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Con más de 100 opciones en los últimos tres años, las barberías son la industria de mayor crecimiento en Tijuana

Jesús Romero se realiza un tratamiento facial y un corte de cabello en Noble & Fine, en Tijuana, donde las barberías son una industria en crecimiento.

Jesús Romero se realiza un tratamiento facial y un corte de cabello en Noble & Fine, en Tijuana, donde las barberías son una industria en crecimiento.

(Alejandro Tamayo / San Diego Union-Tribune)
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Escondido a pocas cuadras de la arteria principal de Tijuana, un antiguo almacén se ha convertido en un punto de referencia cultural para los hombres más a la moda de la ciudad.

Las alas pintadas en la fachada son el único indicio de que algo ha cambiado en el espacio, que hasta hace poco se utilizaba como un gimnasio. En el interior, una canción de Drake suena a todo volumen en los altavoces de pie; el olor de la loción para después de afeitar llena el aire y las tijeras se ciernen sobre los hombres sentados en sillas antiguas de barbería.

El sitio alberga ahora a una de las estrellas en ascenso en las redes sociales de Tijuana, el barbero Edgar Buena, de 30 años de edad, más conocido como Don Edgar. Mediante Facebook, Buena logró captar muchos seguidores con videos instructivos acerca del cabello masculino para toda una nueva generación de mexicanos.

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Edgar, quien se viste intencionalmente como un barbero de antaño -bigote francés, gafas grises de marco ancho, corbatín bow-tie y tiradores- afirma que sus clientes ya no se burlan de gastar dinero en su apariencia. “Los hombres disfrutan de cómo se ven y ahora cuidan mejor de sí mismos”, aseguró.

Don Edgar Barbería es una de las más de 100 tiendas de su estilo que han abierto sus puertas en Tijuana en los últimos tres años, reflejando el crecimiento de la industria de la belleza masculina en los EE.UU. y Europa.

En 2013, Tijuana contaba con entre 50 y 80 barberías, pero ahora tiene más de 150, según la oficina de desarrollo económico de la ciudad. Para los expertos, acudir a una de ellas es una forma de proyectar masculinidad, pero también hay otros factores que atraen a los clientes: la nostalgia, los buenos precios, el acceso a productos para la barba y los crecientes servicios ofrecidos por los peluqueros.

Rubén Chavarría, de 40 años, un maquinista de San Diego que vive en Tijuana, solía cortarse el cabello en los EE.UU., pero ahora acude a Don Edgar Barbería una vez a la semana. Su novia, Nallely Preciado (de 30 años), lo espera en el café montado dentro del mismo espacio rentado por Don Edgar, mientras disfruta de una bebida y revisa su Instagram. Ella va al salón de belleza cada dos meses, pero no le importa que su novio acuda al suyo todas las semanas. “Es la moda ahora”, dice. “Y [el corte de cabello] luce bien en él”.

El gran furor en todo Tijuana, sin embargo, es la barba, y eso ha creado otra tendencia: el teñido de barbas. Cali Cuts, que posee cuatro sucursales en la ciudad y una en Mexicali, emplea una cera negra que tiñe la piel para que la barba luzca más tupida, por $11 dólares.

El tratamiento funciona tan bien que parece mágico y se ofrece en la mayoría de las barberías tijuananses; incluso cuando los resultados duran apenas un día.

Miguel “Robo” Ángel Gómez (39) es un maestro barbero en Cali Cuts, con más de 10 años de experiencia en tintura de barbas. Adora su trabajo, dice, porque le da alegría a la gente. “Por esa mirada en tu rostro”, le dice a un cliente. “Por eso lo hago”.

Gómez afirma que un barbero de alto nivel en Tijuana puede ganar hasta $27,000 al año. La suma puede parecer pequeña en comparación con los ingresos en San Diego, pero allí es más que la paga promedio de un oficial de policía.

Aunque los propietarios de barberías en Tijuana sostienen que los estadounidenses y los turistas no son tímidos para acudir a sus establecimientos, no hay mucho remedio allí para un mal corte de cabello. En México, los barberos no tienen un cuerpo gobernante ni necesitan licencia, a diferencia de sus vecinos del norte.

En California, El Departamento Estatal de Asuntos del Consumidor gobierna a los peluqueros mediante la expedición de licencias, la supervisión de exámenes, las denuncias e inspecciones y la emisión de citaciones. En los primeros tres meses de este año, 273 barberos fueron citados y se realizaron 3,603 inspecciones.

Un mal corte de cabello en Tijuana, o una herida, podría reportarse a la agencia de protección al consumidor, la Procuraduría Federal del Consumidor (PROFECO). Sin embargo, Don Edgar explicó que el siguiente paso para la industria será implementar algún tipo de certificación, porque las quejas sobre los malos cortes de peluqueros sin entrenamiento resultan perjudiciales para todos.

En Noble & Fine, en Playas de Tijuana, el propietario, Sergio Alberto Madero, declara con orgullo que sus barberos son autodidactas. Independientemente de las posibles sensibilidades estadounidenses al respecto, los residentes de Playas están encantados.

Jeanette Arreola ha llevado a sus hijos, Gian (9) y André (4) a Noble & Fine desde que el local abrió sus puertas, en noviembre pasado. La mujer cuenta que, anteriormente, los llevaba al salón de belleza femenino, pero que Gian insistió y ahora sólo quiere atenderse en Noble & Fine. “Quiero lucir como [Cristiano] Ronaldo”, dice Gian, en referencia al futbolista del Real Madrid.

Uno de los barberos más experimentados de Noble & Fine, Edward Ávila, de 45 años, tiene 28 años de experiencia en el tema. Cuando fue deportado de los EE.UU., hace 15 años, se preocupó por no poder alimentar a sus cuatro hijos. Durante un buen tiempo fue duro para él llegar a fin de mes, pero la reciente demanda de barberías ha sido un salvavidas financiero. “Me preocupé mucho cuando fui deportado”, cuenta. “Pensaba: ‘¿Cómo haré sin un empleo en los EE.UU.?’”.

Si bien el gobierno de Tijuana está al tanto del aumento de popularidad de las barberías, el foco sigue puesto en las compañías electrónicas y aeroespaciales, afirmó Javier Michel Payán Méndez, director de promoción económica de la ciudad, quien por cierto también es dueño de una barbería de alta gama.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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