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La actividad humana podría extinguir un millón de especies actuales

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Es difícil imaginar una evaluación más grave de lo que los humanos hemos hecho al mundo que el informe de las Naciones Unidas de 1.500 páginas, dado a conocer el pasado lunes en París, que dice, entre otras cosas, que nuestras actividades colectivas han puesto en riesgo de extinción a casi un millón de especies de plantas y animales, muchas de las cuales podrían desaparecer dentro de pocas décadas.

Si bien, el nuevo informe analiza en profundidad exactamente cuáles han sido los impactos hasta ahora, y qué predicen. Las conclusiones no son agradables.

El informe de la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas involucró el trabajo de más de 450 investigadores y se basó en 15.000 informes científicos y gubernamentales; su concreción demoró tres años.

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Es un informe asombroso de lo que hemos logrado, que advierte que las tasas de extinción se están acelerando rápidamente y deja en claro que, sin cambios fundamentales en la forma en que vivimos y organizamos las sociedades humanas, la disminución masiva de la biodiversidad también pondrá en peligro a la humanidad, porque nuestro destino está profundamente entretejido con el de otras especies.

“La evidencia abrumadora presenta una imagen funesta”, consideró Robert Watson, presidente del cuerpo de la ONU que presentó el reporte. “La salud de los ecosistemas -de los que nosotros y todas las demás especies dependemos- se está deteriorando más rápidamente que nunca. Estamos erosionando los cimientos de nuestras economías, medios de vida, seguridad alimenticia, salud y calidad de vida en todo el mundo”.

La tasa de cambio global en la naturaleza durante los últimos 50 años, indica el documento, “no tiene precedentes en la historia de la humanidad”. No es una coincidencia que la población mundial haya aumentado de 3.700 millones a 7.600 millones desde 1970.

A pesar del grave riesgo de nuestra quema de combustibles fósiles, parece que el cambio climático es sólo la tercera amenaza más grande para la existencia de especies globales, al menos por el momento. En la parte superior de la lista se encuentran el uso de la tierra -incluida la construcción, la tala, la caza, la minería y las cosechas- y el impacto del hombre en los océanos debido a la contaminación y la pesca indiscriminada.

Las tres cuartas partes de la superficie de la tierra tienen las cicatrices de la presencia humana, al igual que dos tercios del medio marino, según el estudio. Las áreas urbanizadas se duplicaron desde 1990 y la contaminación por plásticos se ha multiplicado por diez. La caza y la pesca excesivas han socavado la diversidad natural, crucial para la sostenibilidad.

Algunos científicos sostienen que el ecosistema global está experimentando una “sexta extinción”, algo muy parecido a lo que sucedió con los dinosaurios y otras formas de vida durante cinco catástrofes globales anteriores. Pero esta es la primera crisis de este tipo en la que la culpa no recae en un ataque intensivo de asteroides o en la actividad volcánica generalizada, sino en el comportamiento de una sola especie: nosotros.

El mensaje es claro: a menos que el mundo reordene drásticamente sus prioridades y modifique sus políticas, el despojo a la naturaleza continuará.

Entonces, ¿qué debe hacerse? trabajar arduamente. El informe recomienda una amplia gama de acciones, que incluyen políticas del uso de la tierra menos intrusivas y de menor impacto, e integración de la agricultura con la urbanización, un mayor énfasis en la conservación y retención de la diversidad ecológica, la localización (y la “mejor distribución”) de las cadenas alimenticias agrícolas, protecciones marinas y políticas de uso más estrictas y, en áreas urbanas, un mayor enfoque en el desarrollo sostenible al tomar decisiones de planificación.

Por supuesto, esos pasos requieren de voluntad política, y si la lucha de varias décadas para contrarrestar los peores efectos del cambio climático provocado por el calentamiento global es un indicador, podemos estar en problemas. El inconveniente es global y corregir el curso del comportamiento humano exige liderazgo y cooperación internacional.

En EE.UU, nos encontramos con una administración presidencial que busca aumentar la producción de combustibles fósiles en lugar de reducirlos y hacer retroceder las regulaciones ambientales. Los republicanos en el Congreso también han atacado la Ley de Especies en Peligro, aparentemente por creer que la necesidad de proteger a las especies amenazadas es menos importante que el desarrollo económico y le han dado a las industrias la libertad de explotar recursos naturales.

Afortunadamente, Estados Unidos se encuentra entre las más de 130 naciones que aprobaron el resumen de los hallazgos del informe, lo cual indica, de alguna manera, que esta administración reconoce que el mundo natural está pagando un alto y creciente precio por el comportamiento humano. Esperamos que el reporte y un consenso global sobre los peligros que enfrentamos por el cambio climático y otros varios comportamientos, conduzcan a políticas más inteligentes y menos dañinas. Esto no es una cuestión de equilibrar la supervivencia de una u otra especie contra la necesidad humana de alimento, agua y refugio. El documento advierte en términos muy claros que enfrentamos una amenaza existencial creada por nosotros mismos. Es un asunto que debe arreglar la humanidad, y la urgencia para hacerlo no es exagerada.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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