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Columna de adictos y adicciones: ¿Se puede ayudar a quien no pide ayuda?

Familias hacen hasta lo imposible para rescatar a un ser querido de las drogas
Para las familias de personas adictas cada día es un reto, es muy difícil -a veces imposible- ayudar a alguien que se niega a recibir ayuda.
(Jay L. Clendenin/Los Angeles Times)
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Maricela enfrenta un gran dilema, tiene que tomar una decisión y se le parte el corazón por no saber qué hacer. Hace doce años que está casada, es madre de dos hijas, una de nueve y otra de doce años. Hasta hace cuatro años, la vida parecía sonreírle a ella y a su familia.

“No sé cómo ayudar a mi esposo, es adicto al cristal. He buscado información, a veces platico con otras mujeres que están en la misma situación. He probado de todo, como no juzgarlo, hablar con él, decirle que lo amo, he usado el chantaje, por las buenas y por las malas, pero él lo niega, simplemente no lo acepta, tampoco acepta una prueba antidopaje, se ha vuelto muy mentiroso, le ha cambiado el humor, nunca me ha golpeado, pero agrede con sus palabras, ahora no tiene tiempo para nada, siempre parece andar de prisa y el dinero se le esfuma de las manos; mi duda es ¿sigo apoyándolo o lo dejo?”

Maricela no sabe qué hacer, por un lado su corazón le dice que el amor lo puede todo, pero la razón y la experiencia de estos últimos años le dicen que es mejor que se aleje. La mayor de sus hijas ya se lo ha dicho varias veces.

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Un caso similar es el de Pepe, un hombre de 68 años, que no se atreve a echar a la calle a su único hijo. Pepe discute mucho con su esposa, ella está muy enojada con ambos, “uno por ser auspiciador y el otro por ser tan cínico y mantenido”.

Para ambas familias cada día es un reto, se debaten entre el amor y el miedo. A continuación, quiero compartir con ustedes la opinión de un grupo de expertas, es decir, de esposas y madres de familia que han enfrentado situaciones similares.

- “En el caso de Maricela, yo le diría que se aleje de ese hombre; si él quiere internarse o buscar ayuda, que lo haga por su cuenta, de lo contrario no te conviene, tú y tus hijas valen mucho como para vivir esperando que al señor se le pegue la gana cambiar. No esperes a que las cosas empeoren. En cuanto a Pepe, creo que debería internar a su hijo en un centro de rehabilitación. Perdón por ser tan directa, pero hablo desde mi experiencia como madre y como esposa”

Rocío

- “A Maricela, le digo que no está en ella cambiar a su esposo, lo que significa que por más que haga esto o aquello, si el adicto o la adicta no quiere, no habrá poder humano que logre ese cambio, solo Dios. Como exesposa de un adicto, también me vi en el dilema de quedarme o separarme, hasta que comprendí que si me quedaba lo hacía porque me gustaba la mala vida o por codependencia, por eso decidí mejor irme y no me arrepiento. No tengo hijos, por eso no opino sobre el caso de Pepe y su esposa”

Mony

- “Fui esposa de un alcohólico por más de veinte años, aguanté de todo, pero la verdad, cuando me separé, sentí que me quité un peso de encima, a estas alturas ya no sé si lo quería, creo que era costumbre, miedo a enfrentar la vida yo sola, no sé, codependencia y cobardía.

“Cuando empezaba a organizar mi nueva vida, descubrí que dos de mis hijos son adictos, ellos ya son mayores de edad, pero aún siguen viviendo en mi casa, ambos son solteros y me ayudaban con los gastos, pero de un tiempo a esta parte, la aportación es mínima y menos frecuente; los cambios de humor y la pérdida de peso fueron las señales de que algo malo estaba pasando, los he confrontado, pero igual que Pepe, siento un nudo en el estómago tan solo de pensar en decirles que se vayan. Si me preguntan ¿qué hacer? Yo les digo que empiecen asistiendo a un grupo de doce pasos para familiares y amigos de adictos, ellos no te dirán qué hacer, pero encontrarás la respuesta a tus preguntas”

Irma

Efectivamente, es muy difícil -a veces imposible- ayudar a alguien que se niega a recibir ayuda. Existen miles de historias de familias que han hecho hasta lo imposible para rescatar a un ser querido.

La experiencia nos dice que antes de querer cambiar a otros, debemos empezar por cambiar nosotros mismos, hacer las cosas de manera diferente, como asistir a grupos de doce pasos, acercarse a Dios y cultivar una vida espiritual, viajar, dejar de ser auspiciador y permitir que nuestro ser amado encuentre su camino, viva sus experiencias y enfrente sus consecuencias.

Escríbame, su testimonio puede ayudar a otros. Todos los nombres han sido cambiados.

cadepbc@gmail.com

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