreto”, según demostró Balan mediante correos electrónicos y otros documentos presentados en la corte, no era secreto en absoluto. Fue el proyecto del parasol en el parabrisas lo que atrajo el apoyo de los altos ejecutivos de Tesla, incluido Musk, a quien informó personalmente sobre la tecnología que lo respaldaba, según los correos electrónicos ingresados como evidencia.

Doug Field, entonces mano derecha operativa de Musk, envió varios correos electrónicos sobre el tema, incluido uno que decía: “Este es una obviedad; invirtamos el dinero. Puede que sea demasiado tarde para el [Modelo] X, pero podría ser una característica importante para los vehículos del futuro” (Field, ahora ejecutivo de Apple, le dijo a The Times que prefería no discutir el caso).

En cuanto al viaje “no aprobado” de Balan a Nueva York, Rich Heley, entonces jefe de tecnología de fabricación en Tesla y ahora ejecutivo de ingeniería en Facebook, le envió a Balan un correo electrónico que decía “deberías ir a Nueva York” (Heley se negó a comentar).

Balan presentó su reclamo por difamación en enero de 2019.

Alejada de la Corte

Después de que una ofensiva pública del departamento de medios de Tesla no logró disuadir a Balan, los abogados de la empresa adoptaron un enfoque diferente: mantener todo en arbitraje y en secreto.

El sistema de arbitraje en Estados Unidos se remonta a 1925, cuando el Congreso aprobó la Ley Federal de Arbitraje. El objetivo principal era aliviar la carga del sistema judicial trasladando las disputas sobre contratos comerciales a otro foro. La variedad de casos sujetos a mediación se ha multiplicado desde entonces. En la década de 1980, la insistencia en que los nuevos empleados firmen acuerdos de arbitraje como condición laboral se convirtió en una práctica habitual.

Un estudio de 2018 de Alexander J.S. Colvin, del Economic Policy Institute, estima que 60 millones de trabajadores estadounidenses firmaron contratos de mediación con sus empleadores, y que éstos son más comunes para las personas con salarios bajos.

Szalai, el profesor de derecho, descubrió que el 80% de las 100 empresas más grandes de EE.UU han utilizado el arbitraje en disputas laborales, aunque el porcentaje real es casi con certeza más alto.

Ante la afirmación de Balan de que había sido difamada, los abogados de Tesla señalaron su contrato de trabajo para argumentar que el asunto debía permanecer en una mediación privada y no pasar a un tribunal público.

Marsha J. Pechman, jueza principal del Tribunal de Distrito de Estados Unidos en Seattle, no concordó. En junio de 2019 descubrió que aunque algunas de las acusaciones de Tesla estaban directamente relacionadas con lo laboral y debían permanecer en arbitraje, otras podían ser juzgadas en un tribunal federal, incluyendo la cuestión de si Balan había sido difamada como criminal por Tesla. Ella notó que la compañía no había argumentado para respaldar el cargo.

La magistrada también cuestionó la postura legal de Tesla: “La empresa postula que, si dentro de 30 años hay un artículo periodístico que según la demandante la difama de alguna manera, sin importar la edad que ella tenga, sin importar cuánto tiempo haya pasado de aquel empleo, ¿aún así debe arbitrarlo? ¿Ha renunciado para siempre a cualquier acción que pueda mencionar su empleo anterior? se preguntó, según una transcripción.

Los abogados de Tesla no respondieron de forma directa, pero presentaron una apelación ante el Noveno Circuito. Los argumentos orales debían comenzar en noviembre, pero los abogados de la empresa ganaron un aplazamiento hasta marzo. Según los legistas, estaban ocupados con otros juicios; Balan cree que intentan desgastarla.

El efecto de los reclamos de Tesla en su contra la sigue hasta la actualidad, reconoció. Por ejemplo, sigue siendo ridiculizada en Twitter por algunos de los partidarios más extremos de Musk.

El historial de Musk

Aunque los detalles en el caso de Balan son únicos, la propensión de Musk a lanzar ataques personales contra los críticos no lo es. El empresario ha ido tras reporteros (incluido este cronista), vendedores al descubierto, denunciantes y críticos internos.

The Times solicitó repetidamente comentarios de todas las partes involucradas. Ninguno de los tres bufetes de abogados que trabajaron para Tesla en el caso de difamación los hizo. La compañía ya no tiene un departamento de relaciones públicas y no responde a las consultas de los medios. The Times envió correos electrónicos a inversionistas y varios ejecutivos corporativos, sin respuesta. Dave Arnold, ahora ejecutivo de Facebook, no contestó varios correos electrónicos que le solicitaron comentarios. The Huffington Post tampoco respondió al pedido de comentarios.

No es ningún secreto que quienes tienen mucho dinero pueden usar tácticas de demora para desgastar a oponentes menos opulentos hasta que se quedan sin dinero para pagar sus propios abogados. Esa es la razón por la que Balan, con un patrimonio neto declarado de $50.000 dólares, explica por qué se representa a sí misma: no tiene que pagar abogados, por lo cual el tiempo es su único gasto.

Los jueces tienden a apoyar el arbitraje porque alivia la presión de la enorme carga de casos, ahorrando así al sistema dinero y tiempo (más recientemente, la pandemia de COVID-19 prácticamente paralizó los procedimientos civiles en California). A los empleadores les gusta, explicó Szalai, no solo por una cuestión de rapidez y conveniencia, sino también porque los procedimientos a menudo se mantienen en secreto y las nuevas contrataciones suelen firmar contratos que les prohíben unirse a demandas colectivas.

Eso mantiene ocultos a la vista temas como el acoso sexual y la discriminación racial, remarcó, aunque hay intentos ocasionales de reforma. La Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó un proyecto de ley para limitar el arbitraje obligatorio en 2019, pero el Senado nunca lo aprobó. En Tesla, los accionistas rechazaron una propuesta de reforma de arbitraje el pasado mes de septiembre.

Ciertos intentos sí tienen éxito. En 2019, Google puso fin al arbitraje obligatorio después de una huelga de empleados, en 2018, que exigían su abolición.

‘Quiero limpiar mi buen nombre’

Balan se prepara para la audiencia de la corte de apelaciones desde una oficina improvisada en el dormitorio de su hijo de 11 años, con su computadora HP sobre un pequeño escritorio de madera, con tapa de vidrio marrón. Cuando su niño se pone muy inquieto, toma su iPad y sigue desde su auto.

En su demanda por difamación, solicita se cubran los gastos legales y cualquier daño punitivo que el tribunal considere oportuno. Reconoce que agradecería cualquier recompensa monetaria, pero el dinero no es su motivación.

“En primer lugar, quiero limpiar mi buen nombre”, enfatizó. “Quiero ver en los ojos de mis padres el orgullo que han tenido por mí toda mi vida. Y quiero mostrar el nivel de venganza al que puede llegar Tesla cuando se proponen destruir a alguien”.

La Corte de Apelaciones del Noveno Circuito determinará si ella puede presentar su caso en una sala de audiencias pública, y tal vez si muchos otros como ella serán libres de hacerlo en el futuro.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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