¿Cómo deben escribir los periodistas sobre los asesinatos cerca de las escuelas? Los estudiantes intervienen

En la primavera de 2018, una docena de estudiantes de dos escuelas secundarias del sur de Los Ángeles - Fremont y Manual Arts - participaron en una mesa redonda en las oficinas de la organización sin fines de lucro Community Coalition, donde los estudiantes participan en la promoción y construcción de sus propias comunidades.

Ahí leyeron una historia del L.A. Times sobre Maurice McKinzy, que fue asesinado a pocas cuadras de Fremont High School en 2017, y hablaron sobre el tipo de cobertura que quisieran ver sobre su comunidad, así como sobre su experiencia tratando de mantenerse a salvo en sus vecindarios.

La siguiente historia menciona los comentarios que hicieron durante esa conversación. Sus palabras no han sido editadas.



Amigos lloran al padre y ex entrenador de baloncesto: “Él era el papá que todos quisieran tener”.

Maurice McKinzy estaba mirando un Camry que un amigo había comprado para su hija, a unas cuantas cuadras de donde creció. Cerca de las 10:30 p.m. del 1 de febrero, McKinzy, de 45 años, y sus amigos vieron a un grupo de por lo menos tres personas acercarse, dijo la policía. McKinzy comenzó a caminar de regreso a su auto en la cuadra 7500 de South Main Street, cuando le dispararon cinco veces con un arma de alta potencia, según los registros del forense. Geovanni Jimenez, de 18 años Si la violencia fue la causa de su muerte, la persona que escribió esa historia debería haber hablado sobre la violencia con las armas en general, debería haber incluido factores como la historia de la violencia con armas o qué tipo de acciones han sido implementadas por la policía o por la comunidad para detenerla, o si se tomó alguna acción. Darrell Valle, 17 años Ustedes deberían añadir que hay comunidades aquí que tratan de hacer un cambio.

“No sabemos por qué le dispararon”, dijo el detective de la policía de Los Ángeles Eric Crosson. La autoridades continúan buscando al asesino. McKinzy, un oficial de tráfico en el Aeropuerto Internacional de Los Ángeles, era padre de un hijo de 19 años y de una hija de 11. Había ayudado a criar a dos hijastros y era ex entrenador de baloncesto de la escuela secundaria John C. Fremont, a unos 800 metros de la escena del crimen. Bianca Garcia, 18 años:En realidad no lo etiquetaron como si fuera un criminal. Eso siempre me ha disgustado porque normalmente cuando alguien es mencionado en un artículo por haber sido asesinado, generalmente lo etiquetan y aseguran que él hacía esto, hacía aquello, que era negro y todo eso.

“Es la última persona a la que creía que le podría pasar algo así”, dijo Louis Austin, de 46 años. Austin y McKinzy crecieron en el mismo vecindario y fueron amigos desde el séptimo grado. Para McKinzy, las filas de casas y los dúplex en Florence y la gente que vivía allí, le eran familiares. Su abuela en algún tiempo vivió allí, y su madre se crio también en esa zona. Ericka Hayes, 15 añosMe gusta que no estigmatizaron el hecho de que viviera en South Central y que creciera en South Central. Dijeron que era una persona, que no importaba donde creciera, tampoco dijeron el color de su piel. Era una persona y lo mataron por razones estúpidas.

Muchos de sus amigos de la infancia todavía están en esa área, y algunos jóvenes lo conocían desde su época de entrenador de baloncesto. Para sus amigos y familiares, el hecho de que McKinzy fuera asesinado en una comunidad en la que había ejercido una influencia positiva es devastador. “Eso es lo que es tan trágico. Ese hombre creció en esa área toda su vida. Nunca fue un problema para él. Sabían que era jugador de baloncesto y que era entrenador”, dijo Heather Echols, madre de Marquis, el hijo de McKinzy, Darrell ValleUstedes deberían hablar un poco más de la violencia de las pandillas y cómo es algo que incluso la gente “buena” tiene que enfrentar.

Al crecer, McKinzy y Austin tuvieron que lidiar con la violencia en su vecindario ubicado en el sur de Los Ángeles. Caminar a casa desde la escuela significaba cruzar el territorio de pandillas rivales. Pero los dos amigos se mantuvieron alejados de los problemas, eligiendo ser atletas. En 1989, su equipo de baloncesto ganó un campeonato de la ciudad, y McKinzy fue el capitán, dijo Austin. Unos años después de la escuela secundaria, McKinzy regresó para entrenar a los estudiantes. Se hizo conocido por ser muy hábil fortaleciendo la autoestima de un jugador. Era mucho más que una figura de autoridad en la vida de los estudiantes; también era alguien a quien podían admirar. En un momento dado, McKinzy compró una camioneta SUV grande para poder llevar a los estudiantes a casa. Kimberly Carrillo, 17 añosEn realidad tengo miedo de ir caminando a la escuela. Aunque Fremont está a sólo tres minutos de mi casa, por nuestra propia seguridad mi mamá nos lleva a mi hermano y a mí a la escuela. Vivo a un lado de Avalon cerca de Central, donde se encuentra una licorería que es muy conocida por los tiroteos que se producen dentro de ese lugar. Así que da mucho miedo incluso caminar a la escuela y volver a casa. Geovanni JimenezLo siento como algo muy cercano porque es una descripción bastante precisa de nuestra vida cotidiana. Los estudiantes que van a la escuela, al trabajo, caminando por el parque, tienen que enfrentar una lucha diaria hasta por el color de la ropa que usan. Por aquí hay mucha violencia de pandillas por motivos raciales. No es tan grave como solía ser, pero sigue ocurriendo. Estas pequeñas cosas tienen una gran implicación en nuestras vidas.

“Era el papá que todos quisieran tener”, dijo Echols. Cuando Echols conoció a McKinzy a mediados de la década de 1990, se había separado recientemente de su marido y tenía dos hijos pequeños. McKinzy rápidamente comenzó a tratarlos como si fueran sus propios hijos. Aunque la relación no funcionó, Echols y McKinzy se mantuvieron cerca, y McKinzy a veces se refería a su familia como los “McEchols”. Geovanni Jimenez Mucha gente en el Sur de Los Ángeles no vive en los hogares más estables, no tienen vivienda, no tienen muchas cosas que otras personas poseen. El hecho es que muchos buscan un padre sustituto o una madre sustituta en sus escuelas. En realidad es algo que sucede frecuentemente. Encuentras gente con la que puedes conectar, que puede ser un maestro, un consejero o un amigo. Pero encuentras también a esas personas y las conviertes en tu segunda familia porque en este vecindario nunca sabes quién se va a quedar a largo plazo.

En 2012, McKinzy dejó de entrenar para poder asistir a los partidos de baloncesto de su hijo Marquis. “Si tenía que cambiar su horario o salirse sin que nadie se diera cuenta, lo hacía”, dijo Echols. Ericka HayesDebería haber más información sobre cómo se sienten los estudiantes al respecto.

McKinzy también era conocido por ser un “padre sustituto” para los jóvenes que lo rodeaban, dijo George McLin, quien creció con McKinzy y Austin y ahora es el entrenador de baloncesto en Fremont High School. “Estaba allí para llevar a mi hijo a la práctica; estaba allí para recoger a mi hijo de la práctica”, dijo McLin. “Literalmente ayudó a criar a mi hijo”. Cuando el hijo de Austin, Dijon, fue al baile de graduación en 2015, Austin estaba preocupado por preparar su casa para una reunión. En medio del frenesí, encontró a McKinzy ayudando al adolescente con su esmoquin. McKinzy asintió a Austin. Y le dijo, ya me encargué de eso. “Lo siguiente que sé es que mi hijo salió muy bien arreglado y juntos”, dijo Austin. La reciente ex-novia de McKinzy, Trina McGrew, dijo que McKinzy era muy hogareño. No le gustaba salir a altas horas de la noche. Tania Sanchez, 16 añosCreo que es muy importante que este artículo no haga un perfil racial, porque en muchas noticias hacen que las víctimas parezcan los malos, “Por eso le dispararon”. Porque era malo”.

“Era el tipo de persona que le gustaba quedarse en casa y ver películas”, dijo. Recientemente, Echols reflexionó sobre la muerte de McKinzy mientras empacaba el apartamento de McKinzy en Wilmington. Estaba el cuaderno de notas en el que seguía sus juegos de dominó. Había montones de fotografías, álbumes de fotos y recuerdos de los Raiders y los Lakers. “Mi respuesta inicial fue, ¿cómo te atreves a quitarnos a este hombre de esta manera? No a él”, dijo Echols. “Ahora todo es tristeza y dolor.” Fernando Mosqueda, 17 añosEsta historia parece más bien un reporte (a lo mejor esa es la intención), pero creo que hay que hacer un llamado a la acción. ¿Cuáles son las causas fundamentales de la violencia de las pandillas? ¿Cuáles son las soluciones y los próximos pasos? Creo que esto sería genial para entender el panorama más amplio de la violencia de las pandillas, la violencia de las armas y, en general, la seguridad de las personas de las minorías. Es necesario reconocer la conexión entre los códigos postales y la esperanza de vida y el color de la piel con la discriminación y los problemas históricos.

Cualquier persona que tenga información se le pide que llame al LAPD Criminal Gang Homicide Division al (323) 786-5113. Aquellos que deseen permanecer en el anonimato, pueden llamar a Crime Stoppers al (800) 222-8477. Foto: Maurice McKinzy, tercero a la izquierda, en la graduación de su hijo Marquis en 2016. Crédito: Cortesía Heather Echols Foto, a la derecha: Maurice McKinzy, extremo izquierdo, con Dijon Austin, Louis Austin y George McLin en la noche de graduación de Dijon en 2015. Crédito: Gentileza Louis Austin Contact the Homicide Report. Follow @nicolesantacruz and @latimeshomicide on Twitter