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Finalmente descubrí por qué mis matrimonios seguían fracasando

Illustration of a heart-shaped lock, and the "secrets" to opening it, including flowers, a baseball cap and kisses.
Estas son mis reglas para encontrar y conservar a la pareja perfecta.
(Illustration by Taylor McManus / For The Times)
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Durante mi primer matrimonio, siempre me olvidaba de mi aniversario. La segunda vez, me casé el día antes de mi cumpleaños para no olvidarlo. Como ves, aprendo de mis errores.

A los 26 años ya me había divorciado dos veces. Eso fue antes de aprender a elegir una pareja para toda la vida. Me analicé a fondo, y eso es lo que creo que todo el mundo debería hacer para saber lo que quiere y necesita en una pareja, antes de casarse. En mis clases de psicología de la universidad aprendí que la personalidad de cada uno se establece a los 11 años y que lo único que te cambia después es un acontecimiento emocional significativo.

Así que lo primero que hice fue aceptar que no iba a cambiar. Esa fue una lección importante, que no tienes que cambiar para encontrar esa pareja. Saber que buscas a alguien que te acepte tal y como eres, alguien que trabaje con tu personalidad en lugar de luchar constantemente contra ella.

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Pero la mayoría de las personas tienen citas y nunca saben lo que deberían estar buscando.

Así que anoté mis puntos buenos y malos, y los acepté todos. Luego tuve que averiguar qué necesitaba del otro lado para que una relación funcionara.

Por ejemplo, tengo un poco de mal genio, así que sabía que necesitaba a alguien que entendiera ese defecto. También tenía que encontrar a alguien que me permitiera administrar las finanzas familiares. También me gusta investigar y planificar meticulosamente las vacaciones.

Sé que esto me hace parecer un fanático del control. ¿Pero sabes lo que dije sobre aceptar los puntos buenos y los puntos malos? Me gusta tener el control. No voy a cambiar. He aprendido que es mejor dejar eso al descubierto y encontrar a alguien que te acepte por lo que eres.

En fin, después de pasar por mis puntos buenos y malos, volví a salir en citas. Cuando salía con alguien que no tenía las cosas que yo necesitaba, me alejaba. No tenía sentido perder el tiempo. Me tomó casi 50 citas en 18 meses encontrar a esa persona.

Nos conocimos un día en Compton, donde crecí y me convertí en oficial de policía. Estaba de servicio cuando la vi entrando en una joyería. Estaba bastante seguro de haberla reconocido de la escuela. Me pareció tan hermosa que esperé a que volviera a salir. Le dije: “¿No te conozco?” Ella pensó que era una frase para ligar. “No, no me conoces”, me respondió mientras seguía caminando. Lo intenté una vez más. “¿No te juntabas con Alona en la secundaria Willowbrook?” Eso la detuvo. Y conseguí su número de teléfono.

Eso fue el viernes. Llamé a Shelia el martes siguiente y contestó su hermano. Dijo que estaba durmiendo y que le daría el mensaje. ¿Durmiendo? Pensé que me estaba dando largas, así que no volví a llamar. Unos meses después, estaba hablando con un amigo cerca de la misma joyería cuando la vi venir hacia mí. Lo curioso de esto es que ella es tímida. Pero se acercó directamente a mí, interrumpió mi conversación y me dijo: “¿Por qué nunca me llamaste?”.

Resulta que sí estaba durmiendo y su hermano nunca le dio el mensaje.

Empezamos a salir y pude ver que ella era realmente especial. Tenía todas las cualidades que yo necesitaba. Le dije por adelantado que me había divorciado dos veces y que no quería volver a casarme hasta dentro de cinco o diez años. Shelia dijo que estaba bien.

Bueno, debo haber tenido un ataque de locura porque 11 meses después de que empezamos a salir, me encontré frente a un sacerdote.

Llevamos 40 años casados. Estamos tan bien compenetrados que nunca hemos tenido un desacuerdo serio en todo nuestro matrimonio. Nadie lo cree, pero es cierto. Simplemente nos entendemos. Y cuando no podemos ponernos de acuerdo en algo, sencillamente aceptamos estar en desacuerdo.

Mi esposa comprende mi temperamento. También me permite administrar las finanzas familiares. (Bueno, al menos eso es lo que me deja pensar. Yo manejo las finanzas mientras ella mira por encima de mi hombro para asegurarse de que todo es correcto). Y todos los años nos vamos de vacaciones con amigos y familiares y yo hago de guía turístico. Investigo exactamente dónde ir y las cosas que hay que hacer y ver. Hago las reservas con meses de anticipación para que sepamos cuánto dinero va a costar y presupuestarlo a fin de que no haya sorpresas. Les doy a todos los planes de la excursión por escrito antes de salir.

Todo el mundo, especialmente mi esposa, agradece poder relajarse y disfrutar.

Ya conoces algunos de mis puntos malos. Ahora aquí están algunos de mis puntos buenos. Soy un verdadero dador. Me gusta tratar a mi pareja como una reina, y necesito que ella aprecie ese hecho y no lo dé por sentado. (Una vez una novia rompió conmigo porque era “demasiado amable”).

Lo primero que pienso cada día es cómo puedo hacerla feliz. Cuando sé que mi esposa está teniendo un día especialmente ajetreado, me gusta decirle: “Yo invito la cena, cariño”, y luego pido comida para llevar de su restaurante mexicano favorito. No bebo café, pero como me despierto primero, su café está esperando cuando se levanta. Cuando nacieron nuestros hijos, yo asumía toda la carga de trabajo que podía, como la alimentación nocturna, para que ella pudiera dormir toda la noche. Presto atención cuando dice que le gusta algo. Vuelvo más tarde y lo compro para sorprenderla con ello.

Me doy cuenta de que lo que tenemos es realmente especial. Doy gracias a Dios cada día por esta bendición, y por nuestros cinco hijos y nueve nietos.

Después de conocer a esa persona especial, tengo tres reglas para que funcione. Y ambos deben seguirlas:

1) No inicies nada que no planees mantener. Si empiezas enviando flores cada semana, tendrás que hacerlo el resto de tu vida. De lo contrario, tu pareja dirá que has cambiado. Si no planeas cocinar todos los días, no empieces a cocinar todos los días. Tomen turnos desde el principio.

2) Intenten ser mejores amigos. Según mi experiencia, las mujeres y los hombres tienden a convertirse en mejores amigos por razones diferentes. Averigua qué es para tu pareja y luego hazlo. Creo que las mujeres se convierten en mejores amigas por las cosas que se cuentan. Entonces, cuando ella llegue a casa después de un duro día de trabajo o de una noche con sus amigas, déjala hablar. Todo lo que tienes que hacer es escuchar y de vez en cuando lanzar un “te dije que estaba loca”. Creo que los hombres se convierten en mejores amigos por las cosas que hacen juntos. Me gusta ir a los partidos de los Dodgers. Son aburridos para ella, pero irá y parecerá interesada.

3) Por último, nunca dejen de tener citas y nunca dejen de hacer el amor. Si se ocupan de su trabajo, sus hijos y otras cosas en su vida, se distanciarán. A veces incluso tendrán que pensar: “Hemos estado ocupados esta semana y no hemos hecho el amor”. Háganlo. De esa manera nunca perderán esa intimidad y no se distanciarán.

Bueno, eso es todo.

Creo que si sigues esta fórmula, encontrarás a quien te haga feliz y seguirás siéndolo.

El autor es un capitán retirado del Departamento del Sheriff del Condado de Los Ángeles.

L.A. Affairs narra la búsqueda del amor romántico en todas sus gloriosas expresiones en el área de Los Ángeles, y queremos escuchar su verdadera historia. Pagamos $300 por un ensayo publicado. Envíe un correo electrónico a LAAffairs@latimes.com. Puede encontrar las pautas de envío aquí.

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí

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